lunes, 30 de septiembre de 2013

MEGAFRAUDE EN LA LECHUGILLA

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Acusan a políticos de despojar a campesinos y robar a canadienses

Las Grullas, Ahome.- “Que vengan esos cabrones para colgarlos del árbol más alto, pinches rateros, pinche gobierno corrupto que tenemos, incluyendo al tal Malova”, estalla Domingo Díaz Leyva, un ejidatario de esta comunidad que fue timado por políticos priistas-malovistas para despojarlo de la isla de La Piedra y de La Lechuguilla, en donde se construiría El Cancún Sinaloense.

A los que el campesino llama rateros son ahora encumbrados políticos: Bernardo Xavier Cárdenas Soto, subsecretario de Normatividad e Información Registral del gobierno de Mario López Valdez (Malova); Humberto Javier González Díaz, secretario particular del alcalde electo de Ahome, Arturo Duarte García y aparente cabecilla de los supuestos vivales; Everardo Moreno Cruz, precandidato del PRI a la Presidencia de México en el 2006 y ex magistrado unitario supernumerario de los Tribunales Agrarios, y Juan Carlos Estrada Ayala, ex director de Promoción Económica en Ahome. Entre todos maquinaron apropiarse de un proyecto valuado en más de 350 millones de dólares que se construiría aquí, en mil 395 hectáreas de playa, acusa.

Don Domingo no es el único robado. Junto con él hay 351 campesinos más. Y tampoco son los únicos, porque a la par de ellos, hay inversionistas canadienses estafados, cuyo dinero birlado supera los tres millones de dólares canadienses, según estimaciones de Michael Robatzek, director financiero de Marina Development Playa Cortes, quien suma en el monto las utilidades de la inversión pagaderas al 2013.

Robatzek afirmó que Cárdenas Soto, González Díaz y Moreno Cruz crearon la empresa BEH Development and Consulting S.A. de C.V., con la que los estafaron.

El representante de estos lo era González Díaz, quien recibió 555 mil dólares durante los años recientes para que cerrara el contrato de arrendamiento o venta de los predios ejidales La Lechuguilla e Isla La Piedra con los ejidatarios.

González nunca dio avances del proyecto y justificó el gasto de dinero en sobornos a funcionarios federales, estatales y locales. Entre esos sobornos, reportó el alquiler de prostitutas en borracheras para esos funcionarios. Cuando fue ajustado para explicar la contabilidad, desapareció. Nunca respondió a correos electrónicos. Y por ello iniciaron su investigación, expuso el canadiense, que reveló la gran estafa.

Para recuperar el dinero, el inversionista recurrirá a tribunales penales federales, fiscales, agrarios e internacionales y llamará a la justicia a los funcionarios del gobierno de Malova. Ya contrató dos despachos de abogados, uno en Los Mochis y otro en Monterrey y está por cambiar su residencia a la primera ciudad.

Ricardo Torres Reyes, ex comisariado ejidal, recuerda la estafa que Humberto González cometió con el ejido utilizando los dólares canadienses. “Después de muchas promesas incumplidas, convenció a los ejidatarios para que las isla la aparcelaran, y obtuvo el acta de asamblea del 12 de julio del 2009. Eso lo logró a cambio de 10 mil pesos para unos cuantos campesinos, al resto les entregó tarjetas de Scotiabank, pero sin dinero. Dio unas computadoras que nunca sirvieron, lavadoras y refrigeradores que funcionaron solo unos meses, rifó una motocicleta y embriagó a los campesinos”.

Don Domingo aún guarda esa tarjeta. Lo hace con una sola esperanza: encontrarse con Humberto González o con los funcionarios malovistas. “Para metérselas por donde les quepa”, dice. 

