Muchos nos hemos quejado, durante lustros, de la falta de ciudadanía.
Los gobiernos, a pesar de los cambios democráticos aparentes siguen
siendo iguales o peores de corruptos y han encontrado en esos vacíos de
sociedad, de ausencia de reclamos, espacios para el saqueo implacable de
los recursos públicos.
No hay límites para alguien que, teniendo el poder, está dispuesto a
enriquecerse de la noche a la mañana. Los candados que significan las
nuevas leyes de transparencia y rendición de cuentas han sido
insuficientes para detener el saqueo pues estos ni siquiera se atienden.
Ahí están las observaciones de la Comisión Estatal de Acceso a la
Información Pública hechas a los municipios, completamente ignoradas sin
que esto tenga ninguna consecuencia. La mayoría de las administraciones
municipales terminarán en diciembre sus periodos, tan opacos como
empezaron en el manejo de sus recursos, sin que nadie los castigue.
Y no debe esperarse que pase nada en cuanto a la administración
estatal, una de las más voraces que ha padecido Sinaloa en toda su
historia, sin que ningún poder, ninguna instancia, le ponga un alto. No,
mientras tengamos una sociedad desmovilizada, apática, contemplativa y
hasta cobarde. Por eso hay que reconocer el esfuerzo que alumnos y
maestros de diversas escuelas, universitarios, jóvenes, están haciendo
para que en la plazuela Obregón no sean construidos baños que ya fueron
concesionados por 25 años a una empresa que apenas tenía tres semanas de
haberse constituido. Un acto de sobrado influyentismo en el que todos
en el Ayuntamiento, el alcalde y sus funcionarios y hasta los regidores,
resultaron cómplices.
De repente en el Ayuntamiento se dieron cuenta que no hay baños
públicos y en vez de asumir la responsabilidad para satisfacer esa
necesidad, hacen negocio con ella. Pero no se han dado cuenta que desde
hace años no hay en la ciudad una biblioteca. O sí lo saben, pero
también que prestar libros no es negocio. Y menos que la gente se
cultive. Tontos no son.
La semana pasada me encontraba con José Luis Franco en la explanada
del Instituto Sinaloense de la Cultura, cuando se acercó a nosotros un
joven de acaso 15 años, todavía con uniforme escolar. Nos preguntó si
sabíamos dónde estaba la biblioteca. Solo nos miramos y lo miramos, un
poco turbados. Aquí no hay ninguna biblioteca, le dije con cierta
aflicción. “En este pueblo no hay bibliotecas”, parafraseó el Pepe,
tratando de hacer menos tirante ese minuto. Le preguntamos si buscaba
algún libro en especial y dijo, todavía agrandando la calamidad, que no,
que solo buscaba un espacio y un libro para leer. Después de eso se fue
como fantasma.
¿Sabrá el mundo que en Culiacán, una de las ciudades más violentas
del país, no hay una sola biblioteca pública? ¿Están enterados la
Secretaría de Educación Pública, el Consejo Nacional para la Cultura y
la Artes, los diputados sinaloenses, nuestros senadores? ¿Lo sabrá el
acalde, Aarón Rivas? ¿Le importa? ¿Cuántos de los 55 mil millones que Malova
recibirá el año próximo de presupuesto estaría dispuesto a meterle a la
construcción, no de una, sino de dos, tres, diez bibliotecas en el
estado? Y del presidente Peña Nieto ni ocuparnos, si ha leído tres
libros en su vida.
Me temo que a nadie le importa y si saben o no que “en este pueblo no
hay bibliotecas”, es sencillamente irrelevante. A ellos les importan
las carreteras, los hospitales, las grandes obras, porque son las que
dejan jugosos dividendos. Y las heladas y las tormentas, porque también
en medio del desastre y la tragedia, ellos se echan dinero a los
bolsillos.
Por eso es invaluable lo que están haciendo los jóvenes, los
estudiantes y maestros que han estado protestando por la construcción y
concesión de los baños en la plazuela Obregón. Ese gesto, a pesar de que
son apenas tres decenas de muchachos, con cartulinas y clausuras
simbólicas, es del mismo tamaño de la estupidez que ha mostrado el
Gobierno al reprimirlos. Por eso hay que apoyarlos. Esta ciudad necesita
quién la defienda.
Bola y cadena
OTRA COSA INTERESANTE EN EL CASO de los jóvenes que protestan en la
plazuela Obregón es que se trata de algo aparentemente simple. Pero no
debiera verse así. Detrás del hecho se esconde un mar de corrupción,
solo hay que levantar la cortina para verlo. Pero nos cuesta mucho
trabajo a veces.
Sentido contrario
¿DE DÓNDE SACA FUERZAS Gerardo Vargas Landeros para presumir “que en
materia de feminicidios Sinaloa es de los pocos estados en el país que
cuenta con una agencia especializada en delitos contra las mujeres? ¿Y
que en el gobierno actual “se han actualizado una serie de programas,
tratando siempre de tener lo último en la materia…? ¿Del cinismo? Pues
es la única manera de entenderlo.
Humo negro
¿POR QUÉ TANTO REVUELO ante la aparición de Jesús Vizcarra a un lado
de la esposa del presidente Enrique Peña Nieto, la señora Angélica
Rivera? ¿Que ya tiene un pie en el estribo para regresar a Sinaloa? Pues
ojala que regrese… ¡lo que se llevó!
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