lunes, 11 de marzo de 2013

LA ANARQUÍA DE LAS ARMAS



Sin Embargo
México.- La cifra que los legitima, es fría y contundente: 95% disminuyó el índice delictivo en la montaña y la costa chica de Guerrero desde que crearon, hace 18 años, el Sistema de Seguridad y Justicia Comunitaria, compuesto por 700 policías que prestan servicio de manera gratuita para proteger a más de 300 mil habitantes.

Antes de la Policía Comunitaria reinaba el caos: asaltos indiscriminados, mujeres y niñas violadas delante de sus padres y esposos; ejecuciones, robos, narcomenudeo…

Los culpables no eran detenidos y en los pocos casos que había arrestos la corrupción y el inoperante sistema de justicia liberaba a los delincuentes. Las comunidades indígenas afectadas por esta ola de “violencia despiadada” decidieron organizarse para combatirla con un sistema de seguridad propio.

Cada comunidad eligió un grupo de policías coordinados a la vez a nivel regional por un Comité Ejecutivo. Fue así como nació la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), nombrada en Asambleas Regionales, cuyo objetivo se centra en la procuración y administración de justicia, basado en un reglamento interno derivado de las formas indígenas de resolución de conflictos.

75 COMUNIDADES, 75 POLICÍAS

“Las policías comunitarias son legales. Históricamente han formado parte de la estructura organizativa de los pueblos.

Están protegidas por el derecho internacional, en el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la Declaración Universal de Derechos de Pueblos Indígenas y en la Constitución Mexicana, en el Artículo 2, “que establece que, los pueblos como parte de su autonomía, pueden decidir sus formas internas de convivencia y organización social, aplicar su propio sistema normativo en la resolución de sus conflictos, y elegir de acuerdo con sus normas, procedimientos y prácticas sobre la seguridad y sus representantes”, dice Francisco López Bárcenas, abogado especializado en Derecho Indígena y miembro de la Academia Mexicana de Derechos Humanos.

Autor de una veintena de libros, el más reciente, “Autonomía y Derechos Indígenas en México”, explica que las policías comunitarias datan del siglo 19 y hay grandes ejemplos, como la guardia tradicional Seri, una policía armada que aún cuida el territorio de los indígenas Seris de Sonora que habitan en El Desemboque, Pitiquito y Punta Chueca en el municipio de Hermosillo. Otras de las primeras policías comunitarias fueron la Guardia Tradicional Yaqui y la Guardia Maya de Chan Santa Cruz, que guió a los mayas en su lucha en 1847: “Son ejemplos de policías comunitarias históricas que tienen vigencia actualmente. Podemos unir todas las policías que hay en los pueblos y son muchas”.

De hecho, según estimaciones, más de 75 comunidades indígenas tienen policías comunitarias. La Secretaría de Gobernación hasta ahora ha contabilizado 17, sólo en Oaxaca y Guerrero. Aunque la existencia de las policías comunitarias es antigua, en las últimas semanas el tema ha causado polémica.

María Elena Morera, presidenta de Causa en Común, y Alejandro Martí García, presidente de la Fundación México SOS, rechazaron a las policías comunitarias ante el riesgo de que se conviertan en grupos paramilitares: “Por supuesto que no estoy a favor de eso, porque si cada quien puede regirse por la ley que quiere, ¿qué México podemos esperar? Se puede convertir en un tipo de paramilitares”, dijo Morera.

Sin embargo, para el Centro Miguel Agustín Pro, la presencia de las comunitarias está justificada por la falta de seguridad en diversas regiones del país: “Las autoridades no han atendido debidamente las medidas de seguridad por parte de las autoridades federales, estatales y municipales”, afirmó su director José Rosario Marroquín.

El incremento de los grupos de autodefensa en los últimos meses ha generado una controversia inusitada, como si el fenómeno fuera nuevo: “El movimiento de autodefensa como tal existió en el siglo pasado con Rubén Jaramillo, un movimiento de campesinos cañeros a finales de los 40 en Morelos, nacido para enfrentar al cacicazgo local y las autoridades corruptas”, dice la periodista y escritora Laura Castellanos, autora de “México armado: 1943-1981”, un libro emblemático que da cuenta de los movimientos guerrilleros.

Advierte que una cosa son las policías comunitarias y otra las autodefensas: “Son dos expresiones de seguridad distintas. Las autodefensas se ubican en un nivel básico de seguridad para responder a una circunstancia determinada de riesgo o violencia; mientras la Policía Comunitaria es todo un proceso distinto en el que son elegidos en asamblea y tienen que dar cuentas, tienen una responsabilidad comunitario de coordinación y articulación”.

¿AUTODEFENSAS O PARAMILITARES?

El ejemplo del grupo de autodefensa, Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), en Ayutla de los Libres, está bajo sospecha. Para el abogado López Bárcenas existe una utilización por parte del Gobernador de Guerrero Ángel Aguirre Rivero.

La UPOEG inició hace tres años y muy rápido estableció relaciones con el Gobierno de Guerrero: “Mientras estuvo gestionando recursos públicos y servicios no tuvo problemas. Pero desde el 9 de enero comenzaron a realizar acciones de la Policía Comunitaria con el nombre de la Comunitaria, sin ser miembros. Incluso comenzaron diciendo que iban contra la delincuencia organizada. Eso molestó a la Policía Comunitaria”, dice el abogado especialista en derechos indígenas.

Añade: “Lo que hemos visto públicamente es que han estado muy cercanos al Gobernador de Guerrero, sin que hayan nacido como parte del Gobierno, el Gobierno ha instrumentado una estrategia de usarlos, primero para detener el avance de la Policía Comunitaria y, segundo, de paso, para desprestigiar el derecho de los pueblos indígenas, ahora que han aparecido otra vez los zapatistas”.

