1.- ADIÓS CONFIANZA
El 21 de agosto apareció
muerto Armando Figueroa Constantino en Mazatlán. Era Delegado para Sinaloa y
Nayarit de la FEADS (Fiscalía Especial de Atención a Delitos contra la Salud).
Estaba flotando en las aguas de la manga de El Sábalo. Su automóvil, en el
fondo. Naturalmente, la primera sospecha fue: Lo mató algún mafioso. Tenía un
golpe en la frente y otro en la nuca. Pero otra resultó la realidad. Un
importante funcionario de la PGR me confió que horas antes de morir, desde la
Ciudad de México le pidieron su renuncia. Tenían motivos suficientes para ya no
confiarle nada. Después de recibir tan infortunada noticia, este caballero
llamó a los asistentes de sus jefes. Les dijo que no la amolaran. Que no se
valía. Que no lo corrieran. Pero solamente encontró como respuesta un “ni modo,
órdenes son órdenes”.
La persona que escuchó el
reclamo reportó a sus superiores: “Llamó Figueroa y está…hasta atrás”. Al día
siguiente se supo de su muerte. La investigación dejó en claro: Tomó tanto como
para no poder controlar su auto y se fue a pique. Solamente tenía un golpe en
la frente. Mi informante aseguró que a la hora de la autopsia se le encontró
droga. Días antes participó en la confiscación de un gran cargamento de
cocaína. Pero la FEADS le encontró sus pecados y lo cesó.
Me lo dijeron muy en reserva:
Un agente de la Policía Judicial Federal asignado en la Delegación de la
PGR-Tijuana se borró solito de las filas. Ni el sueldo cobró. No es que hubiera
sentido vibras para dejar el puesto. No. Se dio cuenta que como a los venados,
el cazador lo tenía en la mira y le puso velocidad a su escapatoria. Las
investigaciones subieron el telón de la sospecha y apareció como el principal
protagonista sobre el escenario. Fue el eslabón entre la policía y el Cártel
Arellano Félix para informar los pasos que daría don Pepe Patiño y sus
ministerios públicos de la FEADS. Sí. Este señor andaba muy cerca de los
mafiosos. Por eso fue secuestrado en abril. Torturado. Le pasaron un vehículo
sobre el cuerpo. Y muerto con sus compañeros, los lanzaron a su auto a un
barranco de la bajacaliforniana sierra La Rumorosa. Su compañero de la PGR, el
que le puso el dedo, desapareció.
2.- LOS FEDERALES
José Antonio Zorrilla todavía
está en la cárcel. Dicen que ordenó asesinar al periodista, amigo y maestro don
Manuel Buendía en mayo 30 del 84. Era amigo de él. Indudable informante, pero
por su cercanía, sabedor de lo que escribiría el columnista. Mi hipótesis en
este caso no ha cambiado: A Buendía lo mataron por algo próximo a publicar
sobre esa relación funcionarios-narcotraficantes. Pero la autoría no fue
Zorrilla, Director entonces de la Federal de Seguridad. Creo, como dicen los políticos,
venía de más arriba.
Cierto día en Ciudad Obregón,
Sonora, a punto del anochecer, una camioneta se emparejó en el alto de crucero
a la conducida por Rodolfo García Gaxiola apodado “El Chipilón”. Fue Comandante
de la Policía Judicial Federal en Hermosillo y Tijuana. Me imagino que cuando
sintió a su lado otro vehículo volteó a ver a sus casuales acompañantes del
asfalto. Pero más tardó en mirarlos que recibir tantos disparos como flechas de
comanches en una película de John Wayne. Aquí sí cabe aquello de “…el que a
hierro mata, a hierro muere”, pues años antes García Gaxiola hizo lo mismo:
Emparejó su vehículo al pick-up donde iba el Director de la Policía Municipal
en Tijuana, Licenciado Federico Benítez. Auxiliado por un agente federal casi
despedazaron al abogado con dos ametralladoras AK-47. La hipótesis es que la
mafia ordenó a “El Chipilón” matar al funcionario. Delicados. Nada más por no
aceptar seguramente cuantioso soborno para permitir vender droga afuera y cerca
de las escuelas.
