martes, 10 de enero de 2012

EL DIRECTOR "CUENTA CONMIGO"


Santamaría es sicario del periodismo en “término figurativo”: Figueroa Cancino
Cayetano Osuna  
José Luis Jorge Figueroa Cancino, director de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS en Mazatlán, miembro activo de Cuenta Conmigo A.C., fue uno de los directores que cerraron el 31 de diciembre de 2011 suscribiendo el desplegado que respondió haciendo un “bosquejo biográfico” de cada uno de los exrectores de la máxima casa de estudios en Sinaloa, firmantes del manifiesto “antifascista” publicado en abierto apoyo al catedrático Arturo Santamaría Gómez, alimentando más el encono entre los adversarios.



Pero Figueroa Cancino no solo suscribió dicho desplegado contra los otrora rectores de la UAS que cerraron filas en defensa del también columnista del diario Noroeste Mazatlán, sino que participó en la revisión del desplegado publicado el 9 de diciembre, en el diario El Debate de Culiacán, donde tildan a Santamaría Gómez de “sicario del periodismo” y donde este vio señales de una amenaza implícita a su integridad física y/o patrimonio familiar (Ríodoce 464).

Una semana después de publicado el libelo, el catedrático de la UAS denunció a Héctor Melesio Cuen Ojeda, exrector de la Casa Rosalina, ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos y la Procuraduría General de Justicia del Estado, como presunto maquinador del escrito anónimo, querella penal que obligó a Miguel Ángel Díaz Quintero, profesor de la Preparatoria Rubén Jaramillo, en el puerto, a sacar la cabeza y adjudicarse el “manifiesto” (Ríodoce 466).

En cuanto asomó la cabeza, Díaz Quintero, quien aparentemente tiene un doctorado (en “tirar la piedra y esconder la mano”, dicen sus detractores)” en España, recibió tremenda arremetida desde la columna sabatina titulada Defender la verdad es defender a la universidad, publicada el 31 de diciembre en la página 4A del diario Noroeste, por Arturo Santamaría:

“El vocero de Héctor Melesio Cuen en Mazatlán, Miguel Ángel Díaz Quintero, se atribuye un desplegado anónimo y amenazador que apareció el 9 de diciembre en el diario El Debate de Culiacán, contra mi persona”.

“Cuen Ojeda se tardó casi quince días en ordenarle a su vocero que declarara ser el autor del libelo y respondiera a mis artículos. La lealtad del vocero al alcalde de Culiacán será recompensada con la Vicerectoría de la UAS en la zona sur; ya desde hace varias semanas se la prometieron y ahora lo ponen a prueba pidiéndole que se responsabilice de las palabras de su jefe”.

El miércoles 4 de enero, entrevistado por este semanario sobre el diferendo universitario, Figueroa Cancino, director del recinto de donde egresarán los futuros “científicos sociales”, dijo que en la Facultad de Ciencias Sociales todos los profesores tienen garantizada su libertad de cátedra y su libertad de expresión, sin cortapisas.

“Fue un exceso… pero se le respeta”, dijo el entrevistado en relación a la decisión del profesor Arturo Santamaría Gómez de llevar el caso a los tribunales.

—¿Usted suscribe el desplegado del 9 de diciembre? —preguntó Ríodoce a Figueroa Cancino.


—Suscribo la postura del desplegado en este sentido: Arturo ha tenido la plena libertad de hacer la crítica a lo largo de sus columnas, reiteradamente ha cuestionado al rector (Víctor Antonio Corrales), al exrector (Héctor Melesio Cuen Ojeda), ha hecho, toda su postura se ha respetado. Pero de la misma forma hay otro desplegado y otra postura que responde, es un ejercicio…

—¿Usted suscribe que Arturo Santamaría es un “sicario del periodismo”?


—Mira, el concepto ya se explicó en qué contexto se da, ¿no? Así como hay mafias políticas, también es una contextualización del término, es un término figurativo.

—¿Aquí en la UAS hay mafias?


—Acuérdate que en general, en la política mexicana se ha hablado (de mafias) son figurativos no tienen por qué asustarse nadie. El concepto, ya se ha explicado, se ha acotado, de que un profesor que ha tenido la libertad de sistemáticamente cuestionar al otro, de vulnerar al otro, en ese contexto es figurativo. También pudiera hablarse de que hay caciques intelectuales, ¿por qué no pensarlo?

—¿Quiénes son los caciques intelectuales de la UAS?


—No, no, no hablo de la UAS, hablo en general, estoy hablando figurativamente. Al igual que en la economía, la política, ¿por qué no decir?... que también en las ideas se dan personas que creen tener la libertad plena, la verdad absoluta. Se da en la política y en la intelectualidad.

—¿El primer desplegado lo suscribe usted en un 90 por ciento?


