domingo, 23 de marzo de 2014

EL DOCTOR LUIS ALONSO VILLEGAS ACOMPAÑÓ EL CANDIDATO EN SU TRAGEDIA

Quería salvar la vida de Colosio


Es la primera vez, en 20 años, que el doctor Villegas Cuervo narra a un medio de comunicación su experiencia.

TIJUANA.- Aquel 23 de marzo de 1994, el doctor Luis Alonso Villegas Cuervo no estaba muy convencido de ir a Lomas Taurinas; tenía poco tiempo disponible por motivos laborales y no se quería comprometer. 

La doctora Rosalinda Guerra, quien dirigía el Hospital General, apelando a la amistad le pidió que se hiciera cargo de una de las dos ambulancias que estarían en el mitin del candidato Luis Donaldo Colosio Murrieta para atender cualquier contingencia médica. De los tres actos previstos en la agenda, el de Lomas Taurinas sería el más sencillo y breve. 

Sin embargo, el joven médico nunca imaginó que acompañaría al candidato presidencial durante sus últimos minutos de vida, pues fue el primero en brindarle atención médica en la ambulancia, además de que participó en una cirugía en el Hospital General y estuvo presente en la autopsia. 

Veinte años después, aún frescos los recuerdos de ese trágico día, que marcaron su carrera personal y profesional. 

Llegó a bordo de la ambulancia Delta 7 junto con el chofer y cuatro enfermeras, que trataron de ubicarse en una zona que les permitiera salir de inmediato en cuando terminara el evento. 

Las condiciones del terreno y los acceso eran difíciles, pero lograron acomodarse en una calle, donde les prestaron un terreno. 

Al ver que no se suscitaba ningún incidente, el doctor Villegas Cuervo, que tenía apenas 37 años y unos meses de haber concluido su especialidad, se adelantó unos pasos para escuchar el mensaje entre la gente. 

Con mucha claridad recordó que a un costado suyo estaba un hombre de escasos recursos, que llevaba a su pequeña hija de unos tres años de edad sobre los hombros, a quien le dijo “este señor sí nos va a sacar de pobres”, con los ojos llenos de esperanza. 

El mitín terminó. Como había música, no se escuchó ningún disparo o sonido que llamara su atención. 

Mientras cerraba las puertas de la ambulancia, porque acababan de atender a una persona que sufrió baja presión, el chofer le gritó: “hirieron al candidato”. 

En fracciones de segundo, el doctor Villegas Cuervo se dio cuenta de la magnitud de la responsabilidad que enfrentaba. “Teníamos que hacer las cosas bien, porque si es el licenciado Colosio el que está herido y yo lo tengo que atender, la responsabilidad va a caer sobre mi”, pensó. 

En tanto, la gente gritaba, se atravesaba las calles, se arremolinaban, todo era confuso. A la distancia vio que subían a una persona con chamarra color beige a una camioneta Blazer, por lo que asumió que sí era Colosio quien iba herido. 

De inmediato siguieron a la unidad, a la que alcanzaron 300 o 400 metros más adelante. 

“Hacemos el traslado del candidato, y cuando lo van metiendo a la parte posterior de la ambulancia ya identifico que se trata, efectivamente, de Luis Donaldo Colosio, él estaba inconsciente, se veía cómo tenía sangre en su cráneo, estaba manchada su ropa de sangre, y parte de masa encefálica la tenía del lado izquierdo, en un orificio de un proyectil de arma de fuego”, recordó. 

Como responsable de la ambulancia pidió a quienes lo acompañaban que se identificaran. Entre ellos iban el doctor Álvaro García Taxilaga del Estado Mayor presidencial y el doctor Guillermo Castorena, que era su médico de cabecera. Iban también escoltas del candidato. 

Mientras el chofer Juan Sabino Venegas conducía a toda velocidad, tratando de llegar a un nosocomio, los médicos intentaba estabilizar al paciente. 

“Además de la lesión en la cabeza, se descubrió que en el abdomen traía una herida por proyectil de arma de fuego de ambos lados, intentamos reanimarlo, le pasamos oxígeno, intentaron intubarlo dentro de la ambulancia pero con tanto movimiento no se podía maniobrar”, mencionó. 

Villegas Cuervo relató que la unidad daba vueltas de manera brusca, se subía a las banquetas, pasaba topes, vados. Hizo una pausa para voltear y preguntarle al chofer de la ambulancia en donde estaban y éste le dijo que en el crucero que está bajando de la colonia Libertad. 

“Yo le preguntó qué es lo que tenemos más cercano, y me dice el chofer que el Hospital General, entonces yo fui el que tomó la decisión de ir al Hospital General, yo hice mi especialidad ahí, sé que hay residentes, médicos, había una unidad de cuidados intensivos. Creo que tomo la decisión correcta”. 

Aunque posteriormente se le cuestionó por qué al Hospital General y no a uno privado o a San Diego, recalcó que no habría en el mundo ningún hospital donde se hubiera podido revertir los daños causados por la lesión en la cabeza. “Ninguno”. 