–¿La UPOEG se puede convertir en una organización paramilitar?

“Exacto. Ese es un peligro de los grupos de autodefensa, derivar en paramilitares si el Gobierno los coopta y los lleva a su lógica.

“La UPOEG ha estado en el centro de la controversia. El coordinador de los diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Manlio Fabio Beltrones Rivera, ha criticado a los gobernadores de los estados donde operan las autodefensas: “Los gobernantes de esas entidades deben, con preocupación y responsabilidad, atender las necesidades de la población, y si no son capaces y suficientes de brindarles protección, seguridad y justicia a cada una de ellas deberían de replantear en buena parte el funcionamiento de su gobierno y de ellos mismos”.

El gobernador Ángel Aguirre contestó: “Manlio Fabio, este, yo pienso que se quedó anclado en el pasado, se quedó hace 30 años, seguramente que las expresiones que tuvo responden a su vocación represora, recuerden nada más de dónde se formó y en lugar de solamente verter críticas sobre algunos estados, o gobernadores, debe de preocuparse por generar mejores condiciones y mayores recursos para entidades como Guerrero”.

LA JUSTICIA POR SU MANO UOPEG

La imagen de encapuchados conduciendo a decenas de detenidos para ser enjuiciados sorprendió. En una asamblea popular, la UOPEG sometió a juicio a un total de 54 presuntos delincuentes, que fueron “retenidos bajo resguardo” acusados de distintos tipos de crímenes. Luego, por intervención del Gobierno, liberó a 11 de ellos.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) condenó la creación de grupos de autodefensa: “Nada justifica que un grupo de personas decida tomar justicia por propia mano e intente sustituir a los poderes públicos al colocarse por encima del Gobierno”, dice el comunicado.

La advertencia es clara: si las autoridades de los tres niveles de gobierno no cumplen con su función esencial de brindar seguridad pública se corre “el riesgo de que estos grupos armados se extiendan a otros estados de la República: “Existe una línea muy tenue entre estas organizaciones de autodefensa y los grupos paramilitares con intereses distintos a la autoprotección, mismos que quebrantan la estabilidad de las instituciones”.

Los grupos de autodefensa hacen de legisladores, agentes del Ministerio Público, jueces y a veces ejecutan penas. “Esta situación resulta sumamente preocupante, puesto que las violaciones al debido proceso que cometan difícilmente podrán convalidarse por las autoridades ministeriales o jueces, que eventualmente pueden dejar en libertad a personas probablemente responsables de delito, abonando a la impunidad lo que pretendan combatir”.

En la singular forma de impartición de justicia, las autodefensas y las policías comunitarias también se distinguen. Para las comunitarias, la impartición de justicia se basa en un reglamento interno de las formas indígenas de resolución de conflictos. Se trata de un sistema jurídico autónomo.

La CRAC, por ejemplo, sanciona todo tipo de delitos, incluidos graves crímenes como violación, homicidio, tráfico de drogas o secuestro. La Policía Comunitaria intenta con su particular sistema de justicia la reeducación de los delincuentes a través de trabajo social a favor de las comunidades. Son vigilados por los propios policías comunitarios y alimentados por el pueblo. Luego, las autoridades de la comunidad intentan, a través de pláticas, hacerlos reflexionar para que cambien sus conductas delincuenciales.

Laura Castellanos, quien ha estudiado a estas comunidades indígenas, dice que este sistema ha dado buenos resultados: “Han bajado sus índices de delincuencia más de 90%. Han logrado separar las dos instituciones de seguridad: una es la Policía Comunitaria y otra la que realiza las funciones de justicia. No son juez y parte.

“Unos detienen y los otros que involucran a las asambleas locales y regionales con la estructura tradicional de cargos indígenas, son los que hacen los juicios y ponen las sanciones”.

Por ejemplo, comenta que los delincuentes deben llegar a un acuerdo con las personas a las que dañó por sus actos. Y si no es posible, entran en un proceso de reeducación donde a los detenidos los rotan entre diferentes casas de justicia y hacen un trabajo de servicio a la comunidad.

“Me tocó ver en la casa de Espino Blanco que en la cocina había un hombre que todas las mañanas lo sacaban de su celda y se iba a la cocina para ayudar a la señora a hacer las tortillas.

“Luego me enteré que estaba preso por borracho y por pegarle a su mujer. Entonces la sanción era ayudar en la cocina. Y a otros les toca arreglar la escuela, limpiar. Pero es un proceso no de exclusión, ni denigración; sino de reeducación”.

El boom del surgimiento de las autodefensas en Michoacán o Guerrero fue en octubre del año pasado. ¿Por qué hasta ahora ha generado tanta controversia? El abogado López Bárcenas contesta: “Hubo un vacío dejado por el Gobierno federal. Los pueblos comenzaron a sentir presión de la delincuencia y se organizaron. Pero de enero en adelante, cuando aparecen los Zapatistas, el Estado trae una estrategia de control en doble sentido: no dejar que sigan proliferando los grupos de autodefensa, pero también usarlas para desprestigiar los Acuerdos de San Andrés en particular y los derechos indígenas en general”.

Lo más grave, insiste, es que esto sea utilizado por los estados y surja el fenómeno paramilitar: “El peligro es que esto vaya derivando como el caso de las autodefensas colombianas. Sería terrible. ¿A ver quién controla eso?”.

(ZOCALO/ Revista Visión Saltillo/ Redacción/ 11/03/2013 - 04:04 AM)

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