La nueva
modalidad de asesinar a narcomenudistas es torturar, asfixiar y dar golpes
contundentes para no dejar huellas de armas de fuego y confundir a las
autoridades en la clasificación del crimen. Después de la detención de los
sicarios “El Taxista” y “El Grande”, como responsables de la muerte de una joven
de 26 años, sale a relucir que asesinos a sueldo están recibiendo mil pesos por
homicidio
En la narcoguerra
entre células delictivas del Cártel de Sinaloa por el control de la plaza del
narcomenudeo de La Paz, Baja California Sur, los cabecillas y responsables de
la ola de violencia, recurren ahora hasta crímenes de sus víctimas, bajo
tortura, asfixia y golpes contundentes con palos, piedras y fierros.
El objetivo –según
las primeras evidencias– es confundir a peritos, criminalistas y agentes de
investigación de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y lograr
que un asesinato no sea clasificado como “ejecución”, sino como un simple “crimen
pasional” y evitar que cuando menos en las estadísticas oficiales el número de
muertos por delincuencia organizada no vaya al alza en esta lucha a muerte
entre los siguientes:
1.- Jorge Alberto, Felipe Eduardo y Carlos Guajardo
García “Los 28”, quienes –según el último mapa delictivo elaborado por
autoridades federales y militares— pelean la Zona Sur y la Zona Norte de La Paz
y planean entrar a Los Cabos.
2.- José Fernando Torres Montenegro y/o José Francisco
Ojeda Torres “El Pepillo”, jefe de la plaza de la Zona Sur de La Paz.
3.- Luis Antonio Montoya Beltrán “Don Carlos” o “El
Artista”, nuevo jefe de la plaza de la Zona Norte de La Paz, y sucesor de
Rolando González Moreno “El Compadrón”, capturado el 29 de enero pasado por el
Ejército Mexicano y la Procuraduría General de la República (PGR).
Aun cuando –según un
integrante del Grupo de Coordinación de Seguridad Pública de Baja California
Sur— “la mayoría de crímenes todavía son perpetrados con pistolas y armas
largas en esta guerra”, los primeros casos detectados hasta este momento han
sido cometidos por viciosos, ladrones, prostitutas y asaltantes, quienes,
mataron por encargo a narcomenudistas hasta por un pago de mil pesos en
efectivo.
Un caso documentado
por Investigaciones ZETA, es el de Elsa Tomasa Cervantes Ancheta, quien fue
golpeada y asesinada con una cruceta de llanta la tarde del pasado 5 de mayo en
el kilómetro 2.5 sobre el camino vecinal que conduce a la colonia Maurel al sur
de La Paz.
La joven de 26 años
–según la averiguación previa LPZ/069/HOM/2015— fue llevada bajo engaños a un
terreno baldío por sus tres victimarios al servicio de la célula de “El Pollo”,
y operador de “Los 28”, y muerta a golpes en la cabeza, cuello y cara.
La tarde del
homicidio, la PGJE encontró una escena de “crimen pasional”, porque –de acuerdo
a la experiencia de peritos y criminalistas— “no había evidencias que de
entrada hicieran suponer el asesinato por encargo del crimen organizado, en
virtud de que no había disparos de arma de fuego en el cuerpo o en la sien de
la víctima”.
Lo que tenían a
simple vista –según uno de los peritos— era “el cuerpo de una mujer delgada
tendida sobre el piso de tierra, boca abajo, de aproximadamente de 25 a 30
años, cabello lacio, teñido rubio, frente regular, ojos color café, nariz ancha
y labios delgados y con signos de haber peleado”.
Los peritos
detectaron “huellas de violencia en el cuerpo provocadas por golpes”, y la cual
vestía blusa de color azul sin mangas, pantalón de mezclilla y calcetas de
color blanco.
En la escena del crimen
–y según informe— los peritos de la PGJE, encontraron cinco indicios.
1.- Un encendedor de
color amarillo marca “Bic”.
2.- Tierra removida
en la zona de violencia o forcejeo de forma irregular en un radio de 5.00 x
3.30 metros.
3.- Un calzado tipo
tenis perteneciente al pie izquierdo de la víctima de color blanco y marca
“Reebok”.
4.- Una pulsera de
color blanco.
5.- Un calzado tipo
tenis perteneciente al pie derecho de la víctima de color blanco, el cual
estaba a 50 centímetros del cuerpo.
