CIUDAD DE MÉXICO, 7 de julio.- No únicamente España o
el Reino Unido cuentan con una “familia real”. México también tiene la
suya. Sólo que, en este caso, la “familia imperial” vive en el exilio.
Además, no es considerada como tal en nuestro país, ante la inexistencia
del “trono de México”, pero en Europa son tratados por la nobleza del
Viejo Continente como “los legítimos herederos de la dinastía mexicana
De Iturbide”.
Se trata de la familia Götzen-Iturbide Franceschi,
encabezada actualmente por el “príncipe imperial” Maximiliano,
descendiente directo de Agustín de Iturbide, primer emperador mexicano y
consumador de la Independencia del país.
Maximiliano o Maximilien
von Götzen-Iturbide está casado con María Anna de Franceschi, quien
desciende de una línea de nobles croatas y venecianos. Tienen dos hijos
nacidos en Australia: Fernando, actualmente de 21 años, quien sería el
segundo en la línea de sucesión al “trono imperial”, y Emanuela, nacida
en 1998.
Perth, Australia, localidad que cuenta con poco más de un
millón y medio de habitantes, en su mayoría inmigrantes, es la ciudad
que alberga a los Götzen-Iturbide Franceschi. Maximiliano es empresario,
gusta de practicar deportes, como la equitación y el esquí, y participa
en competencias de yates.
Su hijo mayor, el príncipe Fernando
Leopoldo, fue educado en el exclusivo y prestigioso instituto suizo Le
Rosey. Está interesado en la historia mexicana y estudia actualmente
administración gubernamental en la Universidad de Georgetown.
Por
el Institut Le Rosey han pasado numerosos nobles europeos, como el rey
Juan Carlos I de España; Rainiero III, príncipe de Mónaco, o el príncipe
Guillermo, gran duque, heredero de Luxemburgo.
En la actualidad
no existen registros sobre declaraciones relacionadas con México que
haya realizado algún integrante de la familia imperial. Excélsior
buscó a Maximilien y a Fernando para entrevistarlos, pero hasta el
cierre de esta edición no se recibió respuesta por parte de los
Götzen-Iturbide.
“Don Maximiliano es el indiscutible jefe de la
Casa Imperial de México y es heredero al trono, tanto por parte de la
tradición Iturbide como por la Habsburgo. Él ha sido la cabeza de la
Casa Imperial por cerca de 50 años, y es necesario aclarar que no está
interesado en desempeñar algún papel político en México”, explicó el
investigador Enrique Sada, quien es cercano a los Götzen-Iturbide.
En
México la monarquía no existe y la Constitución establece, en su
artículo 12, que en el territorio nacional “no se concederán títulos de
nobleza, ni prerrogativas y honores hereditarios, ni se dará efecto
alguno a los otorgados por cualquier otro país”, por lo que en caso de
que los Götzen-Iturbide arriben a México no se les reconocerían sus
títulos nobiliarios.
Sin embargo, la inexistencia de la monarquía
en nuestro país no fue obstáculo para que, en 2011, Maximiliano
Götzen-Iturbide fuera recibido en el Palacio Apostólico del Vaticano
como el “legítimo heredero al trono de México” por Joseph Ratzinger,
entonces papa Benedicto XVI.
La tragedia de una familia
Al
menos tres acontecimientos trágicos han marcado a la dinastía Iturbide.
El fusilamiento de Agustín I en Padilla, Tamaulipas, tras su exilio y
posterior retorno a México; la ejecución del emperador Maximiliano de
Habsburgo, así como la muerte de María Josepha Sophia de Iturbide y
Mikos de Tarrodhaza, abuela del actual “príncipe imperial”, en un campo
de concentración comunista.
En marzo de 1823, Agustín de Iturbide
abdicó al Trono de México y se exilió en Italia. En México fue declarado
traidor y fuera de la ley por el Congreso. Se dictaminó que si volvía
al país se le debía fusilar inmediatamente, decreto que exhibía el temor
de que el antiguo emperador retornara del exilio.
