jueves, 12 de abril de 2012

LOS OTROS CRÍMENES DE BENJAMÍN ARELLANO

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- Abogado de Benjamín Arellano Félix intentó apelar la extradición del narcotraficante para evitar una sentencia.

- Los 22 años de prisión a que fue sentenciado en México, son independientes a la pena en los Estados Unidos; no se le restarán en aquel territorio los nueve años de cárcel ya cumplidos en México.

- El mayor de los Arellano intentó que le disminuyeran la pena al citar preceptos jurídicos internacionales. “Si yo estoy en un tratado internacional, siento que tengo derecho al derecho internacional. Si yo fui juzgado por los mismos cargos, por eso le pedí crédito por el tiempo que ya llevo preso”, dijo sin que ello le beneficiara en la corte.

- El juez Larry Burns le preguntó si se sentía arrepentido por los crímenes cometidos, y el capo sólo respondió: “A mí me están acusando por lo que hicieron otras personas. Me hacen responsable de eso”.

- Sujeto a las leyes de su país y la ordenanza en la orden de extradición, el juez Burns no pudo ampliar la sentencia al narcotraficante. Explicó el juzgador: “No debería imponer yo otra sentencia superior a la máxima de 25 años, pero si de mí dependiera, le impondría otra, él se merece cadena perpetua, debería pasar el resto de su vida en prisión”.

Adela Navarro Bello
Jorge D’Garay Juncal
 El Departamento de Justicia de los Estados Unidos fue muy claro en su posicionamiento judicial respecto la sentencia de 25 años que le fue decretada a Benjamín Arellano Félix:

“Después de esta sentencia, será deportado a México para que termine una condena de 22 años. Éste es un final acorde a una persona que ha causado tanto sufrimiento y destrucción”.

Si se considera el año que Benjamín Arellano Félix ha sido mantenido cautivo en una prisión de San Diego, California, concluiría dicha sentencia en 2033; aunque en el juicio se aclaró que los últimos seis años de la caución podría solicitar libertad condicional. En cualquier caso, en 2030 ó 2036, será deportado a México, donde la autoridad lo recibirá para cumplir lo que le resta de los 22 años a los que fue sentenciado en este país por delitos de delincuencia organizada.

Aparte, el mayor de los Arellano tiene otros asuntos pendientes con la justicia mexicana:

- En el expediente 222/93, se imputa a Benjamín por el homicidio calificado del Cardenal  Jesús Posadas y Ocampo, y otras seis personas; hechos ocurridos en mayo de 1993, en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, Jalisco.

- El delito de homicidio calificado en grado de tentativa en agravio de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera y asociación delictuosa en perjuicio de la sociedad.

- La investigación sobre el atentado a Jesús Blancornelas y el homicidio de Luis Valero, expediente en el que se ha asentado la participación de sicarios bajo las órdenes de los hermanos Arellano Félix en el crimen.

En la investigación de la muerte del Cardenal, el mandamiento judicial no se cumplimentó, debido a que el depuesto capo de la droga, fue confinado desde su detención en 2002, en el Penal de Máxima Seguridad en Almoloya de Juárez, Estado de México. El juez jalisciense Hugo Olveda Colunga se negó a procesar al prisionero por la vía del exhorto.

Por lo menos esos casos esperan en la justicia mexicana para cuando Benjamín Arellano Félix cumpla con la pena corporal de 25 años que le fue impuesta en Estados Unidos por los delitos de narcotráfico, lavado de dinero y otros relacionados con el crimen organizado.

Quien fue durante casi 20 años el líder del Cártel Arellano Félix (CAR), fue detenido por autoridades mexicanas en marzo de 2002, y extraditado a la Unión Americana en abril de 2011, procesado en la corte del distrito sur de California el 4 de enero de 2012, y sentenciado el lunes 2 de abril del mismo año.

Benevolencia norteamericana
 Desde el inicio de la década de los noventa, los hermanos Arellano Félix, Benjamín, Ramón, Francisco Javier, Eduardo y Rafael, se convirtieron en presas de las autoridades norteamericanas. Los persiguieron por delitos contra la salud, conspiración, lavado de dinero, asesinatos, tráfico y distribución de drogas en territorio estadounidense.

Cinco millones de dólares llegaron a ofrecer el Buró de Investigación Federal (FBI, por sus siglas en inglés), por información que llevara a la captura de los mafiosos. Rafael Arellano Félix estuvo en una corte de Estados Unidos. Fue sentenciado a seis años de prisión por haber vendido tres kilos de cocaína a un agente encubierto de la DEA en 1980. Fue puesto en libertad y deportado a México en 2008.

