HOMICIDIOS A LA ALZA. No hay estrategia
eficaz.
Aunque es muy temprano para
hacer una evaluación del nuevo gobierno en el tema de la seguridad, la cifra no
deja de ser significativa: en diciembre pasado, primer mes de la administración
de Morena, se cometieron 2 mil 842 homicidios dolosos según el recuento del
Sistema Nacional de Seguridad Pública, 155 casos más que en noviembre anterior,
el último mes bajo el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Los homicidios dolosos se
encuentran sobre todo ligados al crimen organizado. Luego entonces, es un buen
parámetro para medir la eficacia de un gobierno en el combate a las
organizaciones que se dedican al narcotráfico y a actividades colaterales como
la extorsión, la trata de mujeres, el narcomenudeo, el lavado de dinero, el
robo de combustibles, el secuestro…
El número de asesinatos
durante el primer mes bajo el régimen de Andrés Manuel López Obrador nos dice,
en principio, que quienes se dedican a todos estos delitos no tienen color ni
bandera política. Ellos se rigen por sus propios códigos e intereses.
Algunos, sobre todo los de la
vieja escuela, podrán negociar con los gobiernos locales y con el central —como
lo han hecho toda la vida— y eso podría implicar acuerdos para reducir el
impacto de la violencia en algunas zonas. Sin embargo, el crimen está tan
desarrollado y tan diversificado en el país —tan horizontalizado—, que estos
acuerdos no pintan en la estadística criminal.
Pero aunque es muy temprano
para hacer un balance del nuevo gobierno en la materia, debiera preocuparnos
que no es visible todavía una estrategia integral contra la violencia, uno de
los más dolorosos flagelos desde hace por lo menos tres lustros. Hay
pinceladas, finas, —como la propuesta de despenalizar la producción y el
consumo de algunas drogas y el apoyo a jóvenes para alejarlos de las
tentaciones del dinero sucio— y burdas —como la mencionada amnistía cuyo
contenido real nadie entiende—, pero que no dibujan una estrategia clara contra
la delincuencia. El tema de la Guardia Nacional, aunque ha avanzado en las
cámaras, todo indica que será acotado para que la presencia directa de las
fuerzas armadas en las calles tenga un tiempo limitado. Pero aun con la
presencia del Ejército y la Marina en las calles y el de la Guardia Nacional
una vez creada, si no hay una estrategia sólida contra el hampa ésta seguirá
creciendo como lo ha hecho sin parar desde el gobierno de Vicente Fox a la
fecha.
El tema no es si tenemos o no
más o menos policías en las calles, o soldados y marinos o guardias nacionales.
El tema es qué van a hacer, cuál es y será su función, cómo interactúa en una
estrategia de la labor de inteligencia, qué papel jugará el gobierno de los
Estados Unidos. La PGR bajo Peña Nieto se propuso 122 objetivos para ser
detenidos o abatidos y logró de ellos 109. Pero el narco no dejó de crecer, lo
cual indica que, si bien hay que perseguir a los líderes de las bandas
delictivas, también hay que implementar otras medidas que vaya socavando el
problema desde el fondo. Y esto es lo que aún no está claro con AMLO. Durante
el último mes se ha concentrado en la lucha contra el huachicol, —una medida
que era urgente y que nunca fue tomada por los tres gobiernos que le
precedieron— pero ese es solo un tema ligado a la delincuencia organizada. Y
hay que decirlo: el problema del narcotráfico es mucho más viejo y profundo,
más extendido y enraizado, con más capacidad de corrupción que cualquiera otro.
Y más letal. Por eso la curva de homicidios se mantendrá inalterada mientras no
se enderece una estrategia para desarticular los cárteles de la droga. Y
reducir su impacto.
BOLA Y CADENA
EN SINALOA EL PROBLEMA DE LOS homicidios se ha manejado no sin trampas numéricas.
En septiembre del año pasado Renato Ocampo, encargado del Sistema Estatal de
Seguridad Pública, se vanagloriaba con que los homicidios dolosos habían bajado
32 por ciento en los primeros ocho meses de 2018, respecto al mismo periodo de
2017. Cierto. Lo que no dijo es que en 2017 habían aumentado de 1 mil 162 que
se cometieron en 2016, a 1 mil 565, lo que representó un 26 por ciento más. La
tendencia había sido ascendente en las últimas dos administraciones. Con Jesús
Aguilar (2005 2010) se registraron 6 mil 609 homicidios según cifras oficiales;
y con Malova, a pesar de que prometió abatir el crimen, la cifra creció a 7 mil
726. Todo esto con números oficiales. Así que no se presuma nada todavía. En
los primeros dos años de Quirino fueron asesinados 2 mil 687 mujeres y hombres,
529 más que en los dos últimos años de la administración de Malova. Así es que
la estrategia del gobernador Quirino Ordaz para disminuir los índices
delictivos sigue a prueba. Y no le queda mucho tiempo.
SENTIDO CONTRARIO
EN ESTA EDICIÓN PUBLICAMOS UNA NOTA MARISMEÑA donde se relata cómo un grupo de policías municipales
detiene el 6 de diciembre pasado al joven Luis Roberto Ramírez y luego éste no
aparece por ningún lado y nadie se quiere hacer responsable. Es un caso como
los que decenas de veces hemos reseñado. Con la diferencia de que hoy ocurre
bajo una administración que se supone llegó para cambiar prácticas viciadas y
criminales de las policías. Por eso se exige una respuesta clara. Qué pasó con
el joven y quiénes son los responsables.
HUMO NEGRO
RESPECTO A LA ORDEN DE APREHENSIÓN que hay en contra del ex secretario de Finanzas de la
administración pasada, Armando Villarreal, la pregunta es por qué no lo han
detenido. ¿Pueden responder el fiscal anticorrupción o el fiscal general de
Sinaloa?
Columna publicada el 27 de enero de 2019
en la edición 835 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ ISMAEL BOJÓRQUEZ/ 29 enero, 2019)
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