Sin Embargo
México.- Estaba inquieto; lloraba sin parar.
Movía sus pequeñas piernas en la cuna. Papá se acercó enojado y lo sacó
de la cama sacudiéndolo con fuerza hasta dejarlo caer. El bebé de 2
meses murió segundos después ante los ojos desorbitados de un padre
consumido por las drogas y el alcohol.
Eran las 23:57 de la noche del domingo 7 de abril cuando el Hospital Infantil de Sonora recibió a un bebé muerto. Su padre alegaba que no tenía signos vitales y pedía ayuda desesperada; dijo que tres horas atrás, cuando se iba a meter a bañar notó que su hijo no se movía “y lo cargué como un muñeco de trapo, pero sin querer se cayó al piso”.
Juan Ricardo Pérez, de 26 años, dejó pasar tres horas antes de llevar a su hijo al hospital más cercano; pero bastó sólo una más para que los médicos supieran que estaba mintiendo. Un golpe brutal y desmedido habría terminado con la vida del bebé que apenas comenzaba a vivir.
En manos de su padre, el niño perdió la vida cuando lo arrojó al suelo porque “estaba llorando mucho y yo quería que se callara para tomarme unas cervezas”, confesó Juan Ricardo cuando fue detenido por las autoridades a la salida del hospital donde reposaba su hijo asesinado.
Los médicos fueron claros. El infante murió por traumatismo craneoencefálico severo y presentaba huellas de maltrato. Moretones de días pasados, golpes en los muslos e incluso algunas quemaduras se dejaron ver ante el personal del Servicio Médico Forense.
La Policía Preventiva detuvo en Hermosillo a Juan Ricardo y a su esposa, Abilene Gómez, de 26 y 18 años.
Las autoridades determinaron que el padre del menor consumía drogas ilegales constantemente y el día que mató a su hijo estaba bajo los efectos del “cristal”.
El infanticida también tenía antecedentes penales por robo con violencia a bienes, inmuebles y personas.
Su castigo será pasar varios años en una prisión estatal; el de su esposa, será regresar sola a casa. Cuando el hombre dejó morir al bebé en el suelo, ella estaba en la tienda y las autoridades no pudieron comprobar ninguna complicidad en el homicidio.
Con la detención de Juan Ricardo suman ocho los casos de infanticidios en Sonora en lo que va de 2013. Ocho pequeñitos con una historia en común: fueron asesinados con violencia por sus padres. Sólo pudieron llorar y sufrir dolor hasta perder la vida a manos de un adulto consumido por una mezcla peligrosa de cocaína, mariguana, ira y alcohol.
Todos los infanticidios fueron arteros.
Los seis niños y dos bebés ultimados por sus padres quedaron atrapados en medio de golpizas, quemaduras y caídas. Ahora están en el cielo con sus mejillas rosadas. Ninguno había cumplido los 5 años y todavía no alcanzaban el mesón de la cocina.
DELANEY, CHERLY Y BRANDON... TESTIMONIOS DE UNA INFAMIA
Delaney partió al cielo: su padre la mató. Tenía un año y 8 meses cuando dejó de acompañar a mamá y sus tres hermanos a la miscelánea que atendían en una colonia humilde de Hermosillo, Sonora. Los vecinos le preguntaron una y otra vez por ella, pero su mamá dijo que la niña estaba en casa de la abuela mientras llegaba el cuarto hermanito que estaba por nacer.
Lizbeth Climaco permaneció en silencio ocultando el triste final de su hija a manos del padre: Francisco Medina, de 24 años; golpeó tanto a Delaney esa tarde que terminó matándola a puñetazos.
En un intento por no dejar rastro del homicidio, el padre cavó una fosa en el patio de la casa donde enterró a su hija. Lizbeth no aguantó más.
Una mañana de remordimiento tomó a sus tres hijos varones y le contó a las autoridades lo que su esposo le hizo a Delaney. Desde ese día llegó la justicia para la niña. Ahora ambos padres permanecen recluidos en Hermosillo: él, por homicidio y ella por solaparlo. Los hermanitos de Delaney esperan la custodia de una mejor familia, mientras están en el albergue del DIF estatal.