En el anfiteatro, y
tras practicar la autopsia de Ley, el médico legista de la PGJE, dictaminaron
que la causa de muerte de la víctima fue por “asfixia por lesiones de golpes
contundentes y cortantes en cara y cuello”.
EL CRIMEN DE ELSA CERVANTES
La joven Elsa Tomasa
Cervantes Ancheta era originaria de La Paz y vivía en unión libre con un hombre
identificado como “Raúl” en un departamento de la avenida Luis Donaldo Colosio
esquina Aquiles Serdán en la populosa colonia de “Solidaridad”.
La última vez que
fue vista con vida por sus padres fue el 20 de abril, cuando celebró su
cumpleaños número 26, quien festejó, cenó y se despidió y no volvieron a saber
de ella, hasta el 3 de mayo pasado, es decir, 13 días después, y la cual llamó
por celular para reportarse y decir que “todo estaba bien”.
Las primeras
indagatorias de la PGJE arrojaron que la víctima recurría comúnmente a un
“picadero”, localizado en la calle Juan Encinas No. 226 en la colonia
Ayuntamiento, y la cual es la casa de su amiga Betzabeth González Manríquez “La
Betza”.
En el punto de
encuentro de drogadictos, todo lo acontecido en el bajo mundo, corría
rápidamente, porque se encontraban viciosos, ladrones, asaltantes, prostitutas
y sicarios, y fue en ese lugar donde se supo que los responsables del crimen de
la narcomenudista habían sido las siguientes personas:
1.- Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista”
2.- Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”.
3.- Wendy Nayeli Geraldo Espinoza “La Wendy”.
El día 7 de mayo, es
decir, dos días después del crimen, “El Taxista” y “El Grande”, estuvieron en
el picadero platicando sobre el crimen de la joven de 26 años, y detallaron que
mientras “El Grande” golpeaba a la víctima, “La Wendy” y “El Taxista”, la
habían agarrado y sostenido de los brazos.
“Lloraba y suplicaba
que no la matáramos”, describió Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”,
después de presumir que era “sicario por encargo” y pertenecía a la célula de
“El Pollo” y sus jefes eran “Los 28”.
Los viciosos
obviamente no creyeron la versión, porque –según testigos— “nunca portaban
armas y mucho menos tenían vehículo propio”, sino se desplazaban a bordo del
taxi del papá de Manuel Joel Castro Zavala.
No obstante, y según
las investigaciones de la PGJE, regresaron al día siguiente al “picadero”
alrededor de las 5 de la tarde, quienes, llegaron cargados de mucha cerveza y
droga conocida como cristal, los cuales estuvieron en el lugar hasta el día
siguiente, cuando llegó “La Wendy”, donde se repartieron cinco mil pesos por el
crimen de la joven, distribuyendo el dinero de la siguiente manera.
1.- Dos mil pesos para Manuel Joel Castro Zavala “El
Taxista”.
2.- Dos mil pesos para Jesús Cirilo Almanza Cordero
“El Grande”.
3.- Mil pesos para Wendy Nayeli Geraldo Espinoza “La
Wendy”.
LA CAPTURA
El primero en ser
detenido fue Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista” en la ciudad de La Paz.
Cuando los agentes
de investigación de la PGJE, lo capturaron, de inmediato fue sometido a un
escrupuloso interrogatorio, y revisaron todas sus pertenencias.
En el chequeo de su
teléfono celular, los agentes encontraron algunas fotografías de una persona
torturada y enterrada en una fosa clandestina, quienes, sorprendidos
preguntaron a “El Taxista” sobre el origen de las gráficas.
El sicario respondió
“soy yo”, por lo que comenzaron a revisar y analizar detenidamente las
fotografías y confirmaron que efectivamente se trataba de él, por lo que
mayormente intrigados, lo cuestionaron.
Durante el
interrogatorio, Manuel Joel Castro Zavala, terminó por confesar que “había
fingido su muerte”, porque “Los 28 me mandaron asesinar, tras enterarse de que
la policía ya sabía que yo, El Grande y La Wendy, matamos a Elsa, y no querían
dejar testigos vivos que pudieran involucrarlos en el crimen”.