Dos años después de aquella asamblea, en el 2011, aparecen en el ejido como dueñas del predio Bahía Lechuguilla, Magda Meléndrez Muñoz, título 6142, la ex secretaria del Comisariado Ejidal en tiempos de Ricardo Torres Reyes, Olga Lidia Rodríguez Gastélum, título 6143, María Guadalupe Rodríguez Gastélum, título 6144 y Evangelina Robles Armenta, título 6145. Todas ellas tienen varias similitudes: eran representantes de 43 ejidatarios, son solteras y dueñas absolutas de 261.37 hectáreas cada una y obtuvieron el título de propiedad el mismo día: 9 de noviembre del 2011; además, todas firmaron un contrato de compraventa con Humberto González bajo cláusula de rescisión millonaria y también desaparecieron del ejido. Excepto Olga Lidia, que ahora vive como apestada.

Sin embargo, una quinta fracción de la isla no quedó en manos en Humberto González porque el grupo se negó a negociar con él, hartos de tantos engaños, y pretendían que fuesen los canadienses mismos quienes cerraran el trato. Eso no ocurrió, hasta ahora.

Alfredo Torres Robles, a través de su abogado, afirma que se negaron a firmarle a González porque “ya sabíamos que nos iba a chingar, pero se la peló”.

Tras la estafa y la burla de González a los ejidatarios, quien les dijo: “Háganle como quieran, ya están fritos”, el grupo de Torres Robles comenzó la batalla legal. Han logrado varios éxitos y algunos fracasos, pero han encontrado un resquicio por el que consideran pueden anular las operaciones fraudulentas de Humberto González y sus políticos secuaces, y llevarlos a todos a la corte, a un tribunal, para que sean castigados por vivales. Solo que requieren dinero para los trámites.

Robatzek, el jefe de inversiones de La Piedra, les responde: cubrimos gastos, pero vamos juntos en el negocio: recuperar bahía La Lechuguilla, devolución de los dos millones de dólares, renegociar el Cancún Sinaloense y comenzar la construcción, si no en este gobierno protector de corruptos, sí en el siguiente.

Los ejidatarios se unen en esos objetivos

José Humberto Leyva Hernández clama por la ayuda de los canadienses para combatir a los chilangos rateros, refiriéndose a Humberto González y a Everardo Moreno, y combatir a los políticos pillos, por Bernardo Cárdenas y Juan Carlos Estrada. “Por nuestra ignorancia los fregaron, defiéndanos de ella. Hagan lo que tengan que hacer para recuperar lo nuestro. Y si este gobierno de Malova no responde, atáquenlo con el suyo, pero recuperemos los que nos robaron”.

Antonio Torres Reyes, actual comisariado ejidal de Las Grullas y quien retomó el caso de La Lechuguilla, contento por el resultado de la asamblea, comentó: “Ah, ya va saliendo el peine”.

Bernardo Xavier Cárdenas Soto, subsecretario de Normatividad e Información Registral del gobierno de Mario López Valdez y Humberto Javier González Díaz, secretario particular del alcalde electo de Ahome, Arturo Duarte García, no respondieron a las peticiones de entrevista con el reportero sobre el caso La Lechuguilla.

Los asesinatos por La Lechuguilla

La bahía La Lechuguilla ya era considerada un paraíso terrenal desde antes que los inversionistas canadienses se fijaran en ella.

Melecio Torres Reyes, padre de Alfredo Torres Reyes, era en 1982 presidente del Comisariado Ejidal de Las Grullas, y quería cambiar el uso de la tierra de la Bahía Lechuguilla para convertirla en zona hotelera.

Fue a la Ciudad de México a concluir los trámites y allá lo asesinaron. “Él llevaba ese solo asunto, que importaba solo al ejido, y lo mataron”, dice su hijo, que ahora lucha contra Humberto González y los políticos corruptos. “No tenía enemigos”, recuerda.

Tras escucharse el asesinato de Melecio, surgen las especulaciones.

Dicen que otro asesinato posiblemente relacionado con La Lechuguilla lo es el de José Ernesto Dillón Rico. Este era subdelegado del Registro Agrario Nacional en Sinaloa en el 2010. El 18 de octubre de ese año, en su casa del fraccionamiento Villas del Río él fue asesinado a quemarropa.

Quienes saben de la historia de los títulos de propiedad de la bahía La Lechuguilla afirman que se le prometieron diez hectáreas en la zona de playa a cambio de los papeles. Cuando lo acordó, días después lo mataron.


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