El pueblo de Sonora
se las tenía guardada. Ya les había dado una probadita en 2012, cuando les
arrebató municipios importantes como Cajeme, Navojoa, Guaymas, Nogales, Puerto
Peñasco, siendo que allí operaron en ese año los gobiernos federal, estatal y
municipales, todos del PAN.
En la segunda mitad
de su sexenio, Guillermo Padrés no entendió el mensaje. En lugar de
reconciliarse con una sociedad agraviada, le aumentó el castigo: el COMUN, el
atraco al Isssteson, la Transformación Educativa, la quiebra del sector salud;
la guerra a los transportistas y para coronar su obra: la presa en su rancho,
las nogaleras millonarias, las caballerizas con maternidad y aire
acondicionado, el perdón de impuestos a sus amigos empresarios, entre otras
lindezas.
Y por si algo
faltara, el ‘tiro cantado’ a Manlio Fabio Beltrones, de quien me decía uno de
los operadores electorales del PAN unos días antes de las elecciones, “es
humano, es de carne y hueso, no es extraterrestre ni superhéroe, también falla
y también se le puede ganar”.
Todos los agravios a
la sociedad sonorense, a la que le dio trato de retrasados mentales, se los
cobraron ayer al gobernador del estado, a sus funcionarios y también,
indudablemente, a sus candidatos y candidatas.
De manera señalada,
la carga negativa del gobernador Guillermo Padrés le cayó encima con toda su
crueldad, a su candidato a la gubernatura, Javier Gándara Magaña, que también
se dejó seducir por el canto de las sirenas que le murmuraban al oído leyendas de todo tipo: que Padrés es un
excelente operador electoral; que el control del aparato estatal le garantizaba
el triunfo; que con dinero baila el perro, que sus tres años de pre-pre-pre
campaña lo harían ganar con al menos cuatro o cinco puntos de ventaja.
Que en el remoto e
improbable caso de que la elección se cerrara mucho, para eso tenían a la
fuerza policiaca, la estatal y las municipales en aquellas localidades
gobernadas por el PAN, y también contaban con grupos de vagos contratados para
reventar casillas y robar urnas.
Todo fue mentira. La
gente salió a votar y se cobró en las urnas todas las afrentas.
Recuerdo cuando en
la elección del año 2000 Javier Gándara perdió ante Francisco Búrquez la
contienda por la alcaldía de Hermosillo, siendo candidato del PRI, declaró que
el producto era bueno, pero la marca era mala, refiriéndose a él mismo y al
partido, en ese orden.
Hoy ni siquiera pudo
decir eso. Se dejó convencer de que la marca PAN era buena “No soy el candidato
del gobernador, soy el candidato del PAN”, decía con frecuencia, en intentos
tímidos de deslinde respecto a quien lo hizo candidato y que termino llevándolo
al despeñadero de la derrota.
En anterior entrega,
advertíamos en este espacio que aquellos 40 mil votos que en 2009 le dieron el
triunfo a Padrés no llegaron por su carisma, sino por la fractura en el PRI y
en una sociedad civil golpeada por la imposición de Alfonso Elías sobre Ernesto
Gándara. Decíamos que esos 40 mil electores nunca recibieron nada en
reciprocidad, y que esta vez migrarían de nuevo al PRI. Así pasó.
El peso de la
realidad le cayó encima a Javier Gándara y también a Damián Zepeda, el
candidato a la alcaldía de Hermosillo, que comenzó mal su campaña y la terminó
peor. Se tragaron enterito el cuento de que Padrés era un ‘estratega militar’
invencible y poderosísimo; que nunca había perdido una elección y que de su
mano irían seguros a la victoria.
Se creyeron además
las encuestas hechas a modo, el autoengaño en gráficas de barras y pasteles que
los hacían alardear triunfos anticipados; asumieron como ciertas las
gigantescas simulaciones de actos masivos llenos de acarreados escenográficos
muy buenos para la foto, pero muy malos para las urnas, como quedó claro.
Jugaron el juego de
las algaradas, asumiendo que sus candidaturas sumaban miles y miles de
ciudadanos de otros partidos: 25 mil borreguistas; 56 mil que les prometió
Héctor Castro, el inefable candidato a la gubernatura por el Partido Humanista;
50 mil perredistas que les prometieron Juan Manuel Ávila, José Guadalupe Curiel
y Cervando Flores, empleados suyos que mal se representan apenas a sí mismos;
los 17 candidatos a alcaldes por el Movimiento Ciudadano que evidentemente
fueron un fiasco.
Se creyeron todo
eso, pero además subestimaron a los sonorenses, realmente hartos, asqueados de
las corruptelas y los abusos de un gobierno como el de Guillermo Padrés, al que
se negaron a darle un pase para que lo extendiera otros seis años.
El resultado de la
elección en Cajeme fue avasallador. Dos a uno y carro completo: alcaldía y tres
diputaciones locales, así como la federal muestran tendencias a favor del PRI,
irreversibles.
En Hermosillo fue un
desastre. La capital del estado, donde tenían depositada toda la confianza de
afianzar el proyecto panista, se derrumbó: perdieron la alcaldía; en tres
distritos locales las tendencias lucen irreversibles a favor del PRI y en los
otros dos aparecen en empate técnico.
Los reportes sobre
diputaciones federales hasta el cierre de esta columna daban ventaja al PAN en
todas, excepto en el distrito 06 (Cajeme) donde ganó Abel Murrieta. Las dos de
Hermosillo lucen disputadas y se definirán hasta el último momento.
Lo negro de la
jornada, sin duda fue el abuso de la fuerza pública, concretamente de policías
estatales, así como de los grupos de choque que revivieron las épocas más
negras de los gobiernos priistas, cuando se violentaban casillas y se robaban
urnas. Los panistas repitieron estas prácticas sobre todo en Hermosillo,
Huatabampo y Navojoa, para vergüenza de una ciudadanía que las creía superadas.
La derrota de Javier
Gándara y Damián Zepeda, así como de otros candidatos que suponían el triunfo
en las urnas, fue también una derrota estrepitosa, de escándalo para el
gobernador Guillermo Padrés, cuyo sexenio fue sometido a referéndum y fue
reprobado contundentemente.
Sus expectativas de
proyección nacional, como dirigente del partido se fueron por el caño, junto a
las esperanzas de dejar en el poder a incondicionales que le cubrieran las
espaldas frente a lo que está por venir en materia de rendición de cuentas.
Los frentes que
abrió no sólo entre la sociedad civil y los partidos políticos son demasiados;
su confrontación con el presidente de la República y el gabinete peñista, así
como con Beltrones y otros liderazgos nacionales, no le augura un futuro
promisorio, sobre todo por el escandaloso manejo financiero de su
administración.
Padrés resultó un
gigante con pies de barro y su caída puede ser dolorosísima. Y junto con él se
irán algunos de sus más cercanos colaboradores y familiares, si la justicia
decide llamarlo a cuentas.
Como se dijo
insistentemente en este espacio durante años, Padrés desperdició la oportunidad
de probar que el PAN podía hacer un buen gobierno, y hoy está ante el juicio de
la historia.
Del otro lado,
Claudia Pavlovich y el Maloro, así como los candidatos del PRI que aparecen
como ganadores, tienen frente a sí esa misma oportunidad. En ellos está no
desperdiciarla.
También nos
puedes seguir en Twitter @Chaposoto
(DOSSIER
POLITICO/ ARTURO SOTO MUNGUÍA / 2015-06-08)
No hay comentarios:
Publicar un comentario