Primero lo acusaron de controlar y explotar a los
vendedores de drogas en Ahome, luego lo amenazaron de muerte y
finalmente perpetraron el ataque. Pero el comandante Carrasco salió
ileso…
Adolfo Ruiz Cortines, Guasave.- Esta zona del norte de Sinaloa, que
según el Gobierno estatal ya había sido arrebatada del dominio del
cártel de Guasave —filial menor del cártel de los Hermanos Beltrán
Leyva— mediante esporádicos operativos tipo mosquito (picar y volar),
vivió una nueva escaramuza entre estos y una fuerza del orden público,
con la que se buscó matar al jefe interino de la Policía Municipal de
Ahome, Jesús Carrasco Ruiz, pero que sobrevivió gracias al blindaje de
su camioneta.
Carrasco Ruiz ya sabía que los guasavenses intentarían matarlo, porque a través de la página web Mochomera Mochis,
ya desaparecida, se lo habían advertido, lo mismo que en cartulinas
dejadas en tres asesinatos masivos, todos ocurridos en el pasado abril.
Las amenazas las firmaba alguien que se identificó como el Dos Letras, y se autonombraba el “nuevo jefe de plaza” para el grupo de La Mochomera, que se adjudicó el desplazamiento de Los Mazatlecos,
clan que durante 36 meses controló a sangre y fuego la venta de droga y
las actividades ilícitas en la región norte de Sinaloa, desde Choix
hasta Guasave.
Carrasco Ruiz, dijeron en los mensajes, sería asesinado por La Mochomera porque lo catalogó como el jefe de un clan policial para la venta de drogas, reclutando a tiradores bajo la promesa de impunidad, el cobro de piso a puchadores
independientes y la distribución de enervantes por jefes inferiores de
la Policía, pero leales al director interino. Todo esto, dijeron, con el
aval del gobernador Mario López Valdez y la omisión del alcalde Zenén
Aarón Xóchihua Enciso.
Cuando fue cuestionado sobre tales amenazas, el jefe de la Policía se
río y sostuvo que en 18 años de servicios ya estaba curtido de ellas.
Horas después de concluido el atentado del jueves, el saldo
preliminar de la batalla fue de tres presuntos delincuentes muertos, un
agente fallecido, otro herido y una civil, como daño colateral,
lesionada, aunque no de gravedad, psicosis entre los naturales y terror
entre viajeros.
Reporteros atestiguaron la captura de tres personas, durante la
persecución del grupo agresor, pero ni la Procuraduría General de
Justicia ni la Policía Ministerial del Estado los presentó.
La batalla duró escasos minutos y en ella se utilizó armamento de
guerra como granadas de fragmentación y fusiles de grueso calibre,
camionetas blindadas y hasta un monster, que son camiones blindados de forma artesanal. Este estaba clonado de los logotipos de la cerveza Corona.
De acuerdo con los informes recabados en el lugar, el atentado
ocurrió alrededor de las 07:30 horas del jueves frente al poblado Adolfo
Ruiz Cortines, ubicado en el kilómetro 176 más 700 metros de la
carretera México-Nogales, tramo Los Mochis-Guasave.
Por ese punto, el jefe interino de la Policía de Ahome y el de El
Fuerte, Daniel Castro, así como una escolta de 20 agentes, entre
ministeriales disfrazados de municipales y preventivos, se desplazaban
en un convoy compuesto por una camioneta sin logotipos Ram blanca,
blindada, un vehículo táctico Tiger y dos patrullas. “Iba a esas pinches
reuniones de seguridad, de las que todo mundo sabe”, explicaba el jefe
de Policía atacado: “Pero no llegué”.
Al pasar la calle Cero, desde dos flancos comenzaron a dispararles.
Los sujetos, que según Carrasco Ruiz eran más de cien, estaban sobre un
camión cervecero, automóviles y camionetas. En el ataque inicial mataron
al policía Julián Soto Dimas e hirieron de gravedad a otro, quedando
atrapados en el fuego el vehículo táctico y las dos patrullas.
El chofer del jefe de la Policía salió de la zona de combate, pero al
retornar a ella, por el carril de circulación norte, para sumarse al
tiroteo, la camioneta blindada tronó y comenzó a incendiarse. El escolta
personal y él saltaron a la carretera y se integraron a la balacera,
mientras su vehículo ardía.
“No sé qué nos alcanzó, fue una granada o un bazucazo, pero salimos.
Otra vez se pelaron la verga estos putos, se chingaron, no pudieron”,
explicaría ya muy molesto.
“Los perseguimos como tres kilómetros, pero, porque no llevaba apoyo
nos regresamos. Pinches correlones, no le entraron a los chingazos,
aunque nos superaban en armas y carros. Llevaban Barret, cuernos,
granadas y hasta bazucas, pero ni así pudieron”.
Carrasco Ruiz calificó de “culones” a los policías de Guasave, pues a
pesar de estar en la zona de combate no intervinieron ni brindaron
apoyo.
