MÉXICO, D.F., (apro).-
Alfredo Castillo ha sido llamado por el juez que lleva el caso de José Manuel
Mireles para que declare sobre la detención del ex líder de autodefensas de
Michoacán, vista por muchos como una traición del ahora comisionado para el
deporte.
Castillo le había prometido a
Mireles apoyarlo en su movimiento ciudadano liberador del crimen organizado y
terminó acusándolo de narcotraficante y portador ilegal de armas de uso
exclusivo del ejército en el momento en que se había convertido en un peligro
para el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Castillo es amigo del
presidente y a él le debe toda su trayectoria política desde que fue procurador
del Estado de México y luego titular de la Procuraduría del Consumidor,
comisionado para Michoacán y ahora comisionado del deporte.
Carece de cualidades
políticas, de funcionario público o deportivas
que lo puedan llevar a los puestos donde ha estado y desarrolla
actividades tan disímbolas que no garantizan resultados positivos.
En Michoacán con tal de sacar
adelante las órdenes de su jefe Peña Nieto, Castillo se reunió con personajes
de historia oscura acusados de pertenecer al crimen organizado, como los
hermanos Uriel y Juan José Farías Álvarez. Con ellos se alió para desmantelar a
las autodefensas de Tierra Caliente una vez que estas fueron usadas para acabar
con los Caballeros Templarios.
Otra alianza que hizo
Castillo en Michoacán con grupos delincuenciales fue con Los Viagras integrado
por los hermanos Sierra Santana y a quienes contrató para formar el grupo de
élite conocido como G-250 que era el que entraba a la vanguardia en los enfrentamientos
con los Templarios.
Esta alianza con Los Viagras
terminó muy mal pues según señalan los propios michoacanos de Tierra Caliente,
al no recibir el pago prometido los Viagras y su gente tomaron la presidencia
municipal de Apatzingán a principios de este año para presionar a Castillo.
En lugar de cumplir su
palabra Castillo mandó a la Policía Federal y al Ejército para desalojarlos lo
que provocó una matanza de 16 personas la noche del 6 de enero.
Días después de este hecho
Castillo renunció a su cargo de comisionado para la seguridad de Michoacán y
semanas más tarde fue nombrado por orden presidencial comisionado nacional para
el deporte (CONADE) sin ningún mérito ni conocimiento deportivo.
Hoy Castillo ha sido llamado
a declarar por el juez que lleva el caso de José Manuel Mireles y, al mismo
tiempo, en la CONADE es denunciado por el Comité Olímpico Mexicano de presuntas
amenazas, presiones y actos de corrupción dentro de algunas federaciones
deportivas que ya recurrieron a la Suprema Corte de Justicia para denunciar el
abuso y arbitrariedad gubernamental.
Hay castillos que se
construyen de arena o en las nubes pero también los hay en la política que se
construye de barro y se caen tarde o temprano.
Twitter: @GilOlmos
(PROCESO/ ANÁLISIS/ JOSÉ GIL OLMOS/ 18
DE NOVIEMBRE DE 2015)
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