En febrero, el recuento cruento del infanticidio tocó la puerta en Nogales.
Cherly tenía 2 años cuando su padrastro la mató de un golpe en la cabeza, de la misma forma en que meses atrás Juan N. habría matado a su bebé de 2 meses. Después de Cherly vino el asesinato de Brandon de un año y 8 meses, también en Hermosillo.
Jesús Pérez había fumado mariguana aquella tarde en que quemó a su hijo con un encendedor en las piernas y los brazos. Dijo que lloraba mucho y se desesperó. Las heridas hicieron que Brandon llorara con más fuerza y su padre enfureciera. A punta de patadas, puños y golpes, Jesús desahogó su ira con el niño hasta que dejó de moverse.
El médico forense determinó que Brandon tenía varias costillas rotas y golpes severos en la cabeza. Su historia se suma a la de otros infantes que han perdido la vida al estallar una violencia intrafamiliar por excesos de alcohol y droga.
Algunos son asesinados a manos de sus padres. Otros en su mayoría, por el segundo o tercer compañero de vida de mamá.
De los ocho infanticidios, en cuatro de los casos se presenta una relación con las drogas y el alcohol. En dos, el padrastro cometió el asesinato y en otro, un tío político fue el agresor. En dos de estos casos, la madre de familia participó en el homicidio de sus propios hijos. Es decir, que los niños conocieron desde siempre a sus verdugos.
UNA MADRE ARREPENTIDA...
“A ti que me escuchas, te hablo como una madre y una mujer arrepentida. Hace 10 años perdí al mayor de mis tesoros. Mi hijo murió en mis brazos. En un ataque de cólera descargué contra él toda mi frustración, no supe de mí... daría todo lo que fuera por volverlo a ver y escucharlo decir que me quiere. Estoy en la cárcel y ahora sólo le pido perdón a Dios”.
Ésta es la narración de una voz femenina que se escucha en todas las emisoras de radio en Nogales, Sonora.
Es también el mensaje de súplica de un alcalde que jamás imaginó emprender una campaña para que las madres amen y protejan a sus hijos.
El pasado 23 de marzo en San Luis Río Colorado, Alexander de 2 años, murió a causa de estrangulamiento. La madre, Miriam Lizeth Pérez Hernández, confesó haber violentado al niño por problemas económicos y familiares. El testimonio de Miriam ha llenado de indignación a niños, jóvenes y adultos de una sociedad sonorense que pide a gritos el respeto por la infancia.
En entrevista, Juan Ramón Guzmán, Alcalde de Nogales, hace una pausa antes de imaginar la escena de maltrato que pudieron vivir los ocho niños asesinados por sus padres en toda la entidad. “Yo he pensado en el sentimiento y en el pensamiento de una criatura de 2 años que se encuentra ante la expectativa indefensa de ser golpeado con la mano cerrada por un tipejo y enfrentar el dolor de ese golpe, voltear a ver a su madre y darle a entender que está sufriendo y que la madre solapa esa situación por muchísimas circunstancias, por no verse emproblemada con el tipo o porque no la abandone o por la cuestión económica”, comenta el Presidente Municipal que ha iniciado una campaña de concientización entre la población.
Sucede que estas historias se repiten y se extienden en Sonora con un grado de maldad y daño irreparables. “La última ocasión, aparte de estar drogados ambos padres, el niño con un golpe fuerte todavía alcanzó a irse acostar, se tapó con la colchita y se dejó morir. Ellos (los padres) todavía siguieron drogándose y divirtiéndose. Se acostaron y hasta que no les amaneció de nueva cuenta, fueron a ver al niño y estaba muerto”, cuenta Ramón Guzmán mientras aprieta los puños contra la mesa.
Guadalupe Monroy, titular del DIF en Nogales, pide a las mujeres en Nogales que estén al pendiente de sus segundas o terceras parejas sentimentales para que sus hijos no sean una víctima más de maltrato infantil.
