En contraste, la santa reina Isabel de Castilla, “la Católica”, se
rehusó mostrar los pies a su confesor y allegados en su lecho de muerte, cuando
recibió el sacramento de la Extrema Unción –la unción en los pies es opcional–.
Eso fue por modestia y recato. En cambio a la patanería que nos invade de
gringolandia le encanta mostrar las patas de patanes, para no mencionar la
desnudez del “Wild Man”, esclavo del diablo.
Nest, originario de Europa Central, de Bavaria, representó a su
“Santa” Claus vestido en pieles y tiznado, con nariz como de perro o lobo, manos
de palmas oscuras como peludas, según la tradición del fauno, el sátiro de los
bosques de Europa Central, y entre los regalos que traía, un muñeco –¿o era un
niño que raptaba?–
También un cuadro con un cerdo o perro vestido en frac y un
payaso o payasa. Muchos de estos detalles sólo se pueden apreciar con la
lupa.
Cuando accedió el cripto-comunista de Franklin D. Roosevelt a la
presidencia en 1933, su gobierno intervino para que la dizque época navideña
empezara con la glotonería del último jueves de noviembre –el Thanksgiving–, lo
cual es una contradicción a la verdadera Navidad que la Iglesia empieza a
celebrar el 25 de diciembre y se prolonga hasta la Epifanía, el 6 de enero,
según creo yo.
Lo que ahora, con la complacencia del clero católico, se celebra
con compras y comilonas como “época navideña”, es en realidad la época de
Adviento, que empieza cuatro domingos antes de la llamada Nochebuena, que la
Iglesia llama Vigilia de la Natividad.
Adviento que es para enderezar los
caminos, hacer penitencia, meditar en los misterios de la Fe, confesar y
comulgar para recibir dignamente al Niño-Dios, el 24 es para observar ayuno y
abstinencia. El banquete, en todo caso, debe ser el 25, que es cuando empieza la
época navideña.
Hasta 1940 la más grande promotora de los festines neo-paganos
–que ahora pasan como de “época navideña”–, fue la cadena de tiendas Macy’s, que
sacó el alce Rudolf, que reemplazó a los ocho alces enanos. Luego la Coca-Cola,
a finales de los 1930s, popularizó la versión de Macy de “Santa” Claus con su
alce Rudolf, con su abrigo rojo limpio, en lugar de las pieles con pelos y
tiznadas que antes usaba.
En lo que un laico, ignorante, se tiene que meter, debido al clero
de ahora, “progresista” en su mayoría, que con mucho ha olvidado de predicar el
evangelio y en su lugar se la pasa haciendo toda clase de disquisiciones
sociológicas, psicológicas, etc. etc., a ciencia y paciencia de nuestros señores
obispos, que tienen la obligación gravísima de disciplinar a sus sacerdotes y
tronar y centellear contra los errores de la época, y en cada diciembre contra
el culto de “Santa” Claus que es sacrilegio contra su Dios y Señor en la fiesta
de Su Natividad.
Con tan sólo proclamar las enseñanzas de veinte siglos de los
Papas y de los pronunciamientos de los Concilios, se limpiaría el mundo de hoy
de mucho de la inmundicia y malandrines que hay.
Ningún poder en la Tierra ni del infierno puede resistir la
santidad de la Tradición Católica. Los demonios pululan los aires como nubes de
moscas. La recitación diaria del Santo Rosario por un mínimo del diez por ciento
de la población, despejaría los aires de estos bichos con inesperada rapidez y
eficacia. Y con ellos se irían los malandrines de todos los calibres y niveles,
domésticos de Belcebú.
Carlos Trujillo
Ciudad Juárez, Chihuahua
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