Ramón Arellano Félix fue asesinado antes de enfrentar la justicia, en febrero de 2002, mientras se enfrentaba a policías ministeriales en Mazatlán. Luego que Arellano Félix se identificó como agente de la Procuraduría General de la República (PGR), el oficial Antonio Arias Torres bajó su arma. Ramón aprovechó y le disparó en dos ocasiones. Cuando el ministerial caía, alcanzó a accionar su arma e impactó el cráneo de Arellano Félix. Ahí quedó muerto.

En agosto de 2006, en aguas internacionales, agentes norteamericanos detuvieron el yate en el que se encontraba Francisco Javier Arellano Félix “El Tigrillo”. También fue puesto ante la justicia norteamericana Arturo Villarreal Heredia “El Nalgón”. 

El menor de los hermanos es quien ha sido más severamente castigado por la justicia de los Estados Unidos. A la presunción inicial de castigarle con la pena de muerte, siguió la negociación que lo mantendrá de manera perpetua en una cárcel estadounidense. A diferencia de sus hermanos, que ostentaron el poder criminal durante más de tres lustros, Francisco Javier lideró al CAF durante cuatro. Fue juzgado por los crímenes de esa organización ilícita.

Eduardo Arellano Félix fue detenido en Tijuana, Baja California, en octubre de 2008. En una operación de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO). Se le localizó en la colonia Misiones del Pedregal, en compañía de una menor de edad, después identificada como su hija. Actualmente se encuentra en una prisión mexicana.

Finalmente, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos tuvo la oportunidad de juzgar a quien de hecho identificaron como la mente maestra criminal del CAF, a quien señalaron de cruzar ilegalmente miles de toneladas de droga, de conspiración, asesinato, lavado de dinero, contrabando, narcotráfico y asociación delictuosa, pero que solamente fue sentenciado a cumplir con 25 años de prisión. Y al pago de 100 millones de dólares.

Benevolencia estadounidense para el narcotraficante que encabezó una de las estructuras criminales más violentas que se hayan observado: el Cártel Arellano Félix de Benjamín.

La caída de un capo
Benjamín Arellano Félix entró a la Novena Sala del Tribunal de la Corte del Distrito Sur de San Diego por la puerta izquierda. Caminando tranquilo, con la mirada cansada. 

Era custodiado por dos marshalls, quienes lo llevaron ante el pódium. Tenía puestos un par de tenis blancos con gris claro, parecían nuevecitos. 

Su traje de una sola pieza de color naranja resaltaba en el Juzgado. 

Su pelo negro azabache quería esconder sus años, pero el envejecimiento y sus canas prevalecieron sobre el intento por lucir más joven. 

Se peinó de lado, con goma, y su copete se inclinaba hacia la derecha. 

Cruzó sus brazos por atrás, a la altura de sus caderas, como si estuviera aún esposado. 

Se apretaba con una mano la muñeca contraria, y el puño que quedaba libre, lo apretaba y relajaba conforme avanzaba la audiencia. 

A veces cambiaba de mano y liberaba la derecha o izquierda, pero siempre moviendo los dedos, suavizando con su pulgar los otros dedos. Siempre firme y parado, atento, escuchando la traducción simultánea de lo que su abogado y el juez Larry Burns decían en la sala.

Poco antes de las 9:25 am, Laura Duffy, procuradora federal para el área de San Diego, entró a la sala acompañada por dos asistentes. Saludó a William Sherman, encargado en la ciudad del despacho de la DEA para la agencia anti-narcóticos del gobierno estadounidense.

Sin familiares del capo mexicano visibles, ni reconocibles por sus facciones y genes, con la sala llena de abogados y otros hombres trajeados que daban la impresión de ser agentes federales, y apenas una docena de reporteros, la mayoría estadounidenses y mujeres, el honorable juez Larry Burns hizo su entrada al recinto. 

Todos los presentes se pusieron de pie para iniciar formalmente con el procedimiento. 

En lugar de un jurado, 12 de los 14 asientos del lado izquierdo de la Novena Sala del Tribunal, comúnmente reservados para el jurado, estaban ocupados ese lunes 2 de abril por estudiantes de leyes. Inició la audiencia.

El nuevo abogado de Benjamín Arellano Félix tomó la palabra. 

Comenzó su intervención con una objeción que el antiguo abogado del narcotraficante mexicano, Anthony Colombo Jr., presentó tras la última audiencia pública de enero de este año -la defensa argumentó de último minuto, a pesar de que el capo ya había reconocido su culpabilidad en los cargos de lavado de dinero y asociación delictuosa- que el tiempo ya cumplido en custodia en México debería ser incluido en la sentencia que el lunes pasado se le dictara.

De igual manera, objetó que no quedaba claro si el año que ya pasó en la cárcel estadounidense, desde su extradición en abril de 2011, estaría incluido en la sentencia o no.