“Todas tiene derecho a rehacer su vida, pero hay que fijarse bien con qué clase de hombre se están metiendo para que no tengan nada qué lamentar”, concluye.
“Mamá, Papá, soy Dieguito su hijo. Diosito me mandó con ustedes y era muy feliz, pero un día se empezaron a enojar conmigo y me pegaron muy feo hasta que una mañana desperté y estaba en el Cielo. Perdónenme si me porté mal, los quiero mucho y los extraño a los dos”.
Este anuncio promocional se replica en todas las estaciones de radio de Nogales. La campaña lleva un título que pareciera rodeado de obviedad: “Yo amo y protejo a mis hijos”, pero ante las circunstancias que se viven en la localidad, los esfuerzos del Ayuntamiento intentan llamar a la cordura.
YO AMO Y PROTEJO A MIS HIJOS…
Un niño vestido como superhéroe con botas verdes y guantes del mismo tono., pretende convertirse en el nuevo súper héroe de la infancia nogalense. Aún no tiene nombre, pero pronto cientos de niños participarán para asignarle uno. El más votado en las redes sociales será el ganador de una computadora o una bicicleta.
“Soy tu protector”, se lee a la altura de la cintura del hombrecillo que hace parte de los anuncios publicitarios de la campaña “Yo amo y protejo a mis hijos” que encabeza el Gobierno municipal de Nogales.
Más allá de una iniciativa gubernamental, la campaña ya cuenta con el apoyo de un padre de familia con dos hijos discapacitados que salieron adelante: el propio Alcalde.
“¡Que no la amuelen!”, son las palabras que alcanza a pronunciar Guzmán, cuando intenta dar un mensaje a los padres y madres de familia que asesinaron a sus hijos. La voz se ausenta, los ojos se encharcan de llanto y recuerda a sus dos hijos varones que nacieron ciegos y salieron adelante.
A través de Facebook, Twitter, radio, prensa y publicidad impresa la sociedad sonorense está movilizando con el objetivo de que no haya un solo infanticidio más. Jóvenes y menores se han unido desde Hermosillo hasta Nogales para denunciar al teléfono de emergencia 066 casos de maltrato infantil.
“Este es el sonido de un caso de maltrato infantil extraído de las redes sociales”…al fondo un llanto inconsolable de un recién nacido. ¿Tú permitirías que esta realidad se genere aquí en Nogales? Está en ti evitarlo. Si conoces o sospechas de un caso de violencia infantil avísanos a la línea de denuncia 066. Hagamos que Nogales sea una casa segura y feliz para nuestros hijos”: es el segundo promocional que retumba conciencias en la radio sonorense.
Y es que a Brayan, Delenay, Karla y Felipe, sólo podría haberlos salvado una cosa, una denuncia.
Muchas de las víctimas sólo saben decir mamá; otros ni siquiera comprenden el uso de un teléfono. Pero quienes sí pueden salvarles la vida están cerca de ellos. Son vecinos, familiares o hermanos mayores. Gente que los ve, los escuchan llorar y conocen sus historias de maltrato recurrente. Una llamada, un aviso a la autoridad, puede ser para un niño la diferencia entre vivir y morir.
“Yo amo y protejo a mi hijo” inició en marzo cuando se registró la tercera muerte de un menor a manos de sus progenitores, y aunque apenas lleva un mes, ya empezaron los resultados en la entidad. El pasado 31 de marzo, una bebé de 7 meses fue rescatada a raíz de una denuncia hecha por los vecinos en Hermosillo.
El reporte policiaco, citó que los policías al llegar a la calle San Joel número 52 de la colonia Villa Verde, observaron a un hombre gritarle a una niña mientras que una mujer le agarraba las piernas. Pero alguien vio la escena y llamó a la Policía. Minutos después fue rescatada la menor, quien según el reporte del DIF, presentaba varias contusiones en el cuerpo.
