
Víctor Hugo Michel
El Departamento de la Defensa de esa nación anunció que en junio serán
enviados 500 elementos de élite para frenar las operaciones de ese
cártel.
Guatemala • El grupo de soldados, con los rostros cubiertos
por camuflaje negro y verde, corre por el sendero tallado a la mitad de la selva
centroamericana. Están iluminados por una antorcha. En el fondo se escucha el
tableteo de ametralladoras pesadas. Una carga de TNT cimbra la tierra.
“¡Sangre! Guerra! ¡Nervio!”, canta el líder, para prender a la tropa y
marcarle el ritmo. Una decena de hombres con metralletas en las manos y
cuchillos en los cintos responde con su propia estrofa. Es su forma de lanzar
una advertencia, al inicio de lo que para todo fin práctico es una misión de
combate contra el narcotráfico mexicano: “¡Enemigo, si te alcanzo, yo te mato!”.
El que grita y marcha entre el follaje es un pelotón de kaibiles que entrena
para la misión que le será encomendada en las próximas semanas: custodiar la
frontera con México y enfrentar de lleno a Los Zetas, que han convertido
distintas partes del selvático Departamento del Petén en una base de operaciones
desde la que se cruza cocaína a territorio mexicano.
A poco más de un mes de que el ejército de Guatemala transporte a sus
unidades de fuerzas especiales Kaibil a la selva petenera, las tropas de élite
de ese país aceleran su preparación en El Infierno, la escuela de adiestramiento
del cuerpo de comandos guatemaltecos.
Será un despliegue militar que Guatemala no ha visto desde el fin de su
conflicto interno en 1996 y que llevará a que el ejército de ese país encargue a
la recién creada Brigada Especial de Operaciones de Selva Teniente Coronel de
Infantería Víctor Augusto Quilo Ayuso el mandato de reponer la fuerza del Estado
en el norte de Guatemala, en los territorios más despoblados y remotos de este
país.
El pelotón, una feroz fuerza de combate cuyo destino es El Petén, trabaja
actualmente azuzado por lemas pintados en distintas partes del centro de
entrenamiento. Uno sobresale por encima de otros: “Si avanzo, sígueme. Si me
detengo, aprémiame. Si retrocedo, mátame”. Es el lema kaibil de lucha y parte de
un espíritu de cuerpo que incluye monumentos, héroes, símbolos y tradiciones que
lo diferencian del resto de los soldados del ejército, a los que los comandos
suelen llamar medio en broma, medio en serio, “cangrejos”.
Pero una duda surge: si se les va a lanzar al frente de batalla, ¿cómo evitar
que estos comandos con conocimientos letales después se vayan a las filas del
crimen organizado, como sucedió con Los Zetas, en algún momento integrantes del
Grupo Aerotransportado de Fuerzas Especiales GAFES) del Ejército mexicano?
El Ministerio de la Defensa Nacional de Guatemala asegura que eso no pasará.
Los kaibiles, sostiene la entidad, no saltarán a las líneas de enfrente, debido
a los filtros que se han creado para evitar que potenciales desertores lleguen a
tomar entrenamiento en El Infierno.
“Nosotros no entrenamos criminales”, asegura el coronel Rony Urizar, portavoz
ministerial. “El personal que toma el curso kaibil tiene que pasar por un
proceso de selección y llenar ciertos requisitos”.
Oficialmente, el ejército de Guatemala tiene datos de que 14 kaibiles en
retiro fueron acusados de asociación con el crimen organizado —desde Los Zetas,
el cártel de Sinaloa hasta La Familia Michoacana—, una cifra que representa 0.20
por ciento de más de 6 mil 500 rangers entrenados desde la fundación del cuerpo,
en los años 70.
En cuanto a desertores, soldados que abandonaron el servicio activo, el
Ministerio de la Defensa tiene noticia de tres, detenidos por el gobierno
mexicano en Chiapas, en 2007.
Urizar sentencia que el objetivo del narco mexicano es ganarse a personal
altamente entrenado con base en ofertas económicas.
“Pero ellos no van a caer si
tienen bien formada su cimentación”, afirmó.
Construido en el centro de la selva petenera cerca de la población de Poptún,
el campamento de El Infierno es uno de los secretos mejor custodiados del Estado
guatemalteco.
Desde su fundación, en 1975, ha permanecido mayoritariamente
vedado a civiles y extranjeros. Entre los cuerpos militares de la región es una
instalación de renombre.
También para grupos defensores de derechos humanos, que le consideran sede de
un cuerpo que participó en violaciones humanitarias durante el conflicto interno
guatemalteco.
Hoy se ha dado acceso a MILENIO para presenciar los últimos preparativos del
despliegue Kaibil a las cercanías de Chiapas.
“Solía haber un letrero que decía: ‘persígnense antes de entrar’, pero lo
quitamos hace unos años”, dice el mayor Nelson Muñoz, del Departamento de la
Defensa de de la plaza de Zaculeu, una ciudad maya que nunca fue conquistada por
los españoles.
Una pirámide maya de tamaño real fue erigida en el centro para
las ceremonias de graduación de los comandos.
Guatemala. “Ahora le llamamos El Monasterio, porque aquí preparamos a
nuestros guerreros”.
El campamento está imbuido de la hermética mística de los kaibiles. Por todos
lados hay pintas que piden al soldado sacrificarse.
El “cerro del honor” —como
se conoce a una colina en el centro de la base— tiene un letrero enorme con el
nombre Kaibil y una estatua de un comando vigilante. Su bandera debe permanecer
ondeando las 24 horas del día.
En el interior la base cuenta con un santuario que contiene la réplica de la
plaza de Zaculeu, una ciudad maya que nunca fue conquistada por los españoles.
Una pirámide maya de tamaño real fue erigida en el centro para las ceremonias de
graduación de los comandos.
Y hay otras construcciones. En previsión a sus
operaciones en El Petén y a lo que podrían encontrarse los soldados una vez que
se lancen contra los cárteles de la droga, han sido elaboradas réplicas de un
campamento narcoguerrillero en la selva y una casa de seguridad.
En las últimas semanas han sido tomadas por asalto una y otra vez por las
unidades de fuerzas especiales.
Es un entrenamiento que no tiene horarios: las
explosiones en El Infierno son un hecho continuo y aún de madrugada es posible
escucharlas, señal de que el pelotón entrena en batallas nocturnas como las que
pueden enfrentar en la selva.
En unas semanas más estos comandos estarán en la
frontera con México. Serán una variable más en la ecuación de combate al
narcotráfico.
Una fórmula que podría leerse como (k)+(z)=?, cuyo resultado está
por despejarse cerca de Chiapas.
Mientras tanto, en El Infierno las metralletas
siguen sonando
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