Desde
Paris.- La derrota de Padrés y cohortes tenía años anunciada. En mi estudio
sobre las elecciones intermedias de hace tres años (artículo De legacías y
divisiones a la cartelización de la política/El Colegio de Sonora 2012;
Covarrubias/Mendez, coordinadores), señalé que los sonorenses habían ya emitido
un laudo del “Nuevo Sonora” y que este no podía ser más azas severo. En geografía electoral, tanto en posiciones
clave como las de senadores, el PAN había perdido tanto que –en
historia—remitía a ese partido décadas atrás. Exactamente a los números
azarosos de los 90´s e incluso los 80´s. Anticipé entonces que en el laudo
social definitivo que ocurriría en 2015 sobre el Sr. Padrés, todo conducía a
detonar en mil pedazos el mundillo de espejos que construyó: de bienes mal
vistos, de males amplificados, de peleas sin fin con la ley.
Padrés
y sus cercanos (un reducido grupo de amigos y familiares), no lo creyeron.
Siguieron hablando de triunfos que nadie más podía ver. Les pareció que sería
suficiente –y ellos pasarían por listos-- con seguir usando los recursos
públicos para comerciar votos en el Congreso y pagar medios y
mensajeros/Violentar el Supremo Tribunal y explotar la sevicia de una gama de
jovenzuelos con titulo de licenciado/Ofertarse a cualquier factor de poder como
operadores con dinero-capaces de hacer “lo que sea para ganar”/Inventar y
alentar la lucha por el agua entre el sur y el centro, manteniendo al estado en
una confrontación de artificio/Copar cuanta oficina de decisión existiera,
tensionando empresas y productores con la demanda de favores o la amenaza de la
fuerza pública. No es todo lo que hicieron. Endeudaron el estado
imprudentemente, disponiendo de prestamos gigantescos para dilapidar y aplicar
en su interés personal/Medraron del esfuerzo de miles de profesionistas y
proveedores, para a la postre dejarlos sin pago/Desperdiciaron el enorme
capital humano y educativo del estado para embarcarse en una campaña clientelar
de uniformes escolares gratuitos y de monta de negocios logísticos –del
levantamiento de cercos desvencijados, hasta aires de segunda mano; desde
zanjas y alcantarillas, hasta bebedores y aulas escolares; desde letrinas de
hospitales y farmacias de patente, hasta edificación de hoteles y centros
comerciales.
La
derrota de Padrés es mas que el fracaso de un estilo de gobernar y entender la
política. Es también la ruina de una forma de entender el deber público, cívico
y humano, llevando al extremo las enormes capacidades de corrupción que existen
en los políticos y empresarios locales cuando la debilidad toca a su puerta.
Por eso la historia y los científicos sociales tendremos que poder explicar:
- ¿Cómo es posible que pueda llegar al
poder máximo de un estado como Sonora un grupo de gente cuya educación,
escrúpulos e inteligencia son inversamente proporcionales a la grandilocuencia
de sus deseos de riqueza y de poder haciendo a un lado el Estado de Derecho (…)
- Y, relacionado con lo previo, cómo es
posible que una vez establecidos se dispongan a no otra cosa que a ejercer la
administración con semejante dotación de atributos –de educación a inteligencia
y de ellos a los escrúpulos--, sin que haya poder personal o institucional
capaces de frenarlos o que los disuadan de lo contrario (…)
- Dónde quedaron los hombres y las voces
panistas que presuntamente vivían luchando por la honestidad, el humanismo, la
rectitud y el apego a la legalidad en el ejercicio de la administración pública
y contra toda forma de corrupción? ¿O es que acaso las mismas tentaciones del
poder les resultaron un platillo bastante suculento como para resistirse? ¿O es
que acaso, más bien, sus valores y su predica valían nomás que la estatura a la
que ahora quedan reducidos?
- Porque ese es el tema: el gobierno de
Padrés se plagó de episodios donde el tono siempre lo dio el dobles de la
legalidad: del Acueducto Independencia (que fue declarado ilegal una y otra vez
por las autoridades competentes y el gobernador tasado de desacato) a la
construcción de una presa en su rancho familiar; de la violentación de los
otros poderes al nombramiento por la puerta trasera del nuevo presidente del
Supremo Tribunal; del cobro de la tenencia a la reconducción presupuestal; de
las observaciones a la cuenta pública a la crisis de los fondos e instituciones
de protección social, y al vaciamiento de las pensiones; etc.
He aquí la pequeña historieta de un
hombre que por los muy caprichosos sinos de la política a la mexicana tuvo la
oportunidad de gobernar. Y que, sin embargo, una vez en el puesto no tuvo mejor
idea que probar hasta dónde se puede jugar con un estado y sus arcas públicas
bajo su simple dictado de motivaciones vicarias.
Por eso, la gobernadora electa
Claudia Pavlovich tendrá en agenda cuatro grandes tareas que habrán de ocuparla
desde el principio:
1.
¿Cómo aplicar la ley y llevar a cuentas este pasado inmediato, a manera
de poder recuperar para la entidad el valor de la ley y el Estado de Derecho?
2.
¿Cómo recuperar la confianza de la sociedad sonorense en sus
gobernantes?
3.
¿Cómo regresar la tranquilidad a la entidad y regenerar la armonía y
espíritu de trabajo en unidad y esfuerzo de los sonorenses, dejando atrás los
conflictos e inquinas sembrados por doquier por Padrés y amigos?
4.
¿Cómo establecer un proyecto de desarrollo que vuelva a dar rumbo a la
entidad, y despierte sus posibilidades creativas en esta era marcada por el
conocimiento, la sustentabilidad y la innovación?
(DOSSIER
POLITICO/ Alejandro Covarrubias V. / 2015-06-16)
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