MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Comunicado íntegro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a 30 años de su fundación:
REBOBINAR 3.
Que
explica el porqué de ese extraño título y de los que le seguirán, que
narra el excepcional encuentro entre un escarabajo y un ser
desconcertante (quiero decir, más desconcertante que el escarabajo), y
las reflexiones no coyunturales y sin importancia que en él se dieron;
así como la forma en la que, aprovechando un aniversario, el Sup intenta
explicar, sin lograrlo, cómo ven l@s zapatistas su propia historia.
Noviembre del 2013.
A quien corresponda:
ADVERTENCIA.-
Como se advirtió en el texto autodenominado “Malas y no tan malas
noticias”, no se hicieron públicos los textos que antecedían al
susodicho. Ergo, lo que vamos a hacer es “rebobinar” (o, como quien
dice, darle “rewind” a la cinta) para llegar a lo que se suponía iba a
aparecer el día de muertos. Cumplido lo cual, puede usted proceder a
darle a la lectura en orden inverso al orden inverso en el que irán
apareciendo y entonces así tendrá usted… mmh… olvídelo, hasta yo ya me
hice pelotas. El caso es que se entienda el espíritu de, como quien
dice, “retrospectiva”, o sea que uno va para allá pero se regresa para
ver cómo es que a uno le dio por ir para allá. ¿Está claro? ¿No?
ADVERTENCIA
A LA ADVERTENCIA.- Los textos que siguen a continuación no contienen
ninguna referencia a las situaciones actuales, coyunturales,
trascendentes, importantes, etc., ni tienen implicaciones o referencias
políticas, ni nada de eso. Son textos “inocentes”, como “inocentes” son
todos los escritos de quien se autodenomina “el supcomandante de acero
inoxidable” (o sea yo merengues). Cualquier parecido o semejanza con
hechos o personas de la vida real es mera esquizofrenia… sí, como la
situación internacional y nacional donde se puede ver que… ok, ok, ok,
nada de política.
ADVERTENCIA AL CUBO.- En el muy improbable caso
que usted se sienta aludido por lo que a continuación se dice, está
rotundamente equivocado… o es un fan vergonzante de las teorías de la
conspiración ad hoc (que se puede traducir a “para cada falla, hay una
teoría de la conspiración para explicarlo todo y reiterar los errores”.
Va:
-*-
P.D. El primer encuentro de Durito con el Gato-Perro.-
Durito
estaba serio. Pero no con la falsa impostura de un funcionario
cualquiera de un gobierno cualquiera. Estaba serio como cuando una pena
grande nos abofetea el rostro y nada hay que hacer, como no sea
maldecir… o contar un cuento.
Enciende la pipa Don Durito de La
Lacandona, errante y errado caballero, consuelo de los afligidos,
alegría de los niños, anhelo imposible de mujeres y otr@s, inalcanzable
espejo para varones, desvelo de tiranos y tiranuelos, incómoda tesis
para ignorantes pedantes.
Mirando arrobado la luz de nuestros desvelos, casi en un susurro narra, para que yo la transcriba:
LA HISTORIA DEL GATO-PERRO
(De como Durito conoció al Gato-Perro y de lo que dijeron esa madrugada sobre los fanatismos).
A simple vista, el gato-perro parece perro… bueno, más bien gato… o perro…hasta que maúlla… o gato… hasta que ladra.
El
gato-perro es una incógnita para biólogos terrestres y marinos (¿en qué
tabla de clasificación de los seres vivos acomodamos este caso?), caso
irresoluble para la psicología (una cirugía neuronal no descubre el
centro cerebral que define la perrunez o la gatez), misterio para la
antropología (¿los usos y costumbres al mismo tiempo semejantes y
antitéticos?), desesperación para la jurisprudencia (¿qué derechos y
deberes emanan del ser y no ser?), el santo grial de la ingeniería
genética (imposible privatizar ese escurridizo ADN). En suma: el
eslabón perdido que echaría abajo todo el darwinismo de laboratorio,
cátedra, simposio, reiterada moda científica.
Pero permítanme narrarles lo que ocurrió:
Como
es ley, era madrugada. Una lucecita bastaba para definir la sombra.
Quieto, caminaba sólo con los pasos de la memoria. Entonces escuché
claramente que alguien decía:
“Un fanático es alguien que, con vergüenza, esconde una duda”.
No sin antes darle la razón en mis adentros, me acerqué y lo encontré. Sin mediar presentación alguna, le pregunté:
− Ah, de modo que usted es… un perro.
− Miau − me respondió.
−… O más bien un gato − dije dudando.