—No, asumimos el contenido general, no quiero pelearme con los conceptos particulares…

—¿Usted participó en la elaboración del desplegado del 9 de diciembre?


—Tuve conocimiento del desplegado. Lo apoyamos, en el sentido de apoyar la postura de respuesta en general. Supe posteriormente que se publicó, lo revisamos y a mí me pareció correcta la postura de responder a la crítica de otro profesor universitario. Pero este o aquel desplegado, lo que quieras, el punto es…

—¿Entonces usted apoyó los dos desplegados?


—Sí… el punto es muy sencillo, y más que apoyar este o aquel desplegado, espérame tantito, mi postura es avalar, proteger, tutelar la libertad de crítica, la libertad de expresión que tiene toda la comunidad universitaria, esa es mi postura. Tanto tiene la libertad el maestro Arturo Santamaría y se la hemos respetado, y tanto tiene la libertad de un grupo de universitarios también de cuestionarlo.

“¿Por qué entonces asustarse? 



Al margen de qué conceptos se hayan utilizado, finalmente es una crítica y un cuestionamiento también a ideas. Entonces la libertad de crítica tiene que visualizarse de aquí para allá y de allá para acá”.
—Figueroa Cancino.


El despotismo iletrado


James Ibarra
Una hojeada al pasado no está de más. En la primera década de los años ochenta, a Jorge Medina Viedas, entonces rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, le complacían muy poco los elogios. Incluso llegaba a despreciar esas glorificaciones baratas que le hacían los no muy apreciables “abyectos”. El entonces rector le tenía más simpatía a los coletazos críticos, los cuales los recibía con una carcajada de placer.

En aquel entonces las “simpatías y las divergencias” y la “pasión crítica” eran elementos sustanciales en el desarrollo democrático y plural de una institución educativa. Esos elementos ayudaron en mucho a defender a la Universidad Autónoma de Sinaloa contra la embestida del entonces gobernador Antonio Toledo Corro.

¿Qué sucedió después de tres décadas? Sabemos que la Universidad creció en niveles cuantitativos y cualitativos —en estos términos menos de lo esperado—, subrayó su importancia dentro de la sociedad, sin embargo, la UAS poco a poco fue tocando la cortina de su propia opacidad: esta institución empezó a ser dirigida por sus propias miserias. 



Como aquel viejo personaje de la película Regreso al futuro, que después de muchos años de ausencia no puede creer que los Estados Unidos fueran dirigidos por Ronald Reagan, en la UAS, la centenaria institución fundada por Eustaquio Buelna, es fácil que alguien se hubiera ido de bruces al regresar del pasado y enterarse que la dirigían personajes como Gómer Monárrez y Héctor Melesio Cuen Ojeda.

Si la vuelta de tuerca se fue dando poco a poco, es gracias a este último que la rectoría universitaria institucionaliza la intolerancia. La crítica, la divergencia, se vuelven asunto de otras latitudes.

Un director de escuela me comentó en alguna ocasión que en el Consejo Universitario todo era acuerdo, todo lo que dijera el rector era el camino a seguir. Parecía que como en la caricatura Los apoyadores de Abel Quezada, todos estaban listos para responder a los impulsos del rector. En esta sintonía se asignarían directores y se señalaría sobre todo a los críticos de Héctor Melesio Cuen Ojeda.

Como con Luis XIV y el Estado, criticar a Cuen era criticar a la UAS en su totalidad. De ahí que no se tarde en implementar la denominada ley mordaza, la cual condenaba a todos los críticos del rector. A propósito de esta ley, un académico que hoy ocupa un puesto de primer nivel en la Universidad Autónoma de Sinaloa me comentó que esa ley era una soberana pendejada, ya que ni en las universidades del stalinismo hubiera existido.

En este sentido, cabe destacar que a estos supuestos críticos de la Universidad —como los llamaba Cuen—, jamás les leí o les escuché una crítica a la Universidad. Las críticas se las hicieron al autoritarismo del exrector Héctor Melesio Cuen Ojeda, es decir, a lo menos universitario que tenía y debe tener una universidad.

Y es que el gran problema estuvo en que la Universidad Autónoma de Sinaloa pasó por una reforma encabezada por el menos apto para hacer una reforma. 



Un personaje de muy bajo perfil académico, con un discurso destartalado, con una ignorancia y una terquedad peligrosas para la vida universitaria misma. 


Un personaje que además tenía la inquietud de subirse al pedestal de la política sin tener el más mínimo carisma, pero que tomaría como bastión político y económico a la Universidad Autónoma de Sinaloa.

A lo largo de la historia reciente de la UAS, era de agradecerse que no prevaleciera el poder detrás del poder en Rectoría. Con sus cosas a favor y en contra, el rector era el rector.



Sin embargo, cuando terminó su periodo como dirigente de la UAS, Héctor Melesio Cuen ya tenía acomodadas las cartas de su sombra tras los telones de Rectoría. 


