viernes, 17 de enero de 2014

MICHOACÁN: LA VIDA EN MANOS DEL NARCO

 
Michoacán.- Efraín es un músico de mariachi que decidió dejar su violín y tomar un rifle para combatir al cártel narcotraficante mexicano que le asesinó a dos sobrinos; uno de los muchos dramas cotidianos que hicieron explotar al estado de Michoacán.

“Decidí unirme a las autodefensas porque levantaron (secuestraron) a dos sobrinos míos, dos chavos de 19 y 20 años. Pagamos el dinero que pedían y nos los mataron”, dice el músico, de 58 años, que ya antes era forzado a ir a los ranchos de los narcotraficantes a amenizar sus inacabables fiestas.

El ahora miliciano montaba guardia en un rancho de la región michoacana de Tierra Caliente, epicentro de la violencia, mientras se reunían los jefes de las autodefensas, los grupos creados por vecinos que se armaron y sublevaron el año pasado contra la ley del terror del cártel local “Los Caballeros Templarios”.

Hastiados de años de secuestros, abusos a las mujeres y extorsiones que hundieron a esta región agrícola, la lucha de las autodefensas es apoyada en muchas comunidades agrícolas de Tierra Caliente.

Aún así, su flota de exclusivas camionetas y los fusiles AK-47 y otras armas de alto poder que exhiben también han levantado sospechas de que podrían estar financiadas por otro cártel que quiere hacerse con los territorios de los “Templarios”.

“No sabemos realmente qué intereses tengan todos esos. Habrá quienes tienen relación con el narco, pero era claro que se cansaron de dar dinero a “Los Templarios”. ¡Qué más quisiéramos que no tener que pagarles para que nos dejen vivir!”, dijo una mujer a la AFP en la ciudad de Apatzingán, temerosa de dar su nombre.

Los habitantes de Tierra Caliente viven desde hace meses en estado de alerta, atrapados en los enfrentamientos entre “Los Templarios” y las autodefensas, que han tomado el control de comunidades de una veintena de municipios para expulsar a los narcotraficantes.

Desde esta semana también conviven con el despliegue de miles de policías y militares ordenado por el presidente Enrique Peña Nieto para pacificar la región, azotada por el narcotráfico desde hace años, como muchas otras en México, pero que ahora es el mayor reto de su lucha contra la criminalidad.

Para resolverlo nombró el miércoles a Alfredo Castillo, un muy estrecho colaborador, como comisionado para la seguridad de Michoacán, región que Estados Unidos llegó a considerar como el principal punto de fabricación y exportación de drogas sintéticas hacia su territorio.

Pueblos ‘de rodillas’

La primera acción del Gobierno fue arrebatar sus armas y relevar a las policías municipales de Tierra Caliente, que por años han sido denunciadas de estar al servicio de “Los Templarios”.

Para ser policía en esta región había que “ser primero sicario y templario”, asegura Gregorio López, sacerdote de la Diócesis de Apatzingán, asesor de las autodefensas pese a que esta ciudad era considerada el mayor feudo del cártel.

Apatzingán está prácticamente paralizada desde que desconocidos incendiaron la alcaldía y varios negocios el viernes.

La ciudad “está de rodillas”, reconoce el empleado de un restaurante que se niega a dar su nombre pero asegura que “Los Templarios” son los responsables del cierre general de negocios y de los ataques, considerados como un intento de mantener influencia en su bastión tradicional.

Pese al despliegue de unos 2 mil policías federales, en Apatzingán han ocurrido varios incidentes violentos. La madrugada de este jueves un hombre fue herido de bala por desconocidos frente a la delegación de la fiscalía federal, informó a la AFP una fuente de la fiscalía regional.

Miedo y rencor

El sacerdote López defiende que la causa de las autodefensas es “legítima” ante el amenazante control que ejerce el cártel que fue capaz, según denuncia, de expulsar esta semana a los limpiabotas de Apatzingán y poner a sicarios a hacer esta labor para los propios policías federales “y reírse en su cara”.

A “Los Templarios” les digo: “es hora de que se arrepientan”, clama el sacerdote.

En las comunidades rurales de Tierra Caliente, donde surgieron las autodefensas, denuncian con rencor que “Los Templarios” han raptado a jóvenes mujeres para llevárselas a sus escondites en las montañas y han reclutado forzadamente a muchos muchachos.

Todo es una farsa: Iglesia

Nazario Moreno y Servando Gómez Martínez, los máximos líderes de “Los Caballeros Templarios”, comieron el martes en un rancho llamado La Cucha, cerca de Apatzingán, Michoacán, justo el día en que llegó el grueso de las fuerzas federales a Tierra Caliente, denunció el padre Gregorio López, encargado de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, adscrita a la Diócesis de Apatzingán.

“Nazario Moreno ayer comió con ‘La Tuta’ Servando Gómez Martínez en un rancho que se llama La Cucha, aquí a unos kilómetros de Apatzingán, y el Gobierno lo sabía. Pero había que enfocar, focalizar la mirada en Fausto Vallejo Gobernador de Michoacán, ese decrépito que vino a visitarnos cuando los jefes más nocivos de la reunión estaban reunidos allá, tal vez hasta con seguridad del gobierno mismo, de la XXI Zona Militar, que recibe nómina de “Los Templarios”, dijo en una entrevista con Red Noticiero.

La estrategia de enviar fuerzas federales a Apatzingán, Michoacán, es “una farsa, un teatro” porque incluso los elementos de la Policía Federal (PF) reciben su nómina del crimen organizado y el Gobierno federal y estatal lo saben, afirmó el padre Gregorio López, encargado de la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en esa ciudad.

(ZOCALO/ Agencias /17/01/2014 - 04:00 AM)

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