El matón explicó que
los sicarios que iban a matarlo “eran mis amigos”, y después de recibir la
orden “fueron y me buscaron y me dijeron que la única manera de perdonarme la
vida era que me golpearan fuertemente y fingieran mi muerte y enviarle las
fotografías a Los 28 y decirles que el jale estaba hecho”.
Entonces –según
testificó— “me pegaron unos putazos en la cara hasta que se me hinchara,
enseguida me amarraron y me tomaron fotografías, luego fuimos a un terreno y
cavamos una fosa clandestina y me metieron ahí y me pusieron una venda en la
boca y puse los ojos como si estuviera muerto y me tomaron otra fotografía y
entonces me sacaron y tapamos el hoyo, y me dijeron vete de aquí porque si te
ven ahora sí te matan, y ya estaba planeando irme cuando me agarraron”.
El sicario dijo que
sus presuntos victimarios le habían perdonado la vida, porque –entre otras
cosas— “yo saqué a La China, a La Gaby, y tres personas más, dos morras y un
bato, de la casa de seguridad de la colonia Solidaridad, cuando la Secretaría
de Marina y el Ejército Mexicano, reventaron la vivienda tras el enfrentamiento
que tuvieron la noche del 11 de marzo desde la playa Eréndira hasta cerca del
Santuario”.
El delincuente dijo
que “si yo no hubiera llegado esa noche, todos hubieran caído, y el menor
riesgo era que huyeran en un taxi, y por eso, fui y me los lleve a otra casa de
seguridad, donde incluso por las prisas hasta su bolsa de mano se le olvidó a
La China y sus teléfonos celulares”.
Ya “encarrerado”,
“El Taxista”, dijo a sus captores que “los sicarios que iban a matarme, y con
quienes me aventé algunos jales, andaban encabronados por las órdenes de Los
28, porque decían que no era justo que estuvieran matando a la gente que había
jalado con ellos por desconfianza o quitarse una bronca más, cuando uno estaba
arriesgando el pellejo y había dado todo, incluso me comentaron que así como
querían darme piso a mí, al rato iba a pasar exactamente lo mismo con ellos, y
con otros compañeros, y por eso ya muchos no querían jalar con ese grupo”.
Después del
interrogatorio, “El Taxista”, ofreció el domicilio particular de “El Grande” y
“La Wendy”.
El primero de ellos
fue ubicado y detenido, y la segunda –al cierre de esta edición— fue declarada
prófuga de la justicia.
LAS CONFESIONES
Durante el
interrogatorio, Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista”, confirmó su
participación en el crimen de Elsa Tomasa Cervantes Ancheta, quien expuso que
el 4 de mayo citó a la víctima alrededor de las 4 de la tarde en una tienda
Oxxo, localizada en la calle Salmón en el fraccionamiento “Camino Real”.
El delincuente dijo
que de ahí se dirigieron a su domicilio particular, donde agarró el taxi
propiedad de su padre, color rojo con azul, cuatro puertas, modelo 1999, línea
Breeze y marca Plymouth.
Acto seguido –según
el sicario— se fueron a un domicilio particular de un amigo de nombre “Joel” en
la colonia Olas Altas, y justamente en ese momento, recibe una llamada del jefe
de la célula de sicarios, identificado como “El Pollo”, quien ordena matar a
Elsa por instrucciones de “Los 28”.
El argumento –de
acuerdo a su testimonio— es que “se habían enterado de que Elsa andaba
chapulineando, es decir, vendiendo droga en la zona de ellos para la gente de
El Pepillo, ofreciéndome que me pagarían 5 mil pesos por el jale”.
El matón dijo que
sin que la víctima sospechara nada, y tras salir del lugar, fue a la casa de
Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”, y una vez, estando en el domicilio se
bajó y le preguntó textualmente: ¿necesitas dinero?, a lo que como respuesta,
recibió un “Sí”, por lo que lo convidó a matar a la joven, el cual rápidamente
abordó el taxi.
En el trayecto, los
dos deciden invitar a Wendy Nayeli Geraldo Espinoza “La Wendy”, quienes tras
contactarla por celular, regresan a la casa de “El Grande”, y mientras uno se
baja y platica con ella, el otro entretiene a Elsa, y entonces, convencida se
sube al taxi y enfilan hacia la carretera al sur.
La unidad automotriz
avanzó alrededor de 2.5 kilómetros, y entonces se mete por una brecha que
conduce a la colonia Maurel, y en el trayecto, se bajan para supuestamente
“sacar un clavo de droga” que habían dejado en el lugar y pegarse “una
loqueada”.