Según el Alcalde de Nogales, al albergue del DIF están llegando los casos de maltrato y el teléfono de las autoridades empezó a sonar más. “Algunos niños que han visto la campaña han hablado al teléfono para decir ‘me regañó mi mamá’ y eso significa que está entrando la campaña y que si un niño es golpeado ya sabe a dónde puede hablar”.
Eran las 23:57 de la noche del domingo 7 de abril cuando el Hospital Infantil de Sonora recibió a un bebé muerto. Su padre alegaba que no tenía signos vitales y pedía ayuda desesperada; dijo que tres horas atrás, cuando se iba a meter a bañar notó que su hijo no se movía “y lo cargué como un muñeco de trapo, pero sin querer se cayó al piso”.
Juan Ricardo Pérez, de 26 años, dejó pasar tres horas antes de llevar a su hijo al hospital más cercano; pero bastó sólo una más para que los médicos supieran que estaba mintiendo. Un golpe brutal y desmedido habría terminado con la vida del bebé que apenas comenzaba a vivir.
En manos de su padre, el niño perdió la vida cuando lo arrojó al suelo porque “estaba llorando mucho y yo quería que se callara para tomarme unas cervezas”, confesó Juan Ricardo cuando fue detenido por las autoridades a la salida del hospital donde reposaba su hijo asesinado.
Los médicos fueron claros. El infante murió por traumatismo craneoencefálico severo y presentaba huellas de maltrato. Moretones de días pasados, golpes en los muslos e incluso algunas quemaduras se dejaron ver ante el personal del Servicio Médico Forense.
La Policía Preventiva detuvo en Hermosillo a Juan Ricardo y a su esposa, Abilene Gómez, de 26 y 18 años.
Las autoridades determinaron que el padre del menor consumía drogas ilegales constantemente y el día que mató a su hijo estaba bajo los efectos del “cristal”.
El infanticida también tenía antecedentes penales por robo con violencia a bienes, inmuebles y personas.
Su castigo será pasar varios años en una prisión estatal; el de su esposa, será regresar sola a casa. Cuando el hombre dejó morir al bebé en el suelo, ella estaba en la tienda y las autoridades no pudieron comprobar ninguna complicidad en el homicidio.
Con la detención de Juan Ricardo suman ocho los casos de infanticidios en Sonora en lo que va de 2013. Ocho pequeñitos con una historia en común: fueron asesinados con violencia por sus padres. Sólo pudieron llorar y sufrir dolor hasta perder la vida a manos de un adulto consumido por una mezcla peligrosa de cocaína, mariguana, ira y alcohol.
Todos los infanticidios fueron arteros.
Los seis niños y dos bebés ultimados por sus padres quedaron atrapados en medio de golpizas, quemaduras y caídas. Ahora están en el cielo con sus mejillas rosadas. Ninguno había cumplido los 5 años y todavía no alcanzaban el mesón de la cocina.
DELANEY, CHERLY Y BRANDON... TESTIMONIOS DE UNA INFAMIA
Delaney partió al cielo: su padre la mató. Tenía un año y 8 meses cuando dejó de acompañar a mamá y sus tres hermanos a la miscelánea que atendían en una colonia humilde de Hermosillo, Sonora. Los vecinos le preguntaron una y otra vez por ella, pero su mamá dijo que la niña estaba en casa de la abuela mientras llegaba el cuarto hermanito que estaba por nacer.
Lizbeth Climaco permaneció en silencio ocultando el triste final de su hija a manos del padre: Francisco Medina, de 24 años; golpeó tanto a Delaney esa tarde que terminó matándola a puñetazos.
En un intento por no dejar rastro del homicidio, el padre cavó una fosa en el patio de la casa donde enterró a su hija. Lizbeth no aguantó más.
Una mañana de remordimiento tomó a sus tres hijos varones y le contó a las autoridades lo que su esposo le hizo a Delaney. Desde ese día llegó la justicia para la niña. Ahora ambos padres permanecen recluidos en Hermosillo: él, por homicidio y ella por solaparlo. Los hermanitos de Delaney esperan la custodia de una mejor familia, mientras están en el albergue del DIF estatal.
En febrero, el recuento cruento del infanticidio tocó la puerta en Nogales.
