El cuerpo de Mauro Talini, ciclista diabético que rodaba sobre el
mundo con la misión de motivar a los diabéticos a tener una vida común,
sin que la enfermedad fuera un impedimento, fue repatriado a su natal
Italia, vía Phoenix.
Así, Talini, retornó y concluyó el viaje que un trailero le truncó en
el norteño estado de Sonora, cuando lo arrolló y mató, el 13 de mayo,
en Trincheras, a unos kilómetros de Caborca.
El cuerpo del ciclista fue reclamado por su hermano, Massimiliano
Talini, y funcionarios de la asociación Padre Kolbe, que patrocinaba la
carrera del ciclista diabético.
El ciclista fue inmortalizado en el lugar del accidente fatal, en
donde autoridades municipales y “baiker” de esa región colocaron como
cenotafio una bicicleta de ruta pintada de blanco a la que se soldó una
placa con el nombre del italiano y la fecha fatal.
Talini no alcanzó a despedirse de su familia, aunque ya lo habría
hecho al momento de iniciar su carrera como trotamundo, poco antes del
uno de enero del 2013. “Reza mucho por mí, y si me pasa algo, no culpes a
nadie”, habría pedido a su madre.
Posiblemente sin saberlo, Talini murió en una fecha que él veneraba,
siendo creyente de la Virgen María y sus apariciones en el mundo: 13 de
mayo, cuando se festeja la aparición de la Virgen de Fátima, en Francia.
Incluso, en sus alforjas llevaba imágenes de Ella, a la que se encomendaba.
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