Los
militares que ejecutaron a 22 personas en Tlatlaya en junio del año pasado,
actuaron obedeciendo órdenes, mismas que reflejan una línea estratégica que
viene de las más altas esferas. Un documento confidencial obtenido por el
Centro Prodh revela que el Plan Estratégico de Combate contra el Narcotráfico
se pliega a la percepción presidencial de que el narcotráfico es la mayor “amenaza
a la seguridad nacional” y recomienda a la tropa “abatir delincuentes en horas
de la oscuridad”. Mientras las esferas militares intentan debatir sobre el
significado del verbo “abatir”, organizaciones nacionales e internacionales de
derechos humanos exigen castigo a los responsables, pero desde el ámbito civil.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Detrás de la orden de “abatir delincuentes en horas de la
oscuridad”, instruida al comandante del grupo militar que hace un año accionó
sus armas contra 22 personas en Tlatlaya, está la convicción de Enrique Peña
Nieto de que el narcotráfico es “la amenaza a la seguridad nacional, el más
grande riesgo para la salud social, la más cruenta fuente de violencia”.
Así
se estipula en el documento clasificado “confidencial” integrado en la Orden
General de Operaciones San Antonio del Rosario, fechado el 11 de junio de 2014,
que forma parte de la causa penal que se sigue a un oficial y siete elementos
de tropa en el Juzgado Sexto Militar, obtenido por el Centro de Derechos Humanos
Agustín Pro Juárez (Prodh), organización que representa a Clara Gómez González,
madre de la menor Ericka Gómez, “abatida” el 30 de junio de 2014.
El
Centro Prodh obtuvo parte del expediente, después de una pelea legal que aún no
termina, para que en la jurisdicción militar y en la Procuraduría General de la
República (PGR) se reconozca a Gómez González su calidad de víctima de los
hechos de Tlatlaya.
A
través del juicio de amparo 135/2015, Clara Gómez y sus abogados tuvieron
acceso a la causa penal 338/2014, abierta por los delitos de desobediencia e
infracción de deberes militares contra el teniente Ezequiel Rodríguez Martínez,
el sargento Roberto Acevedo López y los soldados Samuel Torres López, Julio
César Guerrero Cruz, Fernando Quintero Millán, Alán Fuentes Guadarrama,
Leobardo Hernández Leónides y Roni Martínez Atilano, quien resultó herido en el
operativo del 30 de junio de 2014.
De
esa revisión salió a la luz la orden de relevo por la que Rodríguez Martínez
sustituyó al subteniente Carlos Caín Tinixcal como comandante de la Base de
Operaciones San Antonio del Rosario, y la instrucción del “alto mando” a
realizar actividades “en horas de la oscuridad, sobre objetivos específicos” y
“abatir delincuentes”, indicaciones que para el Centro Prodh constituyen
“verdaderos incentivos para la comisión de graves violaciones a los derechos
humanos”, según su informe Tlatlaya a un año: La orden fue abatir.
Las
órdenes giradas a Rodríguez Martínez estuvieron antecedidas de un reporte
clasificado “confidencial” –al cual Proceso tuvo acceso– en el que se hace
referencia directa al “presidente de la República”, aunque no se le nombra,
para contextualizar las indicaciones de “abatir delincuentes en horas de la
oscuridad”.
Fragmento
del reportaje que se publica en la edición 2018 de la revista Proceso, ya en
circulación.
(PROCESO/
GLORIA LETICIA DÍAZ/ 4 DE JULIO DE 2015)
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