El gobernador Mario
López Valdez vive ahora un segundo aire en su administración, después de que
algunos acontecimientos casi acaban con el poder que, de suyo, tiene un cargo
como el que ostenta.
Tres son los
momentos más difíciles que ha vivido desde que llegó al poder. El primero fue
el año pasado, con la publicación de los videos de su ex escolta Frank Armenta
Espinoza, que balconeó la gran corrupción que existe en las corporaciones
policiacas y expuso sus presuntos vínculos con el Cártel de Sinaloa.
El segundo momento
fue la detención de Joaquín Guzmán Loera en el edificio Miramar de Mazatlán,
pues muchos de los moradores del palacio de Gobierno temían que este hecho
delatara cosas que pusieran en riesgo su pellejo.
Y el tercero se
configuró cuando Jesús Vizcarra Calderón fue galardonado por el mismísimo
presidente de la República, Enrique Peña Nieto, lo que hizo suponer a muchos
que este hecho anunciaba, por sí mismo, el regreso del empresario ganadero,
compadre de Ismael Zambada García, a la contienda por la gubernatura.
Hablé en esos días
con varios funcionarios de primer nivel y era evidente el temor —en algunos de
ellos el pavor— de que Vizcarra fuera el próximo gobernador.
Pero las cosas han
cambiado, quién lo dijera. Después de su evidente abatimiento, Malova volvió a
levantar la cabeza, sonrió de nuevo y hasta se ha envalentonado al grado de la
extravagancia y el absurdo.
Desdeña el impacto
que está teniendo el caso de los 43 muchachos desaparecidos en Iguala en nombre
de las reformas estructurales que han de “mover y transformar al país”. Y no
solo eso: amenaza. No se tolerará, dice, el desorden, como se ha tolerado en
otras partes de la República. Se aplicará la Ley, advierte, a quienes dañen a
terceros. Nadie nos llevará al precipicio, jura.
Por indicación desde
Bucareli, porque le conviene y porque le urgía, pues le significa dos tanques
de oxígeno puro, el gobernador se ha sumado a la campaña de arropamiento del
presidente Peña Nieto, cuya calidad moral se hunde cada vez más en las ciénagas
de Iguala, en los basureros donde buscan a los jóvenes normalistas, en las
fosas donde siempre aparecen restos óseos de otras víctimas de la misma
impunidad que está matando al país entero y en las mentiras insostenibles de la
PGR sobre el destino de los muchachos.
Malova está feliz.
Los hechos de Iguala ocupan tanto la atención del presidente que éste ya no
tiene tiempo para distraerse en montar espantapájaros electorales en Sinaloa,
ni para vendettas partidistas. Y más aun, por el contrario, Enrique Peña Nieto
ocupa ahora el calor de los gobernadores, de los ministros, de las fuerzas
armadas, de la clase política y por ello no está para pelearse con nadie más.
Los hechos de Iguala,
paradójicamente, han representado un alivio para el gobernador. Tal vez por eso
el desdén con que se expresa del caso. Y al contrario de lo que han sugerido
figuras como Enrique Krauze, cuando llama al presidente a que pida perdón a los
mexicanos en un serio acto de humildad y que ajuste cuentas con su gabinete. Y
el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza,
cuando dice al presidente que ante los graves problemas que enfrenta el país a
partir de Ayotzinapa, el Gobierno debe reconocer sus errores y escuchar:
Durante su cuarto
informe de labores remató diciendo que “el reconocimiento de los problemas
sociales, económicos y de justicia y la determinación de hacerles frente, será
lo que podrá devolver la paz a un México, hoy en día, lastimado”.
Pero la prudencia y
la sensatez no son cualidades de quienes gobiernan en Sinaloa. Por el
contrario, los exabruptos, los desplantes verbales y la intolerancia han sido
el sello. Y ahí están decenas de casos que documentan esto, casi siempre
ligados a injusticias sociales cometidas por el mismo Gobierno, o por
particulares protegidos por éste.
BOLA Y CADENA
EN EL COLMO DE LA
INCONGRUENCIA, Malova advirtió que no toleraría daños a terceros durante las
manifestaciones. Por eso el viernes, cuando decenas de empleados del Hospital
Pediátrico taparon el bulevar Constitución para exigir mejores condiciones de
trabajo, se presentó el mismísimo procurador de justicia con la amenaza de que
si no levantaban el plantón serían encarcelados. Si esa prontitud y esa energía
se aplicaran al combate a la violencia, de seguro Sinaloa fuera un edén.
SENTIDO CONTRARIO
¿CUÁNTO TIEMPO MÁS
va a mantener Enrique Peña Nieto en su puesto a Jesús Murillo Karam? ¿Y al
secretario de la Defensa? ¿No se ha dado cuenta el presidente que en este gran
lío nacional el único que está obligado a salvarse es él? ¿O de ese tamaño son
los intereses que lo atan? ¿A ese grado ha empequeñecido?
HUMO NEGRO
EL ASUNTO DE LOS
HOSPITALES está a punto de concluir con su aprobación en el Congreso del
Estado. ¿De qué está hecha la clase política en este país que no aprende las
lecciones? ¿Dónde quedó aquel PAN de oposición que conocimos de jóvenes? ¿No
hay alguien en el PRI que les diga a sus diputados que, al menos en este
momento, no pueden darse el lujo de actuar como si no pasara nada en el país?
(RIODOCE/
Columna Altares y Sótanos de Ismael Bojórquez/diciembre 14, 2014)
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