El abogado detalló que el acuerdo de extradición entre México y Estados Unidos, solicitado formalmente por el vecino país del norte desde 2007, pero materializado hasta 2011, se realizó sin observar y cumplir estrictamente con la Ley, y fue motivado y finalmente llevado a cabo por razones políticas, no legales o judiciales.

También habló de la falta de comunicación entre Colombo Jr. y Benjamín Arellano, razón por la que el antiguo capo dio por terminada su relación profesional con su abogado defensor. 

El otrora líder de la organización criminal del CAF, afirmó no haber entendido la totalidad del contenido del acuerdo de culpabilidad que aceptó en enero; nunca vio una copia, nunca lo tuvo y estaba realmente sorprendido por su contenido, cuando el nuevo abogado se lo hizo de su conocimiento.

El juez replicó que el año ya cumplido en custodia en San Diego formará parte de su nueva sentencia, pero los años pasados en México como parte del dictamen de 22 años en prisión, es punto y aparte. 

Los nueve años transcurridos entre su aprehensión en marzo 2002 y su extradición a Estados Unidos en abril 2011, no contarán como años ya servidos en la nueva sentencia que le dictarían el lunes 2 de abril de 2012.

“Gracias por su consideración, porque él no tiene ni idea de qué sigue después de hoy”, agradeció el abogado defensor al juez.

Por su parte, Larry Burns dijo recordar cómo Colombo Jr. le aseguró que efectivamente, Benjamín Arellano Félix había leído la petición, se le había traducido la información y estaba de acuerdo con todo el contenido.

 “¿Esto quiere decir que rechaza usted el acuerdo ya establecido?”, le preguntó el juez al inculpado. 

“No señor, sigo aceptando el trato”, contestó el capo.

“Aun si el sistema judicial mexicano prohíbe la extradición, el punto es que hoy lunes 2 de abril Benjamín está parado aquí -pronunció el juez Burns-, y está aquí conforme con el acuerdo. Probablemente los cargos que se le imputan en Estados Unidos y en México son similares”, pero el elemento de la violencia es fundamental en este caso: violencia generada por la importación y exportación de dinero y estupefacientes, violencia traducida en secuestros y asesinatos en ambos lados de la frontera, violencia que el acusado ha reconocido haber propiciado y participado en ella.

“No veo cómo justificar que el tiempo que ha servido en México, sea válido aquí en Estados Unidos”, dijo convencido y firme en su postura.

Benjamín habló: 

“Estados Unidos me pidió en un tratado de extradición, hizo la petición al gobierno mexicano en 2007. El juez que se le presentó la extradición dijo que procedía la extradición porque los cargos son los mismos aquí  (en México) y en Estados Unidos. Entonces, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) dijo ‘no importa, que lo juzguen allá’. Se interpuso otro recurso de amparo y los magistrados dijeron que me estaban violando mis derechos constitucionales. SRE ordenó mi extradición y no los jueces, que son los encargados de decir si sí o si no. Si yo estoy en un tratado internacional, siento que tengo derecho al derecho internacional. Si yo fui juzgado por los mismos cargos, por eso le pedí crédito por el tiempo que ya llevo preso”, finalizando así su intervención, con frases pausadas, voz tranquila y sin alterarse.

Larry Burns invitó al criminal mexicano a hablar sobre su pasado, sobre cómo se sentía de los crímenes cometidos, si se arrepentía o no. Benjamín respondió:

 “A mí me están acusando por lo que hicieron otras personas. Me hacen responsable de eso”.

El juez refutó que él había admitido esa responsabilidad, su dirección operativa en el Cártel de Tijuana: “Eso es lo que dijiste, ahora parece que no es cierto”.

El abogado en turno respondió que el acuerdo incluye la responsabilidad de lo que otros hicieron y dijeron. El juez preguntó si alguien quería agregar algo más, y ante la negativa de las partes, se preparó para emitir su sentencia.

Entre 1986 y 2002, Benjamín Arellano Félix operó como el centro de su imperio criminal. Durante su reinado, afirmó Burns, el capo envenenó a México con violencia y corrupción. 

A la fecha aún no queda claro qué tanta responsabilidad ha aceptado al respecto. 

Es verdad que él directamente no realizó los crímenes, pero eso es sólo porque fue lo suficientemente afortunado como para contar con legiones fieles y leales a él. 

Se estima que introdujo ilegalmente a Estados Unidos cientos y cientos de toneladas de cocaína y marihuana, y lavó cientos y cientos de millones de dólares, aunque resulta imposible fijar una cifra determinada del volumen de estupefacientes y dinero que controló durante su mandato en la organización.

El juez reconoció que al declararse culpable, Benjamín Arellano Félix le ahorró al gobierno estadounidense cuantiosos recursos, especialmente tiempo y dinero.

