viernes, 7 de junio de 2013

¡JUSTICIA ABC, EN TODOS LOS IDIOMAS!



¡No debió morir!...
 
Son cientos, miles, la cantidad no importa. Hombro con hombro, tomados de las manos, van detrás de una lona que grita “JUSTICIA ABC” sostenida con firmeza. Un globo blanco, un cartel con un pequeño rostro, una exigencia de justicia; y avanzan con el latir de los tambores que asemejan el latir de un corazón afligido pero con coraje.

Astrid Arellano / Dossier Politico 
Hermosillo, Sonora, México (DP).- Astrid Arellano, una estudiante de la Universidad de Sonora, con miras de altura, amiga de Dossier Político y de la verdad,, joven ejemplar, dedicada a la familia, estudio y comprometida con México, comparte en carne propia la marcha de los hambrientos de justicia, de las más de 10 mil almas que elevan su plegaria a Dios porque ese lamento eterno encuentre un eco en la conciencia de quienes olvidaron el camino a la Eternidad.

Son cientos, miles, la cantidad no importa. Hombro con hombro, tomados de las manos, van detrás de una lona que grita “JUSTICIA ABC” sostenida con firmeza. Un globo blanco, un cartel con un pequeño rostro, una exigencia de justicia; y avanzan con el latir de los tambores que asemejan el latir de un corazón afligido pero con coraje.

Vienen bajando por la calle Mecánicos. Son miles ahora, y continúan para abarrotar el boulevard Vildósola, marchan paso a paso bajo el atardecer, con la misma fuerza que hace 4 años. Marchan los padres aún con el dolor imborrable, pero con la ferviente esperanza que arropa sus almas y que se refleja en sus rostros.

Dejaron atrás el lugar del horror, de la tragedia, de la más profunda de las tristezas… aquél que se ha convertido en un altar a la inocencia perdida, ultrajada por la avaricia y la corrupción de quienes ven a la vida como la mercancía más redituable.

Niños, jóvenes y adultos a la par al grito de “¡JUSTICIA!”, cumpliendo con su obligación cívica de marchar el 5 de junio, pues a México le duelen sus hijos, y todavía marcha por ellos.

La calle se inunda de aplausos y de deseos que se alzan al cielo con cientos de globos que tratan de alcanzar a los 49 ángeles, mientras retumban en los oídos y en el alma las campanas adoloridas de la iglesia San José. “Uno, dos, tres, cuatro, cinco… cuarenta y nueve, cuarenta y nueve, cuarenta y nueve…” cuenta un grupo de jóvenes alados como ángeles, con voces que erizan la piel.

Los niños hicieron suya esta marcha; ellos pudieron más que los mayores y aguantaron los kilómetros recorridos con el ímpetu de quien más lucha.

Caminando tras sus padres o empujados en una carriola con los ojos expectantes, atentos, bien abiertos. Quizás no comprendan ahora la magnitud de la tragedia, pero tal vez en unos años el grito de justicia sea suyo y de los que vienen, quizás también ellos vean la anhelada justicia cuando los demás ya no estemos, y entonces, habremos ganado.

Los vecinos salen de sus casas, los vendedores salen de sus negocios; se amontonan todos en las esquinas a ver el desfile blanco, los que pueden, se apuran y se unen al contingente. “¡Detrás de las fotos de los niños!”, grita un miembro del Movimiento 5 de Junio.
5 de junio, ni perdón ni olvido.

Se llegó la hora del arribo a la plaza Emiliana de Zubeldía, lugar del que los 49 bebés, sus familias, y nosotros los ciudadanos nos hemos apropiado para lanzar nuestros clamores.

Maribel Ferrales y Héctor Acosta reciben al mar de gente con su grito ardiente, con su canción de dolor. En fila suben a las escalinatas del Museo y Biblioteca de la Universidad de Sonora las 49 imágenes de sus sonrisas, de sus ojitos pícaros, de sus delicados cabellos y se acomodan allí, cargadas por otros 49 pequeños que no flaquearon durante la cansada marcha.

Alonso López, con su guitarra, entona las infaltables letras de Aute: “Ay, amor mío, qué terriblemente absurdo es estar vivo sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido”. 

En voz de Martha Lemas, madre de Santiago de Jesús, se dio el pase de lista y empezaron a salir uno a uno los nombres de los niños ABC, seguidos de un fuerte “¡NO DEBIÓ MORIR!”, estallan los aplausos y se escapan las inevitables lágrimas.

Suenan canciones de otras luchas, canciones que se asemejan en sus objetivos, que persisten a lo largo de los años y que acompañan otros pasos. Los padres agradecen a todos por su presencia y apoyo incondicionales, y sostienen que su lucha continuará así se les acabe la vida, pues el Movimiento 5 de Junio ya es de todos; esos hijos, los suyos, ya son nuestros también.

La multitud aclama “¡NO ESTÁN SÓLOS, NO ESTÁN SÓLOS!”, y jamás lo estarán, pues como dijera Alejandro Cabral, tenemos un compromiso desde hace 4 años. La lucha es por esos 49 niños que ya no están, por más de 70 niños que siguen aquí y que tienen lesiones de por vida, por los niños que vienen; por todos los niños de México.

Con Manuel Rodríguez, padre de Xiunelth Emmanuel, se leyó el Manifiesto a 4 años de luto y lucha, y surgieron una vez más, los nombres de los culpables de este terrible crimen:

“Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella, Antonio Salido Suarez, Sandra Lucia Téllez Nieves y Gildardo Urquidez Serrano, dueños y principales responsables de la Guardería ABC, despreciables seres humanos, cuyo único fin era reducir costos sin ningún respeto a la vida misma, cargarán toda su vida con el desprecio de miles y millones de mexicanos, no crean que no pagarán por sus actos, la justicia los alcanzará por su imperdonable crimen, la sociedad mexicana en conjunto con el Movimiento 5 de Junio se encargará de ello”.

Juan Francisco Molinar Horcasitas y Daniel Karam, así como el ex gobernador de Sonora Eduardo Bours Castelo y el ex presidente municipal de Hermosillo, Ernesto Gándara Camou, y Guillermo Padres Elías, gobernador del estado, quién en repetidas ocasiones prometió justicia para el caso ABC, también salieron a relucir por su evidente culpabilidad o por encubrimiento de los criminales.

“Por eso aquí, frente a ustedes y con el corazón en la mano, reafirmamos nuestro solemne juramento en todos los idiomas y en todas las lenguas; que resuene por todos los países y por todos los rincones del planeta. Aunque nuestros cuerpos se derrumben y nuestra alma decaiga, no descansaremos hasta ver juzgados y condenados por este horrendo crimen a todos los culpables”.

“La justicia debe ser como la muerte, que no exceptúa a nadie”. Barón de Montesquieu.

(DOSSIER POLITICO/ Astrid Arellano / 2013-06-07)

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