Cherly tenía 2 años cuando su padrastro la mató de un golpe en la cabeza, de la misma forma en que meses atrás Juan N. habría matado a su bebé de 2 meses. Después de Cherly vino el asesinato de Brandon de un año y 8 meses, también en Hermosillo.
Jesús Pérez había fumado mariguana aquella tarde en que quemó a su hijo con un encendedor en las piernas y los brazos. Dijo que lloraba mucho y se desesperó. Las heridas hicieron que Brandon llorara con más fuerza y su padre enfureciera. A punta de patadas, puños y golpes, Jesús desahogó su ira con el niño hasta que dejó de moverse.
El médico forense determinó que Brandon tenía varias costillas rotas y golpes severos en la cabeza. Su historia se suma a la de otros infantes que han perdido la vida al estallar una violencia intrafamiliar por excesos de alcohol y droga.
Algunos son asesinados a manos de sus padres. Otros en su mayoría, por el segundo o tercer compañero de vida de mamá.
De los ocho infanticidios, en cuatro de los casos se presenta una relación con las drogas y el alcohol. En dos, el padrastro cometió el asesinato y en otro, un tío político fue el agresor. En dos de estos casos, la madre de familia participó en el homicidio de sus propios hijos. Es decir, que los niños conocieron desde siempre a sus verdugos.
UNA MADRE ARREPENTIDA...
“A ti que me escuchas, te hablo como una madre y una mujer arrepentida. Hace 10 años perdí al mayor de mis tesoros. Mi hijo murió en mis brazos. En un ataque de cólera descargué contra él toda mi frustración, no supe de mí... daría todo lo que fuera por volverlo a ver y escucharlo decir que me quiere. Estoy en la cárcel y ahora sólo le pido perdón a Dios”.
Ésta es la narración de una voz femenina que se escucha en todas las emisoras de radio en Nogales, Sonora.
Es también el mensaje de súplica de un alcalde que jamás imaginó emprender una campaña para que las madres amen y protejan a sus hijos.
El pasado 23 de marzo en San Luis Río Colorado, Alexander de 2 años, murió a causa de estrangulamiento. La madre, Miriam Lizeth Pérez Hernández, confesó haber violentado al niño por problemas económicos y familiares. El testimonio de Miriam ha llenado de indignación a niños, jóvenes y adultos de una sociedad sonorense que pide a gritos el respeto por la infancia.
En entrevista, Juan Ramón Guzmán, Alcalde de Nogales, hace una pausa antes de imaginar la escena de maltrato que pudieron vivir los ocho niños asesinados por sus padres en toda la entidad. “Yo he pensado en el sentimiento y en el pensamiento de una criatura de 2 años que se encuentra ante la expectativa indefensa de ser golpeado con la mano cerrada por un tipejo y enfrentar el dolor de ese golpe, voltear a ver a su madre y darle a entender que está sufriendo y que la madre solapa esa situación por muchísimas circunstancias, por no verse emproblemada con el tipo o porque no la abandone o por la cuestión económica”, comenta el Presidente Municipal que ha iniciado una campaña de concientización entre la población.
Sucede que estas historias se repiten y se extienden en Sonora con un grado de maldad y daño irreparables. “La última ocasión, aparte de estar drogados ambos padres, el niño con un golpe fuerte todavía alcanzó a irse acostar, se tapó con la colchita y se dejó morir. Ellos (los padres) todavía siguieron drogándose y divirtiéndose. Se acostaron y hasta que no les amaneció de nueva cuenta, fueron a ver al niño y estaba muerto”, cuenta Ramón Guzmán mientras aprieta los puños contra la mesa.
Guadalupe Monroy, titular del DIF en Nogales, pide a las mujeres en Nogales que estén al pendiente de sus segundas o terceras parejas sentimentales para que sus hijos no sean una víctima más de maltrato infantil.
“Todas tiene derecho a rehacer su vida, pero hay que fijarse bien con qué clase de hombre se están metiendo para que no tengan nada qué lamentar”, concluye.