Esperaban milagro 

Al llegar al Hospital General ingresaron por la parte frontal y se enfilaron directo al área de urgencias. La doctora Rosalinda Guerra, directora del nosocomio ya estaba enterada de que iban en camino para que tuviera todo listo para la atención del candidato. 

“Lo pasamos inmediatamente a la unidad de cuidados intensivos, ahí lo tratan de intubar, pero es tanto el estrés que tenía el doctor Castorena que no lo podía canular, se acerca una residente y un médico de guardia y les solicito que nos apoyen. Alguien tenía que poner orden, yo tenía el comando, hasta ese momento nadie me había relevado”, recordó. 

Después, el doctor García Taxilaga propone llevar a Colosio Murrieta al quirófano, para intervenirlo. 

“Entre la unidad y el quirófano hay una puerta para entrar directamente, pero en ese momento estaba cerrada, me acuerdo que la patee y la abrí, llevamos al licenciado Colosio, le quitamos la ropa, lo cubrimos y en quirófano nos esperaban residentes de cirugía, de anestesia, estaban en camino los neurocirujanos y el cirujano jefe del departamento”. 

Como si fuera ayer, Villegas Cuervo recuerda el momento en que cada médico hacía lo suyo para tratar de salvarle la vida al candidato presidencial. 

“Empezamos a operarlo entre el doctor García Taxilaga y su servidor, empezó a llegar más gente, los neurocirujanos; después cedo mi espacio al doctor Mascareño, porque comenzó a llegar mucha gente, se querían meter pero los empiezo a sacar, para que hubiera control de la atención médica del licenciado Colosio”, relató. 

Tres neurocirujanos estuvieron en la intervención, con la encomienda de evitar una mayor hinchazón celebral a causa del balazo, que fue finalmente lo que le causó la muerte. 

“Nosotros cerramos la cavidad abdominal, le estaban dando reanimación cardiovascular, los cardiólogos hicieron su intervención de manera adecuada, tratamos de reanimarlo, hasta nos pasamos de tiempo con la idea de atenderlo, pero veíamos que era insuficiente lo que le hacíamos, el daño cerebral era tan importante que sus condiciones normales ya empezaron a dejar de funcionar”. 

Su corazón seguía con vida producto del masaje cardiaco, “ya prácticamente eran medidas heróicas las que estabamos haciendo. Ya estaba sin actividad eléctrica el corazón, cuando los médicos con mucha tristeza, nos dimos cuenta que ya no podíamos hacer nada”. 

Estimó que duraron 45 minutos en las labores de reanimación, el doble de lo recomendado. 

“Habían rebasado los tiempos límites, pero me acuerdo muy bien que no había respuesta, no había actividad cardiaca, y de repente uno de los médicos decía hay que seguir, y todos seguían, el consenso era continuar para ver si existe ese milagro que a veces sucede”, recordó. 

Al ver la situación, Villegas Cuervo sugirió a los médicos de Colosio Murrieta que consultaran con el general Domiro García, si estaba de acuerdo con suspender las maniobras. 

“Él pidió un teléfono, se comunicó con alguien y cuando colgó nos dijo que estaba de acuerdo en que se suspendieran las maniobras, en ese momento registramos la hora y dimos por finalizadas las maniobras de reanimación”. 

El ambiente se tornó difícil, doloroso y hasta tétrico. Había un silencio sepulcral. Los médicos se volteaban a ver con rostros de tristeza, pero a la vez tenían la certeza de que había hecho todo lo que estaba en sus manos y hasta más para salvar a Luis Donaldo Colosio. 

“Había esa pequeña esperanza de que hubiera un milagro, pero la realidad fue que el daño por la herida provocada en el cerebro fue tan grande que no había manera de que se recuperara, ni en el Hospital General, ni en cualquier parte del mundo”. 

La herida de bala sufrida en abdomen en cambio no comprometía su vida, pues no tocó órganos vitales, solo tejido blando. “La herida mortal fue la que presentó en la cabeza”. 

El propio general Domiro García les pidió que se esperaban en el quirófano, pues iban a darle la noticia a la señora Diana Laura Riojas. 

Mientras aguardaban el momento de salir, cubrieron el cuerpo de Colosio y no faltaron las miradas de dolor. 

En su caso, recordó que se despidió del candidato presidencial, a quien le dijo en pensamiento: “hice lo que estuvo en nuestras manos, te quisimos ayudar, pero la lesión no nos lo permitió. Fue como si quisiéramos dialogar con el cuerpo, ya sin vida”. 

Ahí estuvieron entre 20 y 40 minutos, junto al cuerpo del sonorense, en un silencio “tan difícil, tan duro, que no hay manera de describirlo”. 

A su regreso, el general Domiro García agradeció a los médicos, a nombre de la familia Colosio y del presidente de la República, el esfuerzo que hicieron, de lo cual fue testigo. También les pidió discreción, porque iban a tratar de entrevistarlos para conocer detalles de los hechos. 

