El saldo de la elección de julio 2013 es contundente: abstencionismo
histórico, rechazo a los políticos y sus partidos, desencanto de la
población con el régimen del cambio y regreso victorioso inmerecido del viejo PRI.
La experiencia deja la sensación de que las elecciones en Sinaloa no
sirven para corregir los errores de los gobiernos y los políticos, y que
la gente está harta de tanta simulación.
Se requiere ahora formular balances para aclarar en dónde nos encontramos y hacia dónde vamos.
Autoengaño de Malova
De entrada, discrepamos de quienes aseguran que Mario López Valdés
resultó el principal ganador de estos comicios. Su aparente ventaja es
en realidad haber metido al estado en un hoyo del que difícilmente
saldrá.
Periodistas locales y nacionales ponderan bien que haya colocado a
personas cercanas a él en los diferentes partidos, lo que facilitará
supuestamente que gobierne con calma los tres años que le restan.
Incluso el mismo López Valdez parece sentirlo así. Ante reclamos de
dirigentes panistas y perredistas de haber operado hacia un lado y otro,
y no ser consecuente con quienes lo llevaron a la gubernatura en 2010,
les ha respondido con falsa humildad, de que aceptaría que lo dejaran
gobernar solo ahora, y que la puerta de su gobierno “está abierta” para
que se salgan.
Refleja soberbia y un sentimiento de fortaleza falsa. Se equivoca el
mandatario y sus apologistas. Los resultados fueron un plebiscito hacia
su gestión, identificada con la coalición que hoy perdió rotundamente.
Los votos adversos son un rechazo a su administración, pésimos
resultados en empleo, seguridad pública y combate a la corrupción. Su
insensibilidad es mayúscula, pues no solo les generó ambiente
desfavorable a sus aliados, sino que operó políticamente a favor de los
contrarios.
Sus aliados están informados que Mario López, por ejemplo,
acudió en persona a la oficina del presidente del PRI nacional, César
Camacho Quiroz, para pedir la candidatura de Arturo Duarte a la
presidencia de Ahome; también de sus reuniones en céntricos restaurantes
de la Ciudad México con Manlio Fabio Beltrones y Heriberto Galindo para
planchar los procesos internos del PRI en Sinaloa en vísperas de la selección de candidatos.
Juego peligroso
¿A qué se atiene el gobernador con esta postura? Quizá porque tiene
un pacto explícito con el gobierno de Peña Nieto, y asume que al quedar
desmadejados sus aliados de 2010, es mínimo el daño que le pueden
infringir, incluso si se retiran de su gabinete, lo cual es poco
probable.
Además, dada la corrupta clase política que nos rodea, cada
regidor o legislador tiene precio, independientemente de cuál sea su
partido, y el presupuesto estatal alcanza para someter incluso al
Congreso en pleno.
El jueguito ensayado por el Ejecutivo trastocó el sistema de partidos
y corrompió la democracia a niveles no vistos sobre todo por la
carencia de un verdadero árbitro electoral. El CEE fue integrado
precisamente entre malovistas y priistas para blindar todo lo que
tendrían que hacer.
La principal consecuencia es tirar a la basura la escasa legitimidad
que tiene su gobierno y las instituciones políticas, y de paso hacer
polvo lo poco que significaban el PRD y PT como alternativas de
izquierda, y dejar al PAN dividido, postrado, humillado, desacreditado
ante la ciudadanía.
La segunda es haber favorecido el empoderamiento de la UAS-partido
(el Partido Sinaloense, PAS). En 2013 se cumplió el sueño de los
comunistas de 1977, de usar a la Casa Rosalina para disputar el poder
del Estado.
Hubieron de transcurrir 36 años para hacerse realidad, sin
“molestos” compromisos con la democracia, justicia social y desarrollo
igualitario que reivindicaban los izquierdistas.
Los jefes del PAS son universitarios cuya única causa acreditada es
buscar el poder por el poder mismo, sin detenerse en ningún medio para
lograrlo.
López Valdez completó la obra de Jesús Aguilar Padilla, otorgando
licencia para operar desde la UAS un proyecto político sin pagar
consecuencias.
El fenómeno PAS
El gran abstencionismo y las crisis de los partidos pequeños, crearon
un vacío que llenó el PAS, que se convierte en la tercera fuerza
política real. Logró más de 120 mil votos.
Tendrá un grupo parlamentario y regidores en todos los ayuntamientos,
financiamiento público, pero sobre todo un mando centralizado que le
permite unidad de acción. A diferencia de los militantes de otros
partidos, dispersos en grupos y tendencias, en el PAS hay un solo jefe y
una sola línea, que ya lo quisieran los priistas.
En esta circunstancia y teniendo como reservorio de activistas y recursos a la UAS, el juego de Malova
convirtió a Héctor Cuen en precandidato a la gubernatura en 2016. Puede
ser el clavo ardiente de donde se agarren los partidos contrarios al
PRI (y resentidos), para estar en condiciones de disputarles el poder.
De mantenerse la inercia actual, la disputa en 2017 será entre Cuen y el
candidato del PRI, probablemente Heriberto Galindo Quiñones.
Lo preocupante de todo esto es lo que ocurrirá en la UAS. ¿Será tanta
la ceguera, que políticos y gobernantes no se percatan que estamos
tocando fondo?
( RIODOCE/Ana Luz Ruelas/ julio 14, 2013)
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