− guau − replicó.
− Bueno, un gato-perro − dije y me dije.
− Eso − dijo… o creí que dijo.
− Y
la vida, ¿cómo va? − pregunté (y yo transcribí sin dudarlo, dispuesto a
no dejarme sorprender con nada, puesto que era un escarabajo quien me
dictaba esta singular historia).
− A ratos vale la pena − respondió con una especie de ronroneo −. A ratos como perros y gatos − gruñó.
− ¿Es
un problema de identidad? − dije encendiendo la pipa y sacando
mi esmarfon-tablet multitouch para escribir (en realidad se trata de un
cuaderno de esos engargolados, pero Durito se las quiere dar de muy
moderno −nota del escribano−).
− Nah, uno no elige quién es pero
sí quién puede ser − ladró desdeñoso el gato-perro −. Y la vida no es
más que ese complicado tránsito, logrado o trunco, de una cosa a la
otra − agregó con un maullido.
− Entonces, ¿gato o perro? – pregunté.
− Gato-perro − dijo él como señalando lo obvio.
− ¿Y qué lo trae por estas tierras?
− Una ella, qué va a ser.
− Ah.
− Le voy a cantar, porque algunos gatos saben.
− Err…
antes de su serenata, que no dudo sea un canto excelso a la fémina que
lo inquieta, ¿me podría aclarar lo que dijo al inicio de su
participación en este cuento?
− ¿Lo del fanatismo?
− Sí, era algo como que hay quien esconde sus dudas de fe detrás del culto irracional.
− Eso.
− Pero,
¿cómo evitar el instalarse en uno de los tenebrosos cuartos de esa
torva casa de espejos que es el fanatismo? ¿Cómo resistirse a los
reclamos y chantajes para instalarse y militar en el fanatismo religioso
o laico, el más antiguo sí, pero no el único actual?
− Simple − dice lacónico el gato-perro−, no entrando.
Construir muchas casas, cada quien la suya. Abandonar el miedo a la diferencia.
Porque
hay algo igual o peor que un fanático religioso, y es un fanático anti
religioso, el fanatismo laico. Y digo que puede ser peor porque éste
último acude a la razón como coartada.
Y, claro, sus equivalentes:
al homofóbico y machista, la fobia a lo heterosexual y el hembrismo. Y
sume usted el largo etcétera de la historia de la humanidad.
Los
fanáticos de la raza, el color, el credo, el género, la política, el
deporte, etcétera, son, al final de cuentas, fanáticos de sí mismos. Y
todos comparten el mismo miedo a lo diferente. Y encasillan al mundo
entero en la cerrada caja de las opciones excluyentes: “si no eres tal,
entonces eres lo contrario”.
− ¿Quiere usted decir, mi estimado, que los que critican a los fanáticos deportivos son iguales? –interrumpió Durito.
− Es
lo mismo. Ahí tiene, por ejemplo, la política y el deporte, ambos de
paga: en los dos los fanáticos piensan que lo profesional es lo que
cuenta; en ambos son meros espectadores aplaudiendo o abucheando a los
contrincantes, festejando victorias que no son suyas y lamentando
derrotas que no les pertenecen; en ambos culpan a los jugadores, al
árbitro, a la cancha, al contrario; en ambos esperan que “a la siguiente
sí”; ambos piensan que si cambian de técnico, de estrategia o de
táctica entonces se resolverá todo; en ambos persiguen a los fanáticos
contrarios; en ambos se ignora que el problema está en el sistema.
− ¿Está usted hablando de fútbol? − pregunta Durito mientras saca un balón autografiado por él mismo.
− No sólo de fútbol. En todo, el problema es quién es el que manda, el dueño, el que dicta las reglas.
En
los dos ámbitos se desprecia lo que no sea de paga: el fútbol llanero o
callejero, la política que no confluya en coyunturas electorales. “Si
no se gana dinero, ¿para qué entonces?”, se preguntan.
− Ah, ¿está usted hablando de política?
−
Ni pensarlo. Aunque, por ejemplo, cada día que pasa es más evidente
que lo que llaman “el Estado Nacional Moderno” es un montón de ruinas en
venta de ocasión, y que las clases políticas respectivas se empeñan en
rehacer, una y otra vez, la cúspide de un castillo de naipes derruido,
sin darse cuenta que las barajas de la base están completamente rotas y
ajadas, incapaces de mantenerse erguidas, ya no digamos de sostener
algo.
− Mmh… será difícil poner eso en un tuit − dice Durito mientras cuenta para ver si se ajusta a los 140 caracteres.
