lunes, 15 de julio de 2013

EXPEDIENTE CRIMINAL: EL CIBERCHACAL

Saltillo, Coahuila.- Tras quitarse de la computadora donde fraguaba sus encuentros amorosos, Ramón corrió desesperado hasta la camioneta donde validaría su cita con el destino anhelado, porque el deseo de fornicar con una niña lo había rebasado inevitablemente.

Aturdido por las imágenes mentales que lo ubicaban en pleno coito callejero, el minero se comía los kilómetros de la carretera a Zacatecas buscando llegar a la central camionera de Saltillo lo antes posible, afanado en sentir los placeres carnales en un cuerpo ajeno.

Por su parte, “Brenda” aguardaba emocionada el arribo del príncipe azul que había contactado por Facebook, ignorando que su ingenuidad le haría vivir uno de los pasajes más amargos en su andar por las redes sociales.

CASUALIDAD VIRTUAL

Fatigado por la intensa jornada de labores en el yacimiento de plata, el afi cionado al internet se dejó caer en la silla que tomaba como botón de escape al mundo de los sueños irreales, utilizando la tecnología para olvidarse del entorno.

Con la ropa mugrosa y el cuerpo cansado prendió el monitor, que de inmediato lo transportó hasta las más remotas dimensiones, navegando con la naturalidad que sus intenciones de distraerse le permitían.

Aquel atardecer de junio transcurrió sin contratiempos para el sujeto que por unos pesos se castigaba el lomo taladrando piedras en las entrañas de la tierra, aunque las circunstancias se conjugarían para traicionarlo cometiendo el tropezón que lo metería en problemas.

Y es que entre el mar de opciones que tenía para distraerse, Ramón decidió abrir su cuenta de Facebook animado por la idea de platicar con alguien, pues su miércoles se había convertido en una piedra que intentaba partir de cualquier manera.

Repentinamente, la fotografía de una menor plasmada en la pantalla lo hechizó emocionalmente y sin pensar en las consecuencias entabló una charla con ella, donde tras varios minutos de cortejo virtual supo que se llamaba “Brenda” y apenas tenía 10 años de edad.

Emocionado por la idea de relacionarse con mujeres ajenas, el casado infeliz se afi anzó a la computadora haciendo de la chamaca su nueva conquista cibernética, comenzando una amistad que se saldría de control sin que ambos se dieran cuenta.

Sintiendo el escalofrío sexual que recorría su cuerpo, el minero se propuso conocer en persona a la estudiante de primaria que aliviaría sus penas emocionales, haciendo del primer encuentro por computadora su pretexto para seguir acechándola con sigilo.

ENCUENTRO ARREGLADO

Durante varios días, los roces virtuales entre los amigos dieron paso a la seducción que rompió la barrera del espacio, porque mientras el treintón cumplía sus deberes en suelo zacatecano, la infante de ilusiones recatadas se fundía en los estudios que ocupaban su tiempo en una escuela saltillense.

Pero ése no sería impedimento para cristalizar la amistad que entre ambos había surgido de manera fortuita, y es que Ramón se encargó de avivar las posibilidades de un potencial encuentro que se hizo realidad por voluntad de ambos.

Sofocado por el ardiente sol que atacaba la veta en que subsistía, “Édgar” caminó con difi cultad hasta el sitio donde descansó su adolorido cuerpo, por lo que cumpliendo con su ritual de costumbre prendió la computadora para reencontrarse con la mujer de sus sueños.

Eufórico por la charla que sostenía con su futura víctima, tiró el anzuelo verbal que rápido se clavó en la menor, con quien quedó de reunirse para darle forma al cariño que desde siempre dijo sentir por ella, pero que fi ncó con mentiras asegurándole que apenas cruzaba por la adolescencia.

Utilizando su vehículo para deslumbrar a la chiquilla, el depravado sin rostro utilizó el exterior de la central camionera como punto de las reuniones furtivas que supo aprovechar, porque haciendo labor de convencimiento logró repetir la historia en diversas ocasiones.

En cada reunión, el minero sacó a relucir sus dotes de Romeo moderno paseando a la estudiante por todas partes, fi ncando en ella el aprecio que transformó en pasaporte hacia sus verdaderas intenciones de acceder a una relación erótica.

Convencido de que ya podía dar el paso defi nitivo hacia sus aspiraciones sexuales prohibidas, el trabajador maquinó la idea perfecta para conducir a la niña hasta el terreno idóneo donde validaría sus bajezas corporales sin problemas.