Por el cargo de asociación delictuosa lo condenó a la pena máxima de 20 años en prisión, y por el cargo de lavado de dinero, le dio también la pena máxima de 5 años, en total 25, de los cuales podrá pasar 6 en libertad condicional. 

Entre las actividades que Benjamín Arellano supervisó, se encuentran los asesinatos selectivos, secuestros, tráfico de armas de fuego, corrupción, sobornos sistemáticos a funcionarios públicos, extorsión y actos de corrupción en ambos lados de la frontera. 

También mandó asesinar ciudadanos californianos, aunque el juez reconoció que por más problemas que el CAF causó a Estados Unidos, fue en México donde el caos e intimidación por medio de la violencia fue peor. Nombró a la asociación delictiva directamente responsable de las miles de adicciones a narcóticos presente en la población de Estados Unidos.

Larry Burns calificó como positivo el hecho de que Benjamín Arellano Félix es un hombre leal a su familia, que gozó de una relación especial hacia sus padres, particularmente hacia su madre, pero que actuó sin consciencia. Sabía lo que se estaba haciendo; los asesinatos no se hubieran perpetrado si él no los hubiera comandado.

De acuerdo al juez, algunos miembros de la organización criminal están cumpliendo sentencias más extensas, como el hermano menor de Benjamín, Francisco Javier “El Tigrillo”, condenado a cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad; o Jesús “Chuy” Labra, padrino de los hermanos y sentenciado en 2010 a servir una pena de 40 años en Estados Unidos. Pero Benjamín tendrá 80 años cuando salga libre, y aún tiene que enfrentar cargos pendientes en México.

“No tengo ningún enojo personal contra Benjamín Arellano Félix. 

El cobrador de las facturas viene a cobrarle hoy a Benjamín su deuda pendiente. No debería imponer yo otra sentencia superior a la máxima de 25 años, pero si de mí dependiera, le impondría otra, él se merece cadena perpetua, debería pasar el resto de su vida en prisión. 

La pena de 25 años es completamente justa y justificada”, concluyó Larry Burns.

Benjamín Arellano Félix se quitó los audífonos y se retiró de la Sala Número 9 en silencio, cabizbajo, sin voltear a ver a los asistentes, mirando sólo el piso.

Afuera de la Corte del Distrito Sur de San Diego, la fiscal Laura Duffy y el agente de la DEA, William Sherman, se apresuraron a declarar la sentencia como un hito más en la cooperación bilateral entre México y Estados Unidos en la lucha por desmantelar cárteles del narcotráfico.

“Benjamín Arellano Félix finalmente fue llevado a la justicia. Además de la sentencia de 25 años, tendrá que cumplir una de 17 años en México, con esto asegurando que alguien que causó tanta destrucción a tantos, pasará el resto de sus días en prisión”.

Sherman afirmó que “éste es el fin absoluto y definitivo del Cártel de los Arellano Félix. Está muerto, ya es historia. Lo que ellos comenzaron no tiene precedentes. La sentencia de hoy pone fin a una de las investigaciones más extensas que ha coordinado nuestra agencia (DEA)”.

Tal como se conoció al Cártel de Tijuana en las últimas dos décadas, ya no existe.

 Varias facciones y células siguen operando, principalmente en Tijuana y Mexicali, pero lo que queda de la poderosa organización criminal que cimbró los cimientos de las corporaciones policiacas y de procuración de justicia en ambos lados de la frontera, no volverá a levantarse. 

Los dos funcionarios estadounidenses se mostraron confiados al decir que nunca, ninguna alcanzará el nivel que alguna vez gozaron los hermanos Arellano, aunque aceptaron que quizá otras organizaciones delictivas ocuparán las plazas de Baja California.

Para concluir, manifestaron que Benjamín Arellano Félix ya no es una amenaza a la población de Tijuana y San Diego.

“Éste es un caso de ganar-ganar para Estados Unidos. Si uno quiere la paz, tiene que estar preparado para ir a la guerra. En este caso, se le ha sentenciado virtualmente a cadena perpetua. Benjamín estuvo protegido y aislado por sus hermanos, por autoridades de alto rango y por pandilleros violentos. Pero ahora los beneficios pesan más que los riesgos”, precisó la fiscal Duffy.

Aún no se ha designado la prisión de máxima seguridad donde Benjamín Arellano Félix habrá de cumplir su condena de 25 años de cárcel, y de los 100 millones de dólares en bienes y divisas que debe entregar al gobierno estadounidense como parte del acuerdo, el Servicio de Impuestos Internos (IRS, por sus siglas en inglés) -agencia encargada de la recaudación fiscal y tributaria en Estados Unidos- apenas ha localizado 7 millones de dólares de ese botín.

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