Después de la noche trágica de Iguala,
el 26 de septiembre de 2014, la comunidad guerrerense de Carrizalillo se vio
inundada de presuntos sicarios de Guerreros Unidos, quienes se escondían junto
con una mujer a la que después los lugareños identificaron como María de los
Ángeles Pineda Villa, esposa del ex alcalde igualteco José Luis Abarca.
Habitantes del lugar van más lejos y afirman que ahí, en el municipio de
Eduardo Neri, hay fosas clandestinas que podrían contener los restos de los
normalistas de Ayotzinapa.
CARRIZALILLO, Gro.
(Proceso).- Habitantes de este pueblo confirman que fue usado como guarida del
grupo delictivo Guerreros Unidos tras la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, en septiembre del año pasado; incluso aseguran que María de los
Ángeles Pineda Villa, esposa del ex alcalde perredista de Iguala, José Luis
Abarca Velázquez, estuvo refugiada aquí la primera quincena de octubre de 2014.
Añaden que en las cercanías
podrían estar los cuerpos de los normalistas desaparecidos.
“Era una mujer elegante, que
cubría su rostro con velo, sacaba mucho dinero del cajero automático de la
minera y siempre iba resguardada por sicarios que se desplazaban en cuatro
camionetas. Cuando fue detenida y exhibida en la televisión, la gente dijo:
‘¡Miren!, esa señora es la que estuvo aquí’”, cuenta a Proceso el comisario
municipal Nelson Figueroa.
Carrizalillo está enclavado
en la parte serrana del municipio de Eduardo Neri, en las inmediaciones de la
veta de oro más grande del país, explotada por la minera canadiense Goldcorp,
en el llamado “cinturón de oro” de la ribera del Balsas.
Durante años ha padecido los
efectos de la depredación empresarial y la confrontación entre sicarios al
servicio de las bandas Los Rojos y Guerreros Unidos, que buscan el control de
la ruta de trasiego de drogas y las millonarias ganancias por el cobro de piso
a Goldcorp.
La bonanza de la minera
contrasta con la pobreza y marginación de los habitantes de Carrizalillo, lugar
sin servicios públicos, de calles sinuosas y mal pavimentadas, donde una decena
de casas, abandonadas y con marcas de metralla, refleja el abandono gubernamental.
(Fragmento del reportaje que se publica
en la revista Proceso 2036, ya en circulación)
(PROCESO/ EZEQUIEL FLORES CONTRERAS/ 7
DE NOVIEMBRE DE 2015)
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