ULTRAJE REAL

Visiblemente emocionado porque la hora de la verdad había llegado, el que hasta entonces había encubierto su identidad haciéndose llamar Édgar detuvo la troca roja en los linderos de una plaza de la Zona Centro…donde ocurrió lo inevitable.

De pronto, un toquido suave en la puerta de la Ford lo sacó de sus pensamientos y ahí estaba, era “Brenda”, que con su vistosa indumentaria lo cegó por completo, subiendo al mueble donde pasaron el tiempo que prometía convertir el deseo en pasión.

Horas después la magia entre los enamorados virtuales acabó y el galancete de pueblo sacó lo peor de sus modales corriendo a la chamaca del lugar, vociferando los insultos que derrumbaron su castillo de alucinaciones románticas.

Mientras el chacal retornaba a su sitio de trabajo con el ultraje cumplido a placer, la menor deambulaba destrozada hasta la casa donde fabricó la burbuja invisible en que escondió el secreto de tan funesta experiencia.

Desengañada del enamorado artificial que mató sus anhelos de golpe, “Brenda” se refugió en el carácter agresivo con que invadió su recámara, atrayendo la atención de sus padres, que la cuestionaron sobre tan drástico cambio emocional.

Ya con las aspiraciones afectuosas apuñaladas por el hombre que la sometió sin piedad, la niña decidió contar el origen de sus pesares, liberando el estrés que sentía y provocando alarma entre sus progenitores, que planearon la manera de cobrar venganza.

Mientras la respuesta de los ofendidos llegaba, la pequeña de fantasías adolescentes reanudó sus quehaceres infantiles acudiendo al colegio donde comenzó a liquidar su terrible experiencia tomando los libros como aliados.

DULCE VENGANZA

Conscientes de que debían lavar la honra familiar, los afectados acudieron ante las autoridades ministeriales para colocar su denuncia de hechos por delito equiparado a la violación, comenzando el desquite de la ultrajada, que rendiría frutos días después.

Trabajando con los agentes policiales asignados a la misión, la víctima retomó el hábito de la computadora para ubicar a su victimario, contactándolo para hacerle renacer un deseo inquebrantable de buscarla y repetir la bajeza que lo había dejado emocionado.

Sin tanto batallar, “Brenda” lo convenció para que se reunieran en el lugar de siempre, bajo la promesa de un momento pasional que sería inolvidable y con la culminación de lo que tanto deseaba el impulsivo minero.

Haciéndose pasar como la joven traicionada, los sabuesos ministeriales endulzaron el oído del chacal que sin pensarlo aceptó la invitación, ignorando que eran los agentes quienes habían creado la trampa para arrestarlo con facilidad.

Como todos los martes de delirio, Ramón pisó el acelerador del vehículo, que estacionó en las afueras de la central camionera de Saltillo, sufriendo la sorpresa de la que no alcanzó a reponerse a tiempo.

Esto porque en una rápida ofensiva, los encargados de la diligencia rodearon la camioneta guinda que el jarioso pretendía usar como nido de amor, validando la orden de aprehensión girada en su contra bajo el delito equiparado a la violación por recaer en persona menor de 12 años.

“No la violé, además yo pensé que tenía 16 años porque ella me dijo eso”, fueron las primeras palabras del acusado para defender la libertad que vería coartada gracias a los impulsos sexuales que lo traicionaron como siempre.

LIBERTAD JUDICIAL

Así comenzó una batalla legal para el minero, que multiplicó esfuerzos para demostrar su inocencia ante el juez segundo de lo Penal, recibiendo el auto de formal prisión por las acusaciones en su contra desde un principio.
Durante meses, la atención de la sociedad reposó sobre el sujeto, que incansablemente negó la versión de la menor que lo señalaba como su atacante físico, logrando resultados que lo sacaron del problema cuando nadie creía en su inocencia.

Por decisión del fi scal asignado, el minero quedó absuelto de toda culpabilidad al no encontrarse los elementos que atribuyeran culpabilidad, recuperando la libertad anhelada año y medio después de su arresto.

“No quedó acreditado el delito de violación porque no se comprobó que hubiera habido cópula, y como ése es el primer elemento que pide el delito de violación califi cada, pues ésta no fue acreditada”,

manifestó el juez encargado de las diligencias.

Ahora, Ramón vive del presente y ampara sus acciones con el trabajo que nunca debió haber dejado, mientras intenta borrar el pasado que le robó 16 meses de su vida con la prisión que sufrió, según las autoridades, por un delito que no cometió.

(ZOCALO/  Revista Visión Saltillo/ Rosendo Zavala /15/07/2013 - 04:00 AM)

No hay comentarios:

Publicar un comentario