lunes, 29 de abril de 2013

EL EXTRAÑO PROCEDER DE EU


Ismael Bojórquez/Altares y Sótanos
No es fácil catalogar de fracaso el fin de los procesos judiciales que, tanto en México como en los Estados Unidos, se le han seguido a Sandra Ávila Beltrán, sobrenombrada, sabe por quién, como La Reina del Pacífico.

Después de declararse culpable de “asesoría” logística a su compañero Juan Diego Espinoza Ramírez, el Tigre, en una corte de Miami, está previsto por su defensa que Ávila Beltrán saldrá de la cárcel muy pronto. La sentencia le será dictada en julio.

Y ya sin cargos en México, después de que fue absuelta de los delitos de delincuencia organizada y lavado de dinero, lo que sigue para ella es disfrutar las mieles de la libertad.

¿Fracaso de la justicia? Eso sería muy discutible, sobre todo cuando se trata de la justicia gringa. Cuando detuvieron a Sandra Ávila, en septiembre de 2007, la PGR la presentó como uno de los principales eslabones de la cadena criminal conformada por los narcotraficantes sinaloenses, encargada de las relaciones públicas del cártel y de lavar plata. También como operadora de logística para la introducción de cocaína al país desde Colombia. Y ya tenía cargos criminales en EU.

Cuando fue presentada a la prensa dijo que se dedicaba al hogar y al comercio, que vendía “ropa y casas”, y que estaba detenida por una orden de extradición.

Según las acusaciones de la PGR, La Reina del Pacífico había caído en el marco de la Operación Macel, derivada del aseguramiento de nueve toneladas de cocaína a bordo del atunero Macel, el 21 de julio de 2002, en Manzanillo, Colima. Cuando fue detenida, se le encontraron identificaciones con el nombre de “Daniela García Chávez”.

Pero la PGR no pudo acreditar sus dichos, y tanto Ávila como su pareja, el Tigre, detenido el mismo día que ella cuando trataba de huir, fueron absueltos de los delitos de delincuencia organizada, lavado de dinero y delitos contra la salud, resolución de un juez en diciembre de 2010, que luego fue ratificada en un tribunal unitario en agosto de 2011.

Lo que siguió para la reina fue esperar su extradición, lo cual ocurrió en agosto de 2012. Su juicio fue pospuesto al menos en dos ocasiones, en una corte de Miami, hasta que, la semana pasada, se hizo público que aceptó ser culpable de “asesorar a Espinoza Ramírez en el trasiego de drogas hacia los Estados Unidos.

No es el primer caso en el que un “poderoso” narcotraficante logra salir airoso de las cárceles gringas. Apenas hace 15 días, Javier Torres Félix, procesado en aquel país por delitos similares, salió de un penal de Massachusetts, con las cuentas saldadas, después de que fue juzgado en California en absoluto secreto. Y aunque fue entregado a las autoridades mexicanas, pues tiene procesos pendientes en nuestro país, su ubicación y situación jurídica sigue, hasta hoy, siendo un misterio.

Otro enigma es el caso de Vicente Zambada Niebla, a quien se pretende juzgar en una corte de Chicago, pero cuyo juicio ha sido una y otra vez pospuesto por el juez Ruben Castillo, debido a la “complejidad” del caso. Se sabe que el Vicentillo alega haber actuado con el permiso del Gobierno norteamericano para traficar drogas y debe ser cierto porque esto tiene atorado el juicio desde 2009, cuando fue extraditado.

Él y Ávila Beltrán, lo publicó Ríodoce hace una semana, desaparecieron de los archivos públicos del sistema penitenciario de los Estados Unidos, lo cual significa que han logrado acuerdos “especiales” con la justicia norteamericana, que les otorga ciertos privilegios mientras transcurre el juicio, como vivir fuera de las cárceles, en casas asignadas para ciertos niveles de arraigo, con la libertad de moverse en ciertos radios de la geografía norteamericana…

Pero nada de eso se hace público en esa forma tan peculiar que adopta la justicia gringa, mientras en México se siguen pagando las consecuencias de las actividades criminales de quienes pasan por esos juicios.

¿Hasta dónde el destino de estos procesos judiciales se hace de común acuerdo con la justicia mexicana? Eso no se sabe, pero no debe descartarse que, por lo menos de cierto tiempo acá, todo esto forme parte de los acuerdos secretos de ambos gobiernos como parte de sus estrategias para combatir o, en su defecto, administrar la guerra contra la drogas.

Hay muchos elementos para pensar que hay un gran acuerdo entre los gobiernos de Estados Unidos y México para administrar la lucha contra las drogas y uno de los puntos sería darle facilidades a la actividad criminal del cártel de Sinaloa, del cual, se dijo siempre, forma parte La Reina del Pacífico.

BOLA Y CADENA

NO SE DIMENSIONÓ EN su momento, pero tal vez ahora se comprenda. Minutos después de que fue presentado Espinosa Ramírez, el Tigre, declinó reconocer que era narcotraficante, pero dijo que todo lo que había hecho lo sabía la   DEA. De acuerdo con las autoridades norteamericanas, este personaje saldrá libre en septiembre próximo.

SENTIDO CONTRARIO

PATÉTICO, NO HAY OTRA forma de calificar el hecho de que a estas alturas, la alianza PAN-PRD-PT lleve en Sinaloa como logotipo un corazón, emulando lo que se hizo en 2010 y como si nada hubiera ocurrido desde entonces.

HUMO NEGRO

LOS MEXICANOS NO PIERDEN si el Pacto por México se va al traste. En este país y con este Gobierno, lo que se requiere es una oposición bien definida.

(RIODOCE.COM.MX/ Columna Altares y Sótanos/ Ismael Bojórquez /Abril 28, 2013)

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