Redacción
MÉXICO,
D.F. (apro).- Juan Jesús Guerrero Chapa, presunto abogado del cártel
del Golfo, fue ejecutado la víspera a plena luz del día en el pequeño
suburbio de Southlake, al noroeste de Dallas, Texas.
A Guerrero
Chapa se le vinculó en las tareas de defensa legal de integrantes del
cártel del Golfo cuando la organización criminal era encabezada por
Osiel Cárdenas Guillén.
Según testimonios de las autoridades
locales, Guerrero Chapa, de 43 años, vivía de manera legal en Estados
Unidos con su esposa y un hijo.
Los reportes señalan que un hombre
con el rostro cubierto bajó de una camioneta blanca y abrió fuego
contra Guerrero, hiriéndolo de bala en múltiples ocasiones al filo de
las siete de la noche.
El presunto abogado del cártel del Golfo se
encontraba en el asiento del copiloto de una camioneta Range Rover
2012; su esposa, que se encontraba al volante, no resultó herida.
Reportes
periodísticos señalan que Guerrero Chapa fue arrestado por cargos de
narcotráfico en febrero de 2002 y trasladado al penal de alta seguridad
mexiquense de La Palma; sin embargo, poco tiempo después sería liberado
por supuesta falta de elementos para encausarlo.
En su libro Los narcoabogados, el reportero Ricardo Ravelo describe así a Guerrero Chapa:
“Los
abogados Juan Jesús Guerrero, Agustín Rojas y Francisco Flores
ingresaron a La Palma (el 26 de febrero de 2002). Hablaron con Gilberto
García Mena (El June), segundo hombre en importancia del cártel para
afinar la estrategia jurídica, y empezaron las gestiones para defender a
las 17 personas detenidas, todas relacionadas con el cártel del Golfo.
Sin embargo, una maniobra de la PGR terminaría en tragedia. En sus
investigaciones, el Ministerio Público detectó que la estructura del
cártel del Golfo era variada y compleja: operaba no sólo con un grupo
armado, Los Zetas, sino que también contaba con una bien organizada red
de abogados, cuya tarea no sólo se limitaba al trabajo legal, sino que
realizaban además otras actividades de operación. Se trataba, según la
PGR, de abogados que se extralimitaban en su trabajo profesional: no
sólo servían de correos, sino que también pagaban la nómina de los
miembros de la organización y, al mismo tiempo, giraban instrucciones
para mantener a buen paso la marcha de la empresa criminal. Todo esto se
realizaba al amparo de su profesión, cuyo título y cédula profesional
les permitía ingresar a los penales, dialogar con los clientes y definir
estrategias, pasando más o menos desapercibidos. Así se movían los
hilos en el oscuro mundo de la abogacía criminal.
“Con base en
esos y otros antecedentes, la PGR enfocó sus investigaciones hacia el
equipo de abogados de Osiel Cárdenas, quien por esas fechas aún gozaba
de plena libertad y liderazgo. El principal sospechoso de realizar estas
tareas era Juan Jesús Guerrero Chapa, el asesor legal del llamado Mata
Amigos. Para la PGR este personaje era, en realidad, un narcoabogado.
Entraba y salía de la Palma cuantas veces quería o se le ordenaba. Era
visto como un litigante que cumplía con su trabajo, pero el velo de la
sospecha lo ensombrecía.
“A la salida del penal los abogados
fueron perseguidos y hostigados por militares vestidos de civil, hasta
provocar el choque de su vehículo y capturarlos. Los militares caminaron
con sus armas hasta el coche estrellado y detuvieron a Guerrero Chapa y
Rojas Vázquez, a quienes vendaron los ojos y a empujones y golpes los
subieron a las camionetas. Los soldados se percataron que Flores Iruegas
tenía varios tiros en el cuerpo y que aún tenía signos de vida, pero lo
abandonaron a su suerte. Juan Guerrero Chapa fue consignado por la PGR
y, tiempo después, recobró su libertad por falta de pruebas”.
A
últimas fechas, Guerrero Chapa y su familia gozaban de todo tipo de
lujos y residían en una privada exclusiva en Southlake; luego de la
ejecución del presunto ‘narcoabogado’, su esposa e hijos están
escondidos bajo resguardo policiaco.
/ 23 de mayo de 2013)
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