“Piches corruptos, vendidos. Mira, estaban con los sicarios. A un
lado de la gasolinera, nosotros los vimos y no hicieron nada, pinches
culones, vendidos, corruptos”.
El coronel “vale verga”, debe saber quiénes son ellos, y que los ajuste, pidió.
Miguel España, el jefe de la Policía en Guasave, negó las
imputaciones de Carrasco Ruiz y aseguró que sí brindaron apoyo, y tan lo
dieron que ellos fueron los que trasladaron los heridos al hospital.
Dijo que intervinieron porque les reportaron la balacera, pero que
nadie les dijo que era el jefe de la Policía Municipal y el de El Fuerte
los atacados. “No sabíamos que pasaban por aquí, de haberlo comunicado,
les hubiésemos dado el respaldo necesario”.
Tras el tiroteo, la persecución de los gatilleros en fuga se inició
por diversos rumbos. Dos helicópteros y una avioneta se sumaron a ella.
Por eso, en el campo pesquero El Coloradito, a unos 20 kilómetros al
este de la zona del ataque y a unos cinco kilómetros al norte de El
Huitussi, los perseguidores ubicaron una vagoneta Jeep Liberty de color
tinto y placas de circulación del Estado de México, cuyos ocupantes
armados buscaban escapar por medio de pangas.
Estos fueron copados en el embarcadero y asesinados en el intercambio
de fuego. Los civiles portaban dos rifles AK-47 y granadas de
fragmentación. Dos de ellas fueron encontradas en el varadero.
Por el tiroteo, los estudiantes de la Primaria Juan Escutia fueron
evacuados. La escuela se ubica a menos de 100 metros en zona despejada
del sitio de la balacera.
Pescadores que arribaban a la zona con las capturas diarias fueron
torturados por policías encapuchados para que se dijeran parte de la
banda de gatilleros. Al no lograr una confesión forzada, porque los
pescadores tenían familiares políticos incrustados en el Cabildo de
Guasave, los policías torturadores se retiraron, no sin antes
advertirles que de denunciar los hechos regresarían para cobrar
represalias.
El embarcadero, zona del tiroteo, fue manipulado por los policías
encapuchados. Incluso el director de la Policía Ministerial del Estado,
Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, ordenó a sus subalternos modificar el
lugar de la muerte y tomar fotografías, para presumirlas.
Los encapuchados, principalmente policías de Ahome, hostigaron a
reporteros, incluso, creyéndose superiores a los policías de Guasave,
que estaban en su territorio, les daban órdenes. Los guasavenses solo
los ignoraban, para evitar un altercado mayor.
Simultáneo a lo que sucedía en El Coloradito, por la banda contraria a
la carretera Internacional, otro grupo allanaba rancherías y golpeaba a
jornaleros. Reporteros observaron la detención de al menos una persona,
en el Campo Bórquez, pero ninguna corporación o institución de
seguridad se la adjudicó.
Los operativos se extendieron a El Burrión, Tamazula, Batamote y La
Brecha. Presuntamente, tierras bajo el yugo de Fausto Isidro Meza
Flores, el Chapo Isidro y de los hermanos Jesús e Ignacio González.
En el operativo de búsqueda de los agresores de policías se encontró
abandonada en la calle Cero y 100 una camioneta Ford F350 Súper Duty, en
cuya caja estaban un fusil AK-47, una carabina AR-15 y una granada.
También una camioneta Chevrolet Cheyene, y por la tarde, en la Brecha,
se encontró el camión blindado y una camioneta Tundra blanca.
El alcalde de Ahome consideró, otra vez, que se deben de modificar
los criterios de seguridad pública y dijo que para haberse perpetrado el
ataque contra su jefe de Policía “debió haber filtraciones internas”.
Hasta el cierre de la edición, los tres fallecidos en el tiroteo no habían sido identificados.
En la zona del conflicto, el jefe de la Policía Ministerial del
Estado sentenció que a los agresores de la Policía los atrapará en
breve.
“Dame poquito tiempo y te los presento”.
Un italiano en la zona de guerra
Mauro Talini, ciclista italiano diabético que emprende una cruzada de
pedaleo desde Argentina a Alaska para hacer conciencia en los gobiernos
y en la población sobre los riesgos de esta enfermedad, cruzó por la
zona de guerra en que se convirtió esta región sinaloense, sin siquiera
darse cuenta.
Estaba tan concentrado en conseguir la etapa de Los Mochis que le
pasó desapercibido que pedaleaba sobre una carretera que acababa de
estar bajo fuego.
No le prestó importancia a la patrulla chamuscada, ni a la decena de
policías armados hasta los dientes, ni a las manchas de sangre y ni a la
histeria colectiva de la población.
Él solo pedalea, pedalea, a ritmo de motocicleta, para salir lo más
pronto posible de Sinaloa. No le importa la violencia, solo su cruzada
contra la diabetes, que sabe que en México es “mucho problema grande”.
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