Una vez afuera de quirófano, los médicos se cambiaron de ropa. Todo fue en silencio, y uno a uno se fueron retirando. 

La autopsia 

Después de pasar su reporte a la doctora Rosalinda Guerra, directora del Hospital General, el doctor Villegas es informado de que ahí mismo se va a efectuar la autopsia del candidato presidencial y le pide incorporarse al grupo, pues él había sido médico legista. 

Alrededor de la una de la madrugada llegaron los demás médicos legistas para iniciar el procedimiento. 

Del quirófano el cuerpo de Luis Donaldo fue llevado al área de patología. 

Con la llegada de militares médicos que estaban tomando fotografías fueron obligados a entregar los rollos y a retirar a personas que ya no tenían motivo para estar en el nosocomio. 

Durante la autopsia concluyeron que la lesión craneal fue la que le ocasionó la muerte. 

A la 1:30 de la madrugada terminaron y firmaron el dictamen. “Todos estuvimos de acuerdo en que fue verídico, no inventamos nada, ni por influencias o sugerencias cambiamos nada”. 

No obstante, un médico proveniente de la Ciudad de México quiso que el dictamen fuera más resumido, a lo que los cinco médicos se negaron de manera contundente. 

Finalmente, el cuerpo de Colosio Murrieta abandonó el Hospital General, pero la tensión y el dolor no se fue. 

Hubo temor 

Después de esas agitadas horas, vino un proceso difícil, pues no fue fácil darle la vuelta a la página. 

A las nueve de la mañana del 24 de marzo, el médico recordó que fue citado a declarar en la Procuraduría General de la República en Tijuana, junto con otros compañeros, donde especificaron cada una de las decisiones médicas que se tomaron para tratar de salvar la vida del candidato a la presidencia de la República. 

“Prentendimos continuar con nuestras actividades, pero fue muy difícil, yo llegué a mi casa devastado, pensando que era una novela de ficción que no queríamos pensar que había ocurrido, pero ocurrió”. 

Villegas Cuervo dijo que incluso hizo algunas anotaciones para poder responder en caso de un nuevo citatorio y así no pasar por alto algunos detalles. 

“Para no decir cosas falsas hice un pequeño resumen, incluso le dije a mi esposa: no sé lo que está pasando, pero si algo me pasa aquí tengo todo lo que hicimos y lo que no hicimos. 

“Tenía un ligero temor a lo desconocido, había muchas opiniones, se decía que era un homicidio proyectado por un grupo de gentes política y económicamente muy poderosas. No sabíamos a qué nos enfrentábamos”, recordó. 

Dijo que incluso optó por no dar opiniones sobre el tema. “Me querían entrevistar, y nunca di una opinión, es la primera vez que hablo con un medio de comunicación sobre este tema en veinte años. Lo que yo pueda decir ahora no va a cambiar los hechos, ni el rumbo de la historia”. 

El doctor Luis Alonso Villegas afirmó que esta experiencia marcó un antes y un después en su carrera profesional, aunque también fue uno de los médicos legistas que estuvo en la autopsia del periodista Héctor “Gato” Félix Miranda y ha atendido a otros personajes reconocidos de la ciudad. 

“Son muchas cosas que me ha tocado pasar, pero la del licenciado Colosio fue muy impresionante. Varios días no pude dormir dándole vueltas y vueltas, pensando si las decisiones que tomé fueron las correctas”. 

Se dijo convencido de que tomó la decisión adecuada al haber llevado a Colosio Murrieta al Hospital General. “Si hubiera sido un hecho actual el descenlace hubiera sido el mismo, no hay ser humano que soporte una lesión de tal magnitud y que pueda vivir”. 

En los años siguientes, el médico fue convocado a participar en otras giras de candidatos presidenciales, como la de Ernesto Zedillo y de Enrique Peña Nieto. 

A veinte años de distancia, todavía se acuerda que le preguntó a la directora del Hospital General, Rosalinda Guerra, qué tan pronto se podía desocupar si accedía a ir al acto en Lomas Taurinas, que se suponía iba a ser el más sencillo, “y la vida me puso ahí. No sé por qué, pero me puso”. 

Él no pertenecía al Hospital General, su trabajo fue cien por ciento voluntario. De hecho, no se le pagó un solo centavo por la atención que brindó al candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Murrieta, pero a la vez ha sido una de las experiencias más enriquecedoras en el ejercicio de su carrera.

(EL MEXICANO/ Lorena GARCÍA RAMÍREZ / domingo, 23 de marzo de 2014 02:42 p. m.)

1 comentario:

  1. DESCANSE EN PAZ.

    LUIS DONALDO COLOSIO, POSIBLE ESPERANZA PARA EL PUEBLO DE MEXICO. AHORA EN PODER DE POLITICOS CORRUPTOS Y DEL NARCO. QUE DIOS NOS PROTEJA Y LIBRE DE TODO MAL. AMEN.

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