domingo, 11 de febrero de 2018

ESCONDÍA VIVIENDA DE LOS MOCHIS, ‘PICADERO’ Y TUMBA URBANA



El Papachín era un buen hijo, trabajador, sin vicios, y sin… novia, cuando desapareció, una noche al salir de su trabajo como despachador de una gasolinera. El día anterior había conocido a una joven.

La noche de baile y alegría se convirtió en luto, y reveló la existencia de una casa utilizada como “picadero” por drogadictos y que finalmente fue la fachada para una tumba urbana.

Allí, en el patio, tras el muro de una recámara de la casa marcada con el número 2103 de la calle Tepezcohuite entre Pasadena y Santa Mónica, en el fraccionamiento Canteras, de Los Mochis, fue exhumado el Papachín. El cuerpo estaba enterrado en una fosa de casi un metro de profundidad. Nada la ocultaba, y a juzgar por la lavadora de ropa y envases de cerveza, los habitantes convivían con el muerto.

La familia de Miguel Ángel Aguirre Mora, de 20 años, residente de la colonia Nuevo Siglo, lo buscaba desde el domingo 21 de enero, cuando la noche se lo tragó después de salir de su trabajo como despachador de una gasolinera.

Según un segmento de la carpeta de investigación, la noche anterior había conocido a una joven en el bar “El Tabachín” y después de la convivencia intercambiaron números telefónicos. Al día siguiente, él recibió un telefonazo. Y lo último que se supo fue que se montó en una camioneta de color blanco.

Diez días después, su cadáver fue exhumado del patio del “picadero”. Tenía un tiro en la cabeza.

A unos cinco pasos de su tumba clandestina, y en el mismo patio, los investigadores desenterraron un segundo cuerpo. Era el de Miguel Enrique Reyes Moreno, un joven avecindado en la colonia Tabachines Uno. Él había desaparecido casi en las mismas fechas que Papachín, y era también buscado por sus familiares. Era un muchacho de vida agitada y pasado turbulento, y terminó casi a flor de tierra.

En la que sería su penúltima morada, los investigadores dejaron una gorra y una prenda de vestir, ambas de color azul.

De acuerdo con vecinos del sector y peatones cotidianos, la casa tenía mala “vibra” por los moradores ocasionales: jóvenes con tatuajes, desaliñados, viajando en motocicletas o vehículos un tanto sospechosos. Cotidianamente llegaban mujeres, con las características propias de ingobernables y de vida en las calles. Los excesos, música, cerveza, vinos baratos, y un intenso aroma a petate quemado los delataba como adictos a enervantes, contaron. Eso era lo que los transformaba en violentos y amenazantes.

Las visitas de la caterva habían comenzado semanas antes, y terminaron cuando se dejaron escuchar lamentos, pero nadie lo reportó a la policía. “Ni siquiera al agente que vive cerca del lugar”, afirmaron.

Repentinamente, el morador habitual dejó de aparecerse. Y dos días después, la policía “reventó” el lugar por la delación de una mujer que según el informe oficial, era la novia de uno de los dos muchachos. Ella fue la que desenterró el primer cuerpo y llamó a la policía. Extrañamente, los peritos trabajaron toda la madrugada del lunes 31 de febrero hasta que desenterraron los dos cuerpos, que este fin de semana fueron entregados a los deudos para la cremación y sepultura correspondiente.

En tanto, el “picadero” continúa abierto, de par en par, mientras el tránsito despreocupado de peatones cotidianos pasa simulando no ver la casa y su patio macabro, aunque el rabillo de sus ojos los delata.

Mirna Nereida Medina Quiñónez, fundadora del grupo “Las Rastreadoras” (Desaparecidos de El Fuerte) aseguró que ambos casos de desapariciones les fueron reportados.

El regidor del Partido Acción Nacional (PAN) Yoshio Estevic Vargas Estrada, se refirió al caso de las “Canteras” como una alarma y un “foco rojo” de la inseguridad que priva en el municipio y que el gabinete municipal pretende minimizar con afirmaciones de que “Ahome está mejor que otros años”.

“Levantones aquí y allá, y tumbas clandestinas y masivas a las afueras de la ciudad, y ahora en plena zona urbana. Estamos muertos, de miedo”, dijo.

El edil  expuso que se requiere de un mejor y mayor esfuerzo o que la autoridad se “ponga las pilas” y comience a trabajar de verdad, no solo en recrear números.

En tanto que el alcalde en funciones, Manuel Urquijo Beltrán, anunció que se reforzarán las operaciones y que la tranquilidad urbana se retomará pues ya lo habló con el jefe de policía.

De acuerdo con un informe de la Vicefiscalía Regional de Justicia Zona Norte, la desaparición de personas registra un incremento a cierre de enero del 2018 con 23 carpetas de investigación para 24 personas ausentes, mientras que en el 2017 se inició con 11 carpetas de investigación y 12 personas no localizadas.

Artículo publicado el 4 de febrero de 2018 en la edición 784 del semanario Ríodoce.

(RIODOCE/ LUIS FERNANDO NÁJERA/LOS MOCHIS EN 7 FEBRERO, 2018)

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