Ignorando el
decreto proclamado en su contra, Iturbide se embarcó junto con su
familia a México para prevenir al gobierno sobre los planes de España
para reconquistar el país. Desembarcó en Soto la Marina el 15 de julio
de 1824. Ahí fue arrestado por Felipe de la Garza, y el Congreso local
por votación casi unánime —dos diputados se opusieron— condenó a muerte
por fusilamiento a Iturbide.
Agustín de Iturbide fue fusilado en
Padilla, Tamaulipas, el 19 de julio de 1824. “¡No soy un traidor, no!”,
fueron las últimas palabras del primer emperador mexicano.
“Estados Unidos, a diferencia de Inglaterra y el resto de América, no celebraron la obra y el genio del Libertador de México:
la vieron con temor y desafecto. Iturbide les recordaba a Napoleón en
todos los sentidos, según se desprende de las conversaciones entre
Thomas Jefferson y el presidente James Monroe, pues sabían que un hombre
así, ya como primer jefe, regente o emperador sería no sólo un estorbo
para los planes expansionistas que tenían sobre México y Cuba, también
les parecía una amenaza a su integridad territorial y a su sistema de
gobierno”, aseguró el historiador Enrique Sada sobre la caída del Primer
Imperio Mexicano.
La nieta de Agustín de Iturbide, María Josepha,
se convirtió en cabeza de la Casa Imperial de México en 1925, tras el
fallecimiento de su tío, también de nombre Agustín.
De acuerdo con
el ya fallecido historiador español Juan Balansó, quien siguió la
historia de la monarquía mexicana, doña María era muy modesta, piadosa y
nunca busco desempeñar papel político alguno. Se casó en dos ocasiones y
tuvo dos hijas.
Su primer matrimonio fue en Hungría, el 12 de marzo de
1908 con el Barón Johann Nepomuk Tunkl, capitán de caballería del
ejército imperial austro-húngaro.
De este matrimonio nacieron dos hijas,
María Ana Tunkl Iturbide, que permaneció soltera, y María Gisela Tunkl
Iturbide, quien se casó en primeras nupcias en 1940 con el conde Gustavo
Adolfo von Götzen y, en segundas, con Ottavio Stefano della Porta en
1959.
María Gisela fue madre del conde Maximiliano Götzen-Iturbide,
actual heredero al Trono de México.
Al terminar la Segunda Guerra
Mundial fue internada en un campo de concentración rumano junto con su
segundo esposo, Charles de Garriere, acusados de “monárquicos y enemigos
del pueblo”. Su heredero, según su testamento y con el consentimiento
de sus dos hijas, fue su único nieto: Maximilien von Götzen-Iturbide.
Unión Imperial
Fueron
dos las oportunidades que tuvo la familia Iturbide para gobernar
México: la primera, cuando por aclamación popular, tras la consumación
de la Independencia, Agustín de Iturbide fue coronado como el primer
emperador del naciente país.
La segunda oportunidad surgió durante
el Segundo Imperio, cuando Maximiliano y Carlota, al no poder tener
descendientes, decidieron “adoptar” a los nietos del primer gobernante
del México Independiente. Ahí surgió la historia contemporánea de los
herederos de ambos imperios.
Maximiliano de Habsburgo, emperador
desde el 10 de abril de 1864 al 15 de mayo de 1867, “adoptó” a Agustín
de Iturbide y Green, nieto del consumador de la Independencia y primer
emperador de la naciente nación mexicana, Agustín de Iturbide, y a su
primo Salvador.
Fue idea del ex archiduque del imperio
Austro-Húngaro el unir las casas Iturbide y Habsburgo en la figura del
denominado Príncipe de Iturbide para asegurar el futuro del trono
imperial de México.
“Esta acción no nació de los instintos
paternales de Maximiliano y no fue una adopción como tal. Fue un
contrato bien pensado que negoció Carlota con la familia Iturbide, pero
ella no firmó”, explicó Catherine Mansell a Excélsior.
Según
la investigadora, el segundo emperador de México aparece como cotutor,
junto con Josefa de Iturbide, tía del niño, y lo hizo “como algo
simbólico” con el objetivo de garantizar la permanencia del Imperio
Mexicano.
“La derrota de esta idea implicó la derrota del Imperio,
pues los mexicanos prefirieron ser ciudadanos de una república que
súbditos en una monarquía”, precisó Mansell.
