domingo, 24 de noviembre de 2013

CALOMATO,SINALOA...HERIDOS Y ABANDONADOS POR EL EJÉRCITO

Calomato. Confusión y sospechas.
No auxiliaron militares a baleados de Calomato

Todo es confusión en el ataque a balazos que sufrieron varios civiles en un retén militar ubicado en la comunidad de Calomato, municipio de Mocorito, donde lo único cierto es que fueron familiares y no personal del Ejército Mexicano quienes auxiliaron a los dos heridos y los trasladaron al Hospital General de Culiacán.

Darío Castro Inzunza y Édgar Ulises Castro Parra de 13 años, padre e hijo, viajaban en una camioneta, al parecer Tacoma, con rumbo a Culiacán. Aparentemente venían de la comunidad de Buenavista, donde tienen su domicilio, y traían carbón para llevar a vender a Culiacán.

Información proporcionada por los heridos indica que los militares del retén les hicieron señas para que se detuvieran y justo cuando iban a ser revisados, pasó otro vehículo desde el cual les dispararon. El saldo fue de dos civiles heridos; no hay reportes oficiales del acontecimiento, solo versiones en el sentido de que los uniformados repelieron la agresión.

“Estoy herido”, habría dicho uno de los lesionados a los militares, pero estos los ignoraron.

El caso es investigado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), cuyo personal se entrevistó con los lesionados. El expediente será enviado al organismo nacional (CNDH).

Aquella madrugada

Los militares instalaron el retén por la carretera México 15, frente a la comunidad de Calomato, a pocos kilómetros del crucero de Pericos. Eran alrededor de las 4:00 horas de ese domingo 17 de noviembre cuando los vecinos empezaron a escuchar el ruido de los motores de las patrullas verde olivo.

Luces rojas y azules. Conos anaranjados y una fila de soldados y camionetas a lo largo de la carretera y justo en la entrada a la comunidad, abarcando un tramo cercano a los 200 metros. Versiones extraoficiales señalaron que hubo otros enfrentamientos y persecuciones entre militares y un grupo armado, la noche del sábado y madrugada del domingo. Nadie ha confirmado esta información.

Lo cierto es que esa noche y madrugada hubo al menos tres retenes en la región. Los vecinos del lugar señalaron que los militares instalaron puntos de revisión cerca del poblado La Vainilla, en el crucero de la México 15 con la carretera que lleva a Badiraguato, y otro más muy cerca de la caseta de peaje con rumbo a Culiacán.

La tensa calma de esa madrugada se rompió cerca de las 5:00 horas. Los vecinos de Calomato escucharon primero una ráfaga y luego muchos disparos. Todo parece indicar que se usaron varias armas y que los militares repelieron el ataque, pero no hubo aprehensiones.

Juan, que vive muy cerca de la carretera, fue despertado por las detonaciones. Por fortuna esa madrugada estaba solo, de lo contrario el espanto se habría multiplicado. Le pareció escuchar que un proyectil atravesó sus paredes o el techo. No quiso saber. Se echó al suelo y como pudo buscó refugio en un cuarto más lejano a la carretera. Y ahí se quedó.

“Hubo balas a lo cabrón”, dijo, ya repuesto del susto.

Carboneros

Eso son y a eso se han dedicado durante muchos años Darío Castro y su hijo Ezequiel, igual que otros integrantes de la familia. Oriundos de la comunidad de Buenavista, en el municipio de Salvador Alvarado, pasan muchos días de la semana por esta carretera y con destino a Culiacán.

Son cerca de 100 kilómetros y hay que madrugar. El objetivo: vender carbón que ellos mismos recolectan y procesan, para de ahí mantenerse.

Esa mañana, poco después de las 5:00, no solo no pudieron lograr ese objetivo cotidiano de entregar el producto y obtener unos billetes, sino que ambos resultaron heridos de bala: Darío, de 38 años, en el hombro, y su hijo Ulises con un rozón en la cabeza.

La versión inicial fue que los militares les habían disparado porque, al parecer, estos pretendieron brincarse el retén. Pero luego las víctimas aclararon que no sabían quién les había disparado y ellos estaban a punto de ser revisados por los soldados cuando empezó la balacera y cayeron heridos.

Uno de los militares, recordó Darío, les ordenó que se metieran a la comunidad, cuando le avisaron que estaban heridos. Fue un familiar que iba con ellos en la camioneta quien manejó hasta una vivienda de unos parientes, en Calomato, en busca de ayuda.

¿Escuchaste?

La señora Santos y su esposo Candelario escucharon las detonaciones. Él ya estaba despierto. Hombre de campo, ya saboreaba un café y se preparaba para ir a trabajar. Su esposa y él se preguntaron lo mismo.

“¿Escuchaste?”, preguntó él. Ya no fue necesario esperar: afuera, frente a la casa, alguien grita y les llama por su nombre. Era un familiar. Cuando abrieron la puerta se dieron cuenta que con él venían Darío y su hijo Ulises, ambos con heridas de bala.

“Pidieron pastillas para el dolor y se las dimos. Los miramos y nos espantamos. El niño decía que se sentía mal, que se iba a desmayar. Y fue mi esposo quien los llevó al hospital en la camioneta roja que tenemos”, recordó Santos.

Los lesionados, agregó, contaron que los militares los habían detenido para una revisión, cuando empezó la refriega y resultaron con heridas de bala. El menor, que venía dormido y recargado en su padre, en la cabina de la camioneta, sangraba de la cabeza.

Ambos permanecen internados en el Hospital General, en Culiacán, y de acuerdo con los informes rendidos por la Secretaría de Salud, están fuera de peligro, aunque el menor, debido a una hemorragia, tuvo lapsos críticos.

En Calomato, los vecinos informaron que un grupo de militares acudió días después para investigar lo que había pasado. Ramón Méndez, comisariado ejidal, fue uno de los abordados por los soldados, quienes le preguntaron si sabía de un joven herido de bala durante la madrugada del domingo. Pero no pasó de ahí.

Santos dijo que siempre han tenido comunicación y buena relación con los parientes de Buenavista, quienes antes los han buscado porque se les acaba la gasolina, el vehículo había quedado descompuesto en algún punto de la carretera o se les había ponchado una llanta.

Esta vez fueron heridas, dolor, miedo. Y sangre.

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