Marcela Turati
MÉXICO,
D.F. (apro).- Las mujeres se mueven despacio, con la lentitud que da la
escasez de fuerzas. Pasaron la noche mal, a la intemperie, con frío y
bajo el aguacero. Desde ayer usan tapabocas porque tienen bajas las
defensas. A los seis días sin comer cualquier contagio puede ser una
catástrofe.
A las 11 de la mañana plantan unas sillas afuera de su
campamento e improvisan una conferencia en la que denuncian que las
autoridades federales han optado por ignorarlas.
Y aunque desde la
tarde anterior recibieron visitas de funcionarios que les dijeron que
levanten su plantón porque nadie las recibirá, ellas, llorosas, aseguran
que se mantendrán sin comer hasta que el presidente Enrique Peña Nieto
las atienda “10 minutos” y puedan exponerle que la búsqueda de sus hijos
es una mentira.
“Aquí vamos a permanecer porque ya nos cansamos
de esperar, de salir nosotras a buscar a nuestros hijos y que la
autoridad haga como que no nos ve. Lo mismo nos da morir allá buscando
que aquí postradas”, dice, llorando, Margarita López, madre de la
veinteañera desaparecida Yahaira Guadalupe Bahena.
La rodean seis
mujeres con tapabocas azul quienes sostienen las fotografías de sus
hijos desaparecidos. ¿Cuánto tiempo aguantarán?, pregunta una persona.
“La
respuesta la tiene el presidente de la República”, dice Atanacio
Rodríguez, padre del joven Alejandro Rodríguez, desaparecido por
policías de San Luis Potosí.
Piden perdón a los ciudadanos por si
incomodan con su plantón localizado en la lateral del Paseo de la
Reforma, frente a la oficinas de la PGR. Dicen que están cercados por la
“indiferencia total” del gobierno federal.
También aseguran que esperarán el tiempo necesario para obtener una cita con Peña Nieto, “porque hemos esperado años”.
Además,
advierten que no están jugando “a las fuerzas” con el gobierno, que
sólo quieren destrabar la búsqueda. Aclaran que sí, que están locas, que
la ausencia de sus hijos y la espera les han hecho perder la cordura.
Algunas sufren ya problemas de la presión o de glucosa. Unos tienen temblores y escalofríos. Todos, bajos de defensas.
“Tenemos
una angustia muy grande, no estamos muertos ni vivos porque nos faltan
nuestros hijos. Lo que pedimos, lo que imploramos, lo que rogamos es que
a quien le corresponda buscar a nuestros hijos que lo haga”, suelta el
señor Jaime Olivares, cuyo hijo desapareció en Tamaulipas.
Esta es
la segunda huelga de hambre que Margarita López realiza para exigir la
búsqueda de los restos de su hija, aparentemente secuestrada y asesinada
por Los Zetas.
Su primer ayuno fue en noviembre pasado frente a
la Secretaría de Gobernación durante 10 días. La acompañaban otra madre y
una activista, movidas por la desesperación de ver que terminaba el
sexenio sin noticias sobre la desaparecida. A Margarita le angustiaba
tener que volver a empezar con el nuevo gobierno.
Esta siguiente
vez la acompañan ocho madres y un padre de familia, quienes se han dicho
cansados de escuchar promesas incumplidas de la (Procuraduría General
de la República (PGR), Policía Federal (PF) y Segob. Pero esta vez la
situación es diferente.
El extitular de Segob, Alejandro “Poiré,
de alguna manera estuvo preocupado porque levantáramos la huelga y nos
preguntaba con sus emisarios qué necesitábamos. Al segundo día de
habernos instalado ante Gobernación nos dieron luz y acceso al baño y a
los tres días ya teníamos acercamiento para iniciar negociaciones.
“Acá
llevamos seis días y desde el inicio nos negaron baño y electricidad;
tuvo que venir el SME a instalarnos electricidad, y los sanitarios
móviles los trajo el gobierno del DF.
“Los funcionarios que se han
acercado de este gobierno nos han hecho saber que el procurador (Jesús
Murillo Karam) está molesto, que no quiere recibirnos hasta que no
levantemos el plantón y que pueden tomar represalias contra nosotros”,
explica López.
Enseguida de ella, la señora Ana María Maldonado tiembla.
Aunque es mediodía ya, el frío nocturno le cala los huesos. Tuvo que dormir sobre suelo mojado, en un colchón desinflado.
“De
manera subliminal nos han mandado decir que no nos van a atender. Los
funcionarios no traen miel para que aguantemos y plantaron una
ambulancia cerca, y los paramédicos nos dijeron que es para cuando nos
pongamos mal y que ya tienen los permisos para ingresarnos de emergencia
al hospital Rubén Leñero”, revela Erika Montes de Oca, tía de Sergio
Eduardo Guillén, joven desaparecido en la Ciudad de México.
También
comparten que una tarde antes recibieron la visita del subprocurador
Ricardo García Cervantes, quien les dijo que no iban a conseguir nada
plantándose ahí. Posteriormente el líder del Movimiento por la Paz,
Javier Sicilia, también intentó disuadirlas de su permanencia en ese
lugar. Otros funcionarios les han dicho que “se equivocaron de
ventanilla”, que el plantón lo deberían de haber puesto en otro lado.
“Nos
han dicho que nos vayamos. Sabíamos que a Los Pinos no nos iban a
permitir llegar. ¿Cómo nos vamos a mover de aquí si sabemos que Osorio
Chong es hasta más duro que Murillo Karam? Si ni siquiera la
subsecretaria Lía Limón ha venido a promover una reunión. Pura
indiferencia”, lamenta.
Las peticiones de estas familias son las
siguientes: Que Peña Nieto junte a su gabinete para que se coordinen en
los casos de desaparecidos; cree en PGR una fiscalía especial de
búsqueda de personas que cuente con recursos, instalaciones, materiales y
funcionarios capacitados, y que un grupo especializado de la PF se
integre y trabaje con ministerios públicos.
“Estamos haciendo un
llamado a Enrique Peña Nieto para decirles que no nos vamos a levantar
hasta que nos reciba. Él ha dicho que admira a las madres luchadoras,
nosotras somos madres que luchamos por buscar a nuestros hijos. Queremos
que nos diga de viva voz quién, cuándo y de qué manera van a buscar a
nuestros hijos”, dice López.
/ 14 de mayo de 2013)
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