“Mamá, Papá, soy Dieguito su hijo. Diosito me mandó con ustedes y era muy feliz, pero un día se empezaron a enojar conmigo y me pegaron muy feo hasta que una mañana desperté y estaba en el Cielo. Perdónenme si me porté mal, los quiero mucho y los extraño a los dos”.
Este anuncio promocional se replica en todas las estaciones de radio de Nogales. La campaña lleva un título que pareciera rodeado de obviedad: “Yo amo y protejo a mis hijos”, pero ante las circunstancias que se viven en la localidad, los esfuerzos del Ayuntamiento intentan llamar a la cordura.
YO AMO Y PROTEJO A MIS HIJOS…
Un niño vestido como superhéroe con botas verdes y guantes del mismo tono., pretende convertirse en el nuevo súper héroe de la infancia nogalense. Aún no tiene nombre, pero pronto cientos de niños participarán para asignarle uno. El más votado en las redes sociales será el ganador de una computadora o una bicicleta.
“Soy tu protector”, se lee a la altura de la cintura del hombrecillo que hace parte de los anuncios publicitarios de la campaña “Yo amo y protejo a mis hijos” que encabeza el Gobierno municipal de Nogales.
Más allá de una iniciativa gubernamental, la campaña ya cuenta con el apoyo de un padre de familia con dos hijos discapacitados que salieron adelante: el propio Alcalde.
“¡Que no la amuelen!”, son las palabras que alcanza a pronunciar Guzmán, cuando intenta dar un mensaje a los padres y madres de familia que asesinaron a sus hijos. La voz se ausenta, los ojos se encharcan de llanto y recuerda a sus dos hijos varones que nacieron ciegos y salieron adelante.
A través de Facebook, Twitter, radio, prensa y publicidad impresa la sociedad sonorense está movilizando con el objetivo de que no haya un solo infanticidio más. Jóvenes y menores se han unido desde Hermosillo hasta Nogales para denunciar al teléfono de emergencia 066 casos de maltrato infantil.
“Este es el sonido de un caso de maltrato infantil extraído de las redes sociales”…al fondo un llanto inconsolable de un recién nacido. ¿Tú permitirías que esta realidad se genere aquí en Nogales? Está en ti evitarlo. Si conoces o sospechas de un caso de violencia infantil avísanos a la línea de denuncia 066. Hagamos que Nogales sea una casa segura y feliz para nuestros hijos”: es el segundo promocional que retumba conciencias en la radio sonorense.
Y es que a Brayan, Delenay, Karla y Felipe, sólo podría haberlos salvado una cosa, una denuncia.
Muchas de las víctimas sólo saben decir mamá; otros ni siquiera comprenden el uso de un teléfono. Pero quienes sí pueden salvarles la vida están cerca de ellos. Son vecinos, familiares o hermanos mayores. Gente que los ve, los escuchan llorar y conocen sus historias de maltrato recurrente. Una llamada, un aviso a la autoridad, puede ser para un niño la diferencia entre vivir y morir.
“Yo amo y protejo a mi hijo” inició en marzo cuando se registró la tercera muerte de un menor a manos de sus progenitores, y aunque apenas lleva un mes, ya empezaron los resultados en la entidad. El pasado 31 de marzo, una bebé de 7 meses fue rescatada a raíz de una denuncia hecha por los vecinos en Hermosillo.
El reporte policiaco, citó que los policías al llegar a la calle San Joel número 52 de la colonia Villa Verde, observaron a un hombre gritarle a una niña mientras que una mujer le agarraba las piernas. Pero alguien vio la escena y llamó a la Policía. Minutos después fue rescatada la menor, quien según el reporte del DIF, presentaba varias contusiones en el cuerpo.
Según el Alcalde de Nogales, al albergue del DIF están llegando los casos de maltrato y el teléfono de las autoridades empezó a sonar más. “Algunos niños que han visto la campaña han hablado al teléfono para decir ‘me regañó mi mamá’ y eso significa que está entrando la campaña y que si un niño es golpeado ya sabe a dónde puede hablar”.
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