− La
clase política moderna se disputa quién será el piloto de un avión que
hace tiempo se estrelló en la realidad neoliberal − sentencia el
gato-perro y Durito agradece con una venia.
− ¿Entonces qué hacer? − pregunta Durito mientras guarda con recato su banderín de Los Jaguares de Chiapas.
− Eludir la trampa que sostiene que libertad es poder elegir entre dos opciones impuestas.
Todas
las opciones terminantes son una trampa. No hay sólo dos caminos, de
la misma forma que no hay dos colores, dos sexos, dos creencias. Así
que ni ahí, ni allá. Mejor hacer un nuevo camino que sí vaya a donde
uno quiere ir.
− ¿Conclusión? − pregunta Durito.
− Ni perro, ni gato. Gato-perro, para no servirle a usted.
Y
que nadie juzgue ni condene lo que no entiende, porque lo diferente es
una muestra de que no todo está perdido, que hay todavía mucho que mirar
y escuchar, que hay otros mundos aún por descubrir…
Se fue el
gato-perro que, como su nombre lo indica, tiene las desventajas del
perro y las del gato… y ninguna de sus ventajas, si es que las hubiere.
Ya
amanecía cuando escuché una mezcla de maullido y ladrido sublime. Era
el gato-perro cantándole, desafinado, a la luz de nuestros mejores
sueños.
Y en alguna madrugada, tal vez lejana aún en el calendario
y en incierta geografía, ella, la luz que me desvela y devela,
entenderá que hubo trazos ocultos y para ella hechos, que tal vez sólo
entonces le serán revelados o los reconoce ahora en estas letras, y
sabrá en ese momento que no importaba qué caminos anduvieran mis pasos:
porque ella fue, es y será, siempre, el único destino que vale la pena.
Tan-tan.
P.D.-
En la que el Sup trata de explicar, en modo multimedia post moderno, la
forma en que l@s zapatistas ven y se ven en su historia propia.
Bueno,
primero hay que aclarar que para nosotras, nosotros, nuestra historia
no es sólo lo que hemos sido, lo que nos ha pasado, lo que hemos hecho.
Es también, y sobre todo, lo que queremos ser y hacer.
Ahora
bien, en esta avalancha de medios audiovisuales que van desde el cine 4D
y las televisiones LED 4K, hasta las pantallas policromas
y multitouch de los celulares (que muestran la realidad en colores que,
permítanme la digresión, no tienen nada qué ver con la realidad),
podemos ubicar, en una improbable “línea del tiempo”, nuestro modo de
ver nuestra historia con… el kinetoscopio.
Sí, ya sé que me fui un
poco lejos, a los orígenes del cine, pero con eso del internet y las
múltiples wikis que lo abundan y redundan, no tendrá usted problema en
saber a qué me refiero.
A veces, podría parecer que nos acercamos a
los formatos 8 y súper 8, y aun así el formato de 16 milímetros sigue
estando lejano.
Quiero decir, nuestro modo de explicar nuestra
historia parece como una imagen de movimiento continuo y repetitivo, con
algunas variaciones que dan esa sensación de móvil inmovilidad.
Siempre atacados y perseguidos, siempre resistiendo; siempre siendo
aniquilados, siempre reapareciendo. Tal vez por eso las denuncias de
las bases de apoyo zapatistas, hechas a través de sus Juntas de Buen
Gobierno, tienen tan pocas lecturas. Es como si uno ya hubiera leído
eso antes y sólo cambiaran los nombres y las geografías.
Pero también aquí nos mostramos. Por ejemplo, en:
Y
sí, es un poco como si en esas imágenes en movimiento de Edison, de
1894, en su kinetoscopio (“Annie Oackley”), nosotros fuéramos la moneda
lanzada al aire, mientras la señorita civilización nos dispara una y
otra vez (sí, el gobierno sería el empleado servil que lanza la
moneda). O como si en “La llegada del tren” de los Hermanos Lumiere, de
1895, nosotros fuéramos quienes permanecen en el andén mientras el tren
del progreso llega y se va.
Al final de este texto encontrará unos
videos que le ayudarán a entender esto.
Pero he aquí que el
colectivo que somos toma y hace cada fotograma, lo dibuja y lo pinta
viendo la realidad que fuimos y somos, muchas veces con los negros de
persecuciones y cárceles, con los grises del desprecio, y con el rojo
del despojo y la explotación. Pero también con el color marrón y verde
que somos de la tierra que somos.
