En el país existen numerosas obras
públicas mal construidas, inconclusas, inútiles o que no cumplen los objetivos
para los que fueron realizadas. Así constata un recorrido de EL UNIVERSAL por
toda la república
En 2006, durante la
administración de Eduardo Bours, las autoridades estatales construyeron en la
bahía de Bacochibampo, en Guaymas, un delfinario con el propósito de ofrecer
delfinoterapia a niños con problemas motrices y de autismo. Sin embargo, desde
hace tres años no cuenta con estos cetáceos.
Este centro de rehabilitación
tuvo un costo de 124 millones de pesos, y en esos últimos años, ha enfrentado
un sinnúmero de dificultades para su operación que va desde adeudos superiores
a los 300 mil pesos a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y muerte de
delfines, hasta problemas legales por falta de pago a las arrendadoras de la
especie marina por parte del gobierno del estado.
El delfinario se encuentra
ubicado en el kilómetro 5.57 de la carretera San Carlos-Las Tinajas, frente al
Mar de Cortés. Hoy luce solo, en estado de abandono y deterioro.
SIN MUSAS NI ÁRBOLES
Entre estas obras de poca
utilidad social se encuentra el proyecto Música Arte y Exposiciones (Musas),
construida en un terreno de 34 mil 223 metros cuadrados. Son escasas las obras
y los eventos que se realizan. Lejos quedó el propósito del corredor cultural
con el que fue creado.
En el presupuesto de egresos
de 2007 se aprobaron 228 millones 620 mil pesos para la construcción de este
complejo cultural en el parque de Villa de Seris, en Hermosillo, donde se
deforestaron 661 árboles de eucalipto; 90 de olivo negro; 89 de naranjo; 76 de
palmera washingtona; 62 de mezquite; 61 de guaje; 60 de pingüica; 40 de
guamúchil; 39 de amapa; 33 de jacaranda; 27 de palmera datilera; 17 de ceiba;
16 de pino; 9 de yucateco; nueve de palo verde; siete de tujas; siete de
acacia; cinco de benjamina; cuatro de torote; tres de guayaba; dos de mora; dos
de árbol de la botella; una carisa y un limón, además se destruyó una fuente.
Uno de los principales
pulmones de la ciudad fue destruido por una obra sin visitantes
EL DANZANTE QUE NO BAILA NI ES YAQUI
En un contexto de
confrontación con la tribu yaqui por la construcción del Acueducto
Independencia, la administración del ex gobernador Guillermo Padrés tardó
cuatro años para construir un parador turístico y una plaza, a la altura de la
comunidad Loma de Guamúchil, a un costado de la carretera federal número 15.
Sin embargo, estas obras nunca concluyeron.
El presupuesto inicial de
este parador turístico era de 37.5 millones de pesos, contaría con una
espectacular escultura del danzante yaqui, de 32 metros de altura, la más alta
de América Latina; todo para enaltecer los valores y la identidad de la etnia y
de los sonorenses.
La obra se licitó por cuatro
años consecutivos y tuvo un costo de 100 millones de pesos.
Marlon Balderrama Monge,
escultor de la obra, compitió con tres empresas más para ganar el concurso, al
final se eligió su figura al considerar que la posición, vestimenta y rasgos
del yaqui daba la identidad.
No obstante, fue rechazada
por los integrantes de esta etnia por no cumplir con las características de un
danzante original.
Los yaquis realizaron duras
críticas a este paradero y a la inversión que se destinó, sobre todo porque
esta tribu tiene grandes necesidades básicas como carencias de agua potable,
drenaje, pavimentación, centros de salud y escuelas dignas, principalmente.
OTRO DESATINO GUBERNAMENTAL
Más tardó en erigirse que en descomponerse, el “reloj de
Gastón”, que construyó el ex alcalde de Hermosillo Gastón González Guerra
frente al gimnasio del estado y el bulevar Rodríguez.
Lo inauguró durante su último
año de gestión, en 1997. Los hermosillenses le llaman “el monumento a la
mediocridad”, el cual costó a los ciudadanos 2 millones de pesos.
La Dirección de Parques y
Jardines de Hermosillo dio a conocer que repararlo cuesta al ayuntamiento un
millón de pesos y representaría otro gasto inútil, por lo que no volvió a
funcionar.
LA CARRETERA DE LA MUERTE
Como anunciar no empobrece
pero da imagen, es común que se prometan obras en una franca apuesta a la falla
de la memoria colectiva.
Un ejemplo de esto es el
anuncio que se hizo el 22 de abril de 2014 cuando autoridades federales y
estatales dieron a conocer la reconstrucción y modernización de lo que llamaron
“el eje vertebral de la entidad”: la autopista que va de Estación Don (en
Huatabampo) hasta la fronteriza Nogales y que con sus casi 500 kilómetros
prácticamente atraviesa la entidad.
Con gran despliegue
propagandístico se dijo en aquel entonces que la inversión sería de 15 mil
millones de pesos y la obra requeriría tres años para dotarla de los elementos
de alta especificación y concreto hidráulico.
Hoy, no obstante, pese a su
alto costo de peaje hay un rezago en los trabajos de reconstrucción y
modernización y la vía ya es conocida como “la carretera de la muerte”, pues es
muy peligrosa para circular debido a la falta de señalización para prevenir accidentes.
Otro caso similar ocurrió
meses antes, el 29 de enero de 2014, cuando el coordinador general de Puertos y
Marina Mercante, Guillermo Ruiz de Teresa, y el ex gobernador Guillermo Padrés
Elías firmaron un acuerdo con el fin de ampliar y modernizar la operación de la
actividad portuaria en Guaymas y Puerto Peñasco, con el compromiso de invertir
ese año casi 2 mil millones de pesos. De acuerdo con datos con la construcción
del home port de Puerto Peñasco, se estimó un mercado potencial de 1.9 millones
de cruceristas nacionales y extranjeros, 65%, vía terrestre y 35% vía aérea.
Hasta se informó que se
esperaba cubrir un rango de 60 millones de clientes potenciales por vía
terrestre, con lo que incluso llegarían cruceristas de Arizona, Nevada, Nuevo
México, Utah y California, en Estados Unidos.
De la misma forma, para 2018,
se estimó un impacto regional del home port de 50 millones de dólares en
abastecimiento y una cantidad similar para consumo anual de combustible en
Guaymas.
Sin embargo, a casi dos años
de ese acuerdo, las obras en Peñasco van lentas y en Guaymas únicamente
quedaron en firma.
SOLITARIA COLONIA INTELIGENTE
En 2010, en Agua Prieta, el
ex alcalde Vicente Terán Uribe utilizó recursos municipales y federales para
pavimentar con concreto hidráulico 183 mil metros cuadrados en una colonia que
llamó Nuevo Sonora; construyó un camino de más de 6 kilómetros hacia un nuevo
asentamiento cuando decenas de avenidas
y calles de esa ciudad sufren contaminación por polvo, pues no están debidamente
pavimentadas.
En su colonia modelo el ex
edil también instaló tubería para agua, drenaje y se perforaron pozos donde no
se encontró agua, todo con el propósito de construir una colonia “inteligente”.
Decenas de viviendas en condiciones paupérrimas están asentadas en ese lugar.
Para estas obras se invirtieron 151 millones de pesos.
(DOSSIER POLÍTICO/ Tomado de: Amalia
Escobar / El Universal/ 2015-10-07)
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