De la mano del gobernador Mario López Valdez, su otrora verdugo, el
Partido Revolucionario Institucional refrendó la ancestral vocación
marrullera, sello genético que lo imposibilita a jugar limpio.
De igual
forma, el proceso para la designación de candidatos a diputados locales y
alcaldes evidencia la ingenuidad de los viejos cuadros priistas que
cayeron como moscas famélicas en la sopa caliente de las componendas
partidistas.
La regeneración del PRI es una pifia y cobardía a la vez. El retorno a
Los Pinos ha desfigurado a una organización que de la promesa jurada
por la rectificación transitó en cuestión de semanas a la procacidad del
maridaje no solo con aquellos que lo traicionaron sin pudor en 2010,
sino también con grupos evidentemente delincuenciales que con el amparo
del tricolor se han metido con todo a la conquista de espacios políticos.
El consorcio político Malova-PRI ya no es lo que avergüenza
porque otra afrenta mayor se ha posado por encima de la copulación entre
quienes decían odiarse y hoy se seducen entre sí.
El impudor de los
malovistas, millanistas, aguilaristas, vizcarristas y peñanietistas es
lo que estará en juego el próximo 7 de julio. ¿En verdad ni siquiera les
inmuta el hecho de que Óscar Félix Ochoa, subsecretario malovista de
Agricultura y cuñado de Javier Torres, el JT, sea su candidato por el Distrito 14?
El cinismo, sin duda, es el signo de los tiempos. Sinaloa, que es lo
que importa, aceleró la involución política con cierto desespero por
rescatar lo más pernicioso de las prácticas electoreras.
El gobernador, a
contrapelo del discurso de la neutralidad, metió todas sus fichas a la
jornada comicial. ¿Acaso no llevan su sello Gómer Monárrez Lara, en el
distrito 24; Margarita Villaescusa, quien encabezará la lista priista
por la diputaciones pluis; Arturo Duarte, pretenso a alcalde Ahome;
Armando el Kory Leyson, que va por la presidencia municipal de
Guasave, y tantos otros cuya aspiración se fraguó en el tercer piso de
Palacio de Gobierno?
El PRI estatal, por su parte, ha sido tomado como rehén del Comité
Ejecutivo Nacional. Con Jesús Enrique Hernández Chávez como parapeto,
viene cuantas veces quiere César Camacho a pisotear la voluntad de los
priistas sinaloenses y los condena como crápulas al callejón de una sola
salida: la militancia sediciosa y no menos indecente.
Ahí está el disparo de armas en la convención del Distrito 13, la
amenaza velada contra delegados en el valle de San Lorenzo como designio
del auténtico gobierno de aquella región y la fea manera de deshacerse
de Jesús Burgos Pinto y Cenovio Ruiz Zazueta. Véase el comportamiento
mafioso de la dupla que tomó el control de las decisiones.
Y, claro,
podrían ganarlo todo, tal vez hasta “carro completo”, pero no lograrán
ni un ápice de legitimidad. La credibilidad y la confianza no serán esta
vez el resultado de las urnas.
El proceso interno del PRI se atoró en Sinaloa en el fango de la
misma letrina que siempre ha sido este partido. El saneamiento del
antiquísimo albañal resultó un engaño, una doble moral.
Con la porquería
hasta el cuello —la única diferencia es que Malova vuelve a
jugar en el bando priista— el Revolucionario Institucional solamente se
sacudirá un poco la inmundicia antes de ir a convencer a ciudadanos
electoralmente incautos.
El sentimiento de coraje que invade a los priistas que le apostaron a
la lealtad pronto habrá de desvanecerse. Olvidaron que el que traiciona
una vez traiciona dos veces. Este escándalo silencioso trasmutará en
conformidad adquirida con prebendas.
Nadie espere la rebelión de los
aplastados. Para los lacerados, quedan muchas cosas a repartir. Los
priistas son esa rara especie de víctimas que acaban besándole los pies a
sus atormentadores, raza castrada que siempre acaba llorando como
plañidera aquello que nunca supo defender con arrestos.
Ni siquiera
tiene caso oír sus lamentos porque de un momento a otro pasarán a ser
carcajadas.
Escuchemos mejor el preludio devastador de las casillas.
Re-verso
Palomeadas las listas,
está clara la intención.
El requisito a priistas:
consumar una traición.
Pan de azúcar
Dice el dicho que quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde
el perro. Esto no lo entiende el Partido Acción Nacional en Sinaloa cuyo
dirigente, Edgardo Burgos Marentes, parece que anda repartiendo pan de
azúcar. No acababa de implorarle a Juan Millán que apoye la alianza
electoral panperredista y ahora sale con la ocurrencia de ofrecerle a
Felipe Manzanares una candidatura a regidor. La pepena anda muy mal. Si
no aprendieron de la experiencia de 2010, pues a tropezar con la misma
piedra las veces que sean necesarias.
Alguien delira
Como si se lo pidiera al genio de la lámpara maravillosa, Heriberto
Árias, dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática, le
solicita atentamente a Malova que no meta las manos en el actual proceso electoral. ¿Algún otro deseo, amo?
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