Cuando alguien de fuera se
detiene a mirar nuestra “película”, por lo regular comenta: “¡qué hábil
tiradora!” O“¡qué arriesgado empleado que arroja la moneda al aire sin
temor de ser herido!”, pero nadie comenta nada de la moneda.
O, en
el tren de los Lumiere, dicen: “pero qué tontos, ¿por qué siguen en el
andén y no se suben al tren?”. O “he ahí una muestra más de que los
indígenas están como están porque no quieren progresar”. Alguno más
aventura “¿Viste qué ropa tan ridícula usaban en esa época?”. Pero si
alguien nos preguntara por qué no subimos a ese tren, nosotros diríamos
“porque las estaciones que siguen son “decadencia”, “guerra”,
“destrucción”, y el destino final es “catástrofe”. La pregunta
pertinente no es por qué no nos subimos nosotros, sino por qué no se
bajan ustedes”.
Quienes vienen a estar con nosotros para mirarnos
mirándonos, para escucharnos, para aprendernos en la escuelita,
descubren que, en cada fotograma, l@s zapatistas hemos agregado una
imagen que no es perceptible a simple vista. Como si el movimiento
aparente de las imágenes ocultara lo particular que cada fotograma
contiene. Eso que no se ve en el trasiego cotidiano es la historia que
seremos. Y no hayesmarfon que capture esas imágenes. Sólo con un
corazón muy grande se pueden apreciar.
Claro que no falta quien
venga y nos diga que ya hay tabletas y celulares con cámaras al frente y
atrás, con colores más vívidos que los de la realidad, que ya hay
cámaras e impresoras en tercera dimensión, que el plasma, el lcd y el
led, que la democracia representativa, que las elecciones, que los
partidos políticos, que la modernidad, que el progreso, que la
civilización.
Que dejemos eso del colectivismo (que, además, rima
con primitivismo): que abandonemos esa obsesión por el cuidado de la
naturaleza, el discurso de la madre tierra, la autogestión, la
autonomía, la rebeldía, la libertad.
Nos dicen todo eso editando
torpemente que es en su modernidad donde se perpetran los crímenes más
atroces; donde los infantes son quemados vivos y los pirómanos son
diputados y senadores; donde la ignorancia simula regir los destinos de
una nación; donde se destruyen las fuentes de trabajo; donde los
maestros son perseguidos y calumniados; donde una gran mentira es
opacada por otra mayor; donde se premia y encumbra lo inhumano y
cualquier valor ético y moral es síntoma de “atraso cultural”.
Para
los grandes medios de paga, ellos son los modernos, nosotros los
arcaicos. Ellos son los civilizados, nosotros los bárbaros. Ellos son
los que trabajan, nosotros los haraganes. Ellos son la “gente bien”,
nosotros los parias. Ellos los sabios, nosotros los ignorantes.
Ellos
son los limpios, nosotros los sucios. Ellos son los bonitos, nosotros
los feos. Ellos son los buenos, nosotros somos los malos.
Y
olvidan, ellos y ellas, lo fundamental: ésta es nuestra historia,
nuestro modo de verla y de vernos, nuestra forma de pensarnos, de
hacernos nuestro camino. Es nuestra, con nuestros errores, nuestras
caídas, nuestros colores, nuestras vidas, nuestras muertes.
Es nuestra
libertad.
Así es nuestra historia.
Porque cuando los
zapatistas, las zapatistas, dibujamos una llave abajo y a la izquierda
en cada fotograma de nuestra película, estamos pensando no en qué puerta
abrir, sino en qué casa con qué puerta hay que construir para que esa
llave tenga motivo y destino.
Y si la banda sonora de esta película
tiene ritmo de
polka-balada-corrido-ranchera-cumbia-rock-ska-metal-reggae-trova-punk-hip-
hop-rap-y-los-que-se-acumulen
no es porque no tengamos noción musical. Es porque esa casa tendrá
todos los colores y todos los sonidos. Y habrá entonces miradas y oídos
nuevos que comprenderán nuestro empeño… aunque sólo silencio y sombra
seamos en esos mundos venideros.
Ergo: nosotros tenemos imaginación, ellos sólo tienen esquemas con opciones terminantes.
Por
eso su mundo se derrumba. Por eso el nuestro resurge, justo como esa
lucecita que no por pequeña es menor cuando a la sombra abriga.
Vale. Salud y que los cumplamos muy felices, es decir, luchando.
El
Sup haciéndose pelotas con los videos que tiene que poner para, como
quien dice, ponerle la velita al pastel que no dice, pero se sabe
treintañero.
México, Noviembre 17 del 2013.
Trigésimo aniversario del EZLN.
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