El Licenciado Isaac Sánchez
Moreno salió de su domicilio defeño rumbo al bunker de la Procuraduría General
de la República. Luego de ocupar varias sub-delegaciones y comandancias
regionales estaba trabajando en algo especial: Investigar a los policías
judiciales en malos pasos. Como en sus anteriores comisiones le puso muchas
ganas. Pero esa mañana cuando salió de casa se dio cuenta inmediatamente.
Primero lo iban siguiendo y luego persiguiendo. Me imagino que tanteó regresar
a su casa por estar más cerca y no continuar a la PGR. Dicho y hecho. Llegó
rápido. Lo malo fue cuando bajó de su auto y caminó apresuradamente a la puerta
de la residencia. Lo ametrallaron. Hasta hoy nadie ha podido demostrar lo
contrario: Fueron policías.
3.- SECUESTRADORES
No sé si se entregó por
miedo. Pero después de organizar y realizar el secuestro del relevante
empresario Germán Hernández Estévez, se rindió Javier Martínez Zamora. Este
treintañero resaltaba en la Dirección de Seguridad Pública del Estado en
Querétaro. Gracias a Dios el plagiado no fue a dar al camposanto, pero el susto
lo sufrirá toda su vida. El señor policía tenía su banda y trabajaba muy a
gusto con dos ex agentes y tres más en activo. En Tijuana algo más o menos
parecido hizo Marisela Toledo Rojas. Era agente de la Judicial Federal, joven.
Pero utilizó chapa e influencia para armar un equipo de secuestradores. Traían
asustadas a muchas familias de dinero hasta cuando les cayó lo menos esperado:
La policía.
Francisco Fiol Santana estaba
muy bien ubicado en la Policía Judicial del Estado en Tijuana. Veinte días
antes de ser asesinado Luis Donaldo Colosio, iban en una Suburban último modelo
varios agentes estatales. Se cruzaron con vehículos iguales repletos de
federales que protegían a Ismael Higuera “El Mayel” y Javier “El Tigrillo”
Arellano Félix. Se agarraron a balazos. Como sucede en los accidentes
automovilísticos, donde casi siempre se salva el conductor y huye, aquí
murieron la mayoría de los policías y no los mafiosos. Los pocos agentes
sobrevivientes capturaron a Higuera y Arellano. El Jefe de Homicidios de la
Policía Judicial del Estado, Francisco Fiol Santana, les facilitó eficazmente
su escapatoria.
Podría seguir con más
ejemplos reales donde los policías estaban al servicio de las mafias o
asociados. Faltan muchísimos casos. Tantos, que sinceramente dudo haya un
Estado en nuestro país y difícilmente un Municipio donde no exista esa sucia
relación. “Todo el Poder” es una película basada en esa situación. El guión no
exagera. Por el contrario, se queda chico. Es peor la perversión real a lo
imaginario de la cinta. La corrupción no tiene medida ni a lo ancho ni a lo
largo. Tampoco tiene estatura. Me consta.
4.- EN SILENCIO
Por eso se me hace
estratégicamente fuera de tono y políticamente comprometedor lo que vienen
diciendo los señores José Luis Reyes y Francisco Molina, encargados por Vicente
Fox para reorganizar los cuerpos de seguridad. Siento muy infantil su propósito
de “vamos a darle la oportunidad a que se reivindiquen”, refiriéndose a los
policías malandrines. (Zona Abierta, Televisa, Agosto 25). Es sabido: El que se
metió a la mafia o con los mafiosos, no sale ni en brazos de los Arellano. Lo
matan. En esto no hay penitencia para arrepentidos. Creo que en términos
populares los señores foxistas vienen cacareando mucho el huevo. Están
enseñando sus cartas. Aparte de ser el suyo un protagonismo peligroso, no dudo
algo: Los mafiosos también están cambiando sus sistemas y seguramente van
adelante de los señores Reyes y Molina. La diferencia es que trabajan en
silencio.
Tomado de la colección Dobleplana de
Jesús Blancornelas y publicado en febrero de 2016.
(SEMANARIO ZETA/ DOBLEPLANA JESÚS BLANCORNELAS/ LUNES, 12 FEBRERO, 2018
12:00 PM)
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