Consultada por este
diario, Mansell Mayo detalló que los archivos del emperador Iturbide y
su familia se encuentran ahora en Washington D.C., Estados Unidos,
concretamente en la Biblioteca del Congreso y en la Universidad Católica
e, incluso, las memorias de la esposa del Príncipe de Iturbide se
encuentran aún inéditas.
El país arropa a hijos de reyes
Nuestro país cuenta con varios compatriotas que nacieron con sangre azul,
pues sus antepasados se enlazaron con nobles de diversos países y, por
ello, algunos son herederos al trono o tienen derecho a un título
dinástico.
Princesa mexicana
La escritora
Elena Poniatowska, de ascendencia polaca, aunque nació en Francia,
adquirió la nacionalidad mexicana en 1969. Al nacer adquirió el título
de princesa, debido a que su padre fue el príncipe Jean Ciolek
Poniatowski, quien descendía de la familia del último rey de Polonia,
Estanislao II Poniatowski.
En la década de 1940, los Poniatiski
llegaron a la Ciudad de México. A esta familia de linaje real pertenece
Kitzia Nin Poniatowska, sobrina de Elena, quien también se dedica a la
literatura.
Noble olímpico
Durante los
Juegos Olímpicos de Invierno en 2010, realizados en Vancouver, Canadá,
participó compitiendo por México en el deporte de esquí un príncipe
llamado Hubertus Rudolph von Fürstenberg-von Hohenlohe-Langenburg,
descendiente de la familia real de Württemberg, un antiguo principado
ubicado en la actual Alemania.
Este deportista de sangre azul
nació en la Ciudad de México en febrero de 1959. También es cantante,
fotógrafo y empresario. En 1981 fundó la Federación Mexicana de Esquí y
en 1984 representó a México en los Juegos Olímpicos de Sarajevo,
Yugoslavia.
La madre de Hubertus Rudolph es la princesa Ira von
Fuerstenberg, una noble ítalo-alemana y sobrina de Gianni Agnelli, el
magnate de la marca de vehículos Fiat. El padre es Alfonso von
Hohenlohe, quien introdujo el automóvil Volkswagen a nuestro país.
Según
el Comité Olímpico Mexicano, Von Hohenlohe reside en Marbella, en
Liechtenstein y, debido a sus actividades, también en Austria, donde es
cantante pop y mantiene frecuente contacto en los círculos sociales de
Viena.
La condesa mexicana
La mexicana
Genoveva Casanova, de profesión modelo, se casó con el conde de
Salvatierra, Cayetano Martínez de Irujo, hijo de la Duquesa de Alba. Dos
años duró el matrimonio que la convirtió en condesa de Salvatierra,
tiempo en que tuvo dos hijos.
Sueños monárquicos
Si
bien Maximilien Götzen Iturbide, heredero al Trono de México, no tiene
pretensiones de buscar el poder en nuestro país, existen aquí diversos
grupos que buscan “la restauración pacífica de la monarquía”.
En
redes sociales se puede encontrar al grupo “Yo apoyo el regreso de la
monarquía en México. Viva el III Imperio Mexicano” o también al “Partido
Monárquico Mexicano”.
“Apoyamos el regreso de la Monarquía a
México con don Maximiliano von Götzen-Iturbide, actual portador y
protector de la Casa Imperial Mexicana, y príncipe imperial de México.
En este sitio estamos en favor de la monarquía y de la Casa de Iturbide
como única legítima Casa real que puede aspirar al trono de México”,
afirman en un sitio de internet con más de cinco mil seguidores.
“Con
el regreso de los emperadores se instauraría la monarquía
constitucional... y México poseería la única monarquía del continente y
tendría un sistema de gobierno muy parecido al de Reino Unido, España,
Noruega, Suecia, Holanda, Bélgica, Mónaco, Luxemburgo o Liechtenstein”,
detallan en la web.
En Facebook y Twitter se pide
presionar al gobierno para que sean trasladados los cuerpos de la
familia imperial Iturbide y su descendientes a territorio nacional y los
restos mortales del emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota, para
“rendirles los honores merecidos como parte importante de la historia
mexicana”.
(EXCELSIOR/ Juan Pablo Reyes / 07/07/2013 03:05)
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