jueves, 16 de julio de 2015

LOS EXTRADITABLES


Curiosamente en los días de la fuga de “El Chapo” Guzmán, las autoridades mexicanas delineaban con Estados Unidos los detalles de un acuerdo de extradición

“Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en los Estados Unidos”

Bajo este lapidario lema, los principales capos del narcotráfico en Colombia crearon a principios de los años 80 el llamado grupo de Los Extraditables.

En la lista de los jefes de los cárteles, la mayoría de ellos de  Medellín, figuraban Pablo Escobar, Gonzalo Rodríguez Gacha, Fabio Ochoa y Carlos Lehder.

Aunque rivales entre sí, una causa común los unió: presionar al gobierno y a sus legisladores para impedir que Colombia firmara con Estados Unidos un tratado de extradición.

Los capos sabían que una vez extraditados, sería casi imposible volver a pisar Colombia. Y recurrieron incluso a la violencia urbana, sembrando el terror con coches-bomba, para que la sociedad presionara a que el tratado no se firmara.

Viene a cuento el ejemplo de Colombia, porque curiosamente en los días de la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán, las autoridades mexicanas delineaban con Estados Unidos los detalles de un acuerdo de extradición que culminaría con la entregan de algunos grandes capos recluidos en cárceles mexicanas.

Concretamente la procuradora Arely Gómez y su homóloga norteamericana Loretta Lynch, sostenían conversaciones sobre los alcances y tiempos de un acuerdo de extradición.

Alguien o algunos, dentro y fuera de las prisiones de “alta seguridad”, debieron ponerse muy nerviosos de saberse trasladados a los Estados Unidos. Y habrían enviado mensajes muy claros al gobierno mexicano.

Unos dicen que esos mensajes advertían que en el momento en que alguno de los grandes –como “El Chapo” – pisara suelo norteamericano, daría el detalle de toda la generosidad desplegada a candidatos en campaña, de todos los partidos. Incluyendo elecciones presidenciales.

Cierto o falso, es lo de menos. La sola idea de que una declaración de esa magnitud saliera a flote, colocaría en serios predicamentos al gobierno mexicano.

Hay quienes sin embargo dicen que la amenaza sería aún  mayor. Y que la advertencia de algunos “extraditables” mexicanos incluía el denunciar con detalles –esos sí, muy precisos– el involucramiento de altos funcionarios en la protección de algunos cárteles.

Incluso se apunta hacia personajes del más alto nivel, cuyos parientes consanguíneos estarían no solo vendiendo la protección a los capos, sino operando directamente trasiegos.

A tal grado se habría detectado ese involucramiento, que en algunos círculos de la inteligencia norteamericana uno de esos hermanos incómodos ya fue bautizado como “El Z-1”. Y se analizaba ya si a su hermano funcionario se le retiraba la visa.

Sean historias reales o verdades a medias, lo cierto es que pareciera que la fuga de “El Chapo” sería para algunos una muy oportuna salida.

Sería preferible la vergüenza de pasar como autoridades incompetentes –no serían las primeras ni en México ni en el mundo– antes que confirmar que desde los más altos círculos del gobierno mexicano existen traidores que operan como titiriteros de alguno de los más famosos cárteles.


(REPORTE INDIGO/ RAMÓN ALBERTO GARZA / Jueves 16 de julio de 2015)

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