Muchos diarios incorporan sistemas de pago en sus
ediciones digitales para afrontar la crisis
EDITORIAL / El País
La prensa rigurosa
ha ejercido hasta ahora su importante rol en las sociedades democráticas
gracias a un modelo industrial que combinaba dos fuentes de ingresos: la
publicidad y el pago de los lectores.
Este modelo permitió
durante años la solvencia económica necesaria para garantizar la independencia
de los medios, abordar las crecientes exigencias informativas de una sociedad
cada vez más compleja y ofrecer un producto que mereció, en general, la
confianza de la ciudadanía.
Ese modelo está
ahora en crisis por la caída de la publicidad, cuyos ingresos se han reducido a
la mitad desde 2008, y por el retroceso de las ventas en quiosco a causa de la
recesión económica y por la emergencia de las nuevas tecnologías que permiten
el acceso gratuito a los contenidos.
Las nuevas
herramientas digitales han dado a los diarios las mayores audiencias de la
historia y, sin embargo, no garantizan los ingresos suficientes porque el
acceso es gratuito.
La mayoría de los
medios, tanto en España como en el resto de países avanzados, han aplicado
dolorosos ajustes de plantilla y severos planes de contención de gastos, pero
el declive persistente de los ingresos amenaza su continuidad a corto y medio
plazo.
Ante esta coyuntura,
cientos de diarios, incluidos algunos de referencia, como The New York Times,
han comenzado a aplicar fórmula de pago para poder cobrar los contenidos de la
edición digital.
La mayoría de ellos
se ha inclinado por un modelo que permite acceder de forma gratuita a los
lectores ocasionales, pero exige el pago de módicas cantidades a partir de un
determinado número de artículos.
El cambio puede
chocar con los hábitos que ha introducido la cultura de la gratuidad que se ha
consolidado en la Red.
El acceso fácil y
sin coste a ingentes cantidades de contenidos puede dar a los ciudadanos la
impresión de que la información no tiene coste. E incluso que tiene poco valor.
Pero no es así.
Muy al contrario.
Sin información de calidad, la democracia se resiente.
Los ciudadanos han
de saber que la información independiente y fiable es hoy más cara que nunca,
porque exige profesionales con un elevado nivel de conocimientos, un trabajo de
verificación en ocasiones complicado y unos soportes técnicos también muy
costosos.
No hay información
sin coste, y menos, información de calidad. La contribución de los lectores ha
sido un factor esencial para la independencia de los medios respecto del poder
y de los anunciantes. Y eso también es aplicable a la Red.
(DOSSIER POLITICO/ EDITORIAL / El País/ 2013-04-15)
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