El primero en bajar
es “El Taxista” y enseguida “Elsa”, a quien ya abajo, comienza a interrogarla y
preguntarle textualmente ¿A quién le estás vendiendo droga?, por lo que Elsa,
responde que a nadie, y entonces comienza a jalonearla y pegarle, por lo que
comienzan a discutir.
Entonces –según el
delincuente— “La Wendy” desciende del vehículo y se lanza sobre “Elsa” a
golpes, por lo que no se deja y empiezan a golpearse entre ellas a trancazos,
patadas y jalones de greñas, y es cuando en un jalón, las dos caen al suelo y
forcejean.
Durante el forcejeo,
“El Taxista” observa en desventaja a “La Wendy”, por lo que instruye a “El Grande”,
aventarse “el jale” de una vez, porque es el momento oportuno, por lo que abre
la cajuela del taxi y saca una cruceta de metal, con la cual comienza a golpear
en la cabeza a Elsa, y como no soltaba a “La Wendy”, entonces se abalanza hacia
la cara.
La víctima opuso
férrea resistencia, a tal grado que entre “La Wendy” y “El Taxista”
prácticamente tienen que agarrarla de ambos lados, por lo que “El Grande”,
comienza a golpearla con la punta de la cruceta de llantas en la cara y varias
partes del cuerpo, hasta que la debilita, y textualmente exclama: ¿Por qué me
hacen esto?, y entonces recibe un brutal golpe en el cuello y comienza a
convulsionarse.
Los tres asesinos
–según “El Taxista”— la observan hasta que deja de respirar y moverse y la
voltean boca abajo, por lo que limpia la cruceta, abordan el taxi y se van.
Terminado el crimen,
primeramente dejan en su casa a “La Wendy” en la colonia La Pasión, y después
se van en dirección a la casa de otro amigo de nombre Manuel Mendoza Mendoza
“El Chapo”, y a quien pidieron permiso para bañarse y “les prestara una ropa,
porque se habían aventado un jale”, por lo que se negó y se marcharon, cayendo
en la casa de Guadalupe Vargas Navarro “El Vargas”, a quien pretendieron vender
la cruceta metálica, y “deshacerse del arma criminal”, pero en ésas estaban,
cuando repentinamente aparece el padre de “El Taxista”, y pide la entrega del
vehículo, y se va dejándolos a pie.
En su declaración,
Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”, confirmó la versión de “El Taxista”,
y dijo que “El Vargas” se negó a comprar la cruceta metálica, porque “no sabía
de dónde la habían sacado”.
Finalmente, terminó
por aceptar que el crimen que cometieron es “una nueva modalidad que están
utilizando los sicarios para no dejar huellas de armas de fuego y confundir a
las autoridades sobre si es un crimen pasional o un delito del crimen
organizado, donde inclusive la gente que están contratando ya es de un perfil
mucho más bajo, como viciosos, ladrones, asaltantes y hasta prostitutas que
están contribuyendo en esta guerra por la plaza”.
Los últimos asesinatos
Fecha
|
Víctima
|
Apodo
|
Lugar
|
21 de Mayo
|
Víctor Manuel Alvarado
|
Fue ejecutado en estacionamiento de Casino Fortune en avenida Forjadores y El Triunfo en fraccionamiento Bellavista en La Paz
| |
22 de Mayo
|
José Ramón Cruz
|
El Moncho
|
Fue ejecutado en calle San Gregorio y San Ernesto en colonia San Miguel II en La Paz
|
22 de Mayo
|
José Arturo Madrid Félix
|
El Güero de Sinaloa
|
Fue ejecutado en San Gregorio y San Ernesto en colonia San Miguel II en La Paz
|
24 de Mayo
|
Fabiola Patricia Estrada Zazueta
|
Fue ejecutada en calle San Martín y Santa Bárbara en Santa Fe en La Paz
| |
24 de Mayo
|
Valerio Ramírez Ruiz
|
Fue ejecutado en calle San Martín y Santa Bárbara en Santa Fe en La Paz
|
Fuente: Investigaciones ZETA
(SEMANARIO
ZETA/ REPORTAJEZ BCS/ Investigaciones ZETA/ 02 de Junio del 2015 a las 12:00:47)
No hay comentarios:
Publicar un comentario