Si Raúl Padilla en la Universidad de Guadalajara había fundado su “despotismo ilustrado”, a Cuen Ojeda le interesaba fundar un “despotismo iletrado”. 


El escenario lo había construido a su favor: una universidad y un Consejo Universitario controlado, una universidad sin discusión, despojada de crítica y el nombramiento y el manejo de un rector a su antojo. En fin, una universidad en la que se tuviera sobre todo miedo a expresar de manera abierta las ideas.

Vale la pena señalar que esa supuesta tranquilidad, contrario a lo que se puede pensar, es nociva, frustrante y mediocre en cualquier ámbito académico. 



Es algo parecido a esa “violencia de la calma” de la que hablaba Viviane Forrester, terreno fértil para las dictaduras, la intolerancia y el surgimiento de los gobiernos más mediocres e inhumanos.

Se podría haber pensado, con cierto grado de optimismo (o de ingenuidad), que el rector Víctor Antonio Corrales Burgueño poco a poco se iría deshaciendo de las huestes cuenistas, sin embargo no fue así. 



Estas se enquistaron en la Universidad como si fueran un autentico cáncer. 


El capítulo que vino a probar esa desequilibrada injerencia fue el claro triunfo de Medrano en las elecciones del Suntuas Administrativos, triunfo que no fue reconocido por las instancias electorales a causa de las recomendaciones hechas por Cuen Ojeda. Además de la continua injerencia en el nombramiento de directores de escuelas y facultades.

Hace unos días se abrió un nuevo capítulo que ensombreció la vida universitaria. El 9 de diciembre apareció publicado un desplegado en el que se califica al académico Arturo Santamaría como un sicario del periodismo. 



El colmo es que el alcalde Héctor Melesio Cuen Ojeda aseguró que el mismo desplegado pintaba “de cuerpo entero” al también periodista. 


A esto se le agrega el hecho de que en el cobarde desplegado se acusa a Santamaría de propiciar o provocar, con su crítica, posibles atentados contra la institución o sus integrantes. ¡Cuánta aberración!

La campaña de linchamiento de Cuen Ojeda hacia Arturo Santamaría no es nueva y parece quererla continuar a como dé lugar. 



 Esta campaña constituye un atentado contra la libertad y los mínimos derechos de cualquier ciudadano universitario. En esa campaña se revela que Héctor Melesio Cuen Ojeda no solo ha secuestrado a la Universidad Autónoma de Sinaloa, sino que ha querido imponer una serie de reglas fascistas desde el Ayuntamiento de Culiacán.

Entiéndase: la crítica es un ejercicio necesario en cualquier sociedad y por supuesto en cualquier universidad. Arturo Santamaría la ha ejercido sin cortapisas a lo largo de muchas décadas. Que no le guste al alcalde de Culiacán lo que dice ese es su problema.

La honorabilidad, el trabajo académico y de investigación, el ejercicio crítico congruente no pueden ser destruidos por nadie y mucho menos por los antojos de un político menor y sin escrúpulos. El trabajo y el reconocimiento de Arturo Santamaría tanto en universidades nacionales como extranjeras hablan por sí mismos, son su mejor defensa hacia esos ataques que le quieren propiciar los enemigos de la Universidad y de una verdadera sociedad abierta.

De Cuen Ojeda puedo decir que llegó a la Rectoría con un dispendio burdo de recursos económicos, que impuso una reforma que lo encumbró como amo y señor de la UAS.



Puedo decir que está muy lejos de tener una producción académica relevante, que lo han demandado por enriquecimiento ilícito, que convirtió a Radio Universidad en una página de sociales y en un instrumento de autopropaganda; que dice que los medios lo atacan constantemente, pero que cada vez que puede ataca visceralmente a sus críticos.

Si subrayo la defensa hacia el doctor Arturo Santamaría es para que esta se extienda hacia todos los universitarios, hacia todos los ámbitos académicos de la Universidad Autónoma de Sinaloa y de otras universidades. 



Hacia Arturo Santamaría he escuchado elogios de muchos académicos y alumnos que ha formado, muchos de estos últimos hoy continúan sus estudios en muchas de las mejores universidades de México y el extranjero.

Nos toca darle una oportunidad al ejercicio crítico, a comprender al otro, a reír con la divergencia, a bajar del pedestal esa solemnidad ambiciosa de los mediocres. Todos tenemos derecho a disentir.

Al Señor rector Víctor Antonio Corrales Burgueño le queda elegir entre dos papeles: el de ser el rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, de la institución centenaria que nos legara Eustaquio Buelna; una universidad en donde se practique el diálogo, la tolerancia, donde se genere ciencia y se divulgue la cultura… o el de pasar a la historia de la UAS como el rector que sirvió a los caprichos e intereses de un fascista y ambicioso político.

Señor rector, aún está a tiempo de elegir lo que nos conviene a todos.

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