EL PECADO DE NO LEER
* Enrique Peña Nieto paga su
penitencia
* Nos vemos en enero del próximo
año
Francisco Rodríguez /franciscorodriguezrodriguez@hotmail.com
Alguien dijo que todos somos ignorantes pero no todos
ignoramos lo mismo. Hay algo, más bien mucho, de ignorancia en todos nosotros.
En México, como en muchos otros países, la afición por la lectura cada vez
disminuye más. La nueva era de la tecnología, principalmente el internet, está
cambiando al mundo, para bien o para mal, pero lo está modificando, está
transformando las costumbres. Hay una fuerte corriente que demanda más
pragmatismo y menos teoría en todos los campos del estudio y en todas las
actividades cotidianas.
Los jóvenes de hoy realmente tienen ese pragmatismo.
Van al grano de las cosas, buscan el camino más corto para alcanzar sus
propósitos. Los intelectuales son muy respetables, porque de alguna forma son
generadores de ideas, ideas que puestas en práctica pueden traer grandes
beneficios a esta sociedad. Los escritores, los grandes lectores y los profundos
pensadores son imprescindibles. Eso es innegable.
Sin embargo, ¿qué tan grande es el pecado por no
conocer los autores y el contenido de las grandes obras literarias de todos los
tiempos?
¿Un agricultor debe haber leído El Quijote para ser
exitoso? ¿Un industrial debe haber leído La Ilíada para ser exitoso? ¿Un
ingeniero en sistemas computacionales debe haber leído a Platón y Aristóteles
para ser exitoso?
Desde luego una cultura general abundante siempre
abre puertas y te da roce social, pero el pragmatismo de la vida moderna exige
especialización en una actividad. Ese sí es un requisito indispensable si se
anhela obtener éxito en un campo específico.
Todo el rollo anterior viene a cuento por el
escándalo ocurrido a raíz de que el virtual candidato presidencial del PRI,
Enrique Peña Nieto, no pudo o no supo mencionar los autores y títulos de tres
obras que hubiera leído en su vida.
Por supuesto es de llamar la atención, pero en
realidad es más bien un gran error de su equipo, el cual no tuvo la precaución
de asesorar debidamente al ex gobernador del Estado de México. Es absurdo acudir
a una feria de libros y no llevar en mente, o por escrito, los títulos y sus
autores de obras importantes, o al menos de autores reconocidos por aquello del
apantalle.
Yo les podría señalar casos de políticos que tienen
personal que lee por ellos. Esos cultos auxiliares acuden diariamente a las
librerías a comprar las nuevas obras, las devoran rápidamente, y en una
cuartilla sintetizan contenido y hacen comentarios de ese libro.
Así, créanlo,
se nutren de cultura general muchos políticos. Otros, adquieren la obra de Luis
Nueda y Antonio Espina, "Mil Libros", que es el compendio de los libros
considerados como los más importantes en la historia. Ambos casos son
suficientes para darle a cualquiera una cultura general pasable en un país donde
la lectura es mínima.
Claro que los eruditos en literatura se burlan de
quienes poco leen y más aun si ostentan cargos políticos importantes. Pero yo me
pregunto y les pregunto a ustedes qué pasaría si a uno de ellos lo colocan ante
un auditorio de expertos políticos y lo comienzan a cuestionar sobre estrategias
electorales y le piden nombres de libros y autores de estrategias de campañas o
si les preguntan respecto a los temas financieros internacionales que afectan la
economía del trabajador, pues dudo tengan el conocimiento para esas respuestas
aunque desde luego tendrían capacidad intelectual para salirse despectivamente
por la tangente.
Debe quedar claro, no estoy en contra de la cultura
ni a favor dejar la lectura por el dominó o las cartas, tampoco pretende
defender a Peña Nieto que para eso tiene a muchos, aunque no lo parezca, mi
humilde reflexión es que no debe ser un pecado tan grande ser neófito en algunos
aspectos, sobre todo cuando esos temas no son fundamentales para la actividad
que uno desempeña. Eso es todo.
¿O qué, los mexicanos le pedirían a Javier "El
Chicharito" Hernández mas conceptos literarios y menos goles?
A los políticos y gobernantes les debemos exigir
honradez, honestidad y un gran sentido común para ver las necesidades de la
sociedad y una gran capacidad para tomar las decisiones que lleven a la solución
de esos grandes problemas que tiene México como cualquier otro país del mundo.
El sentido común, la tolerancia, el respeto y la solidaridad no son
necesariamente producto de la lectura de grandes tratados literarios, aunque
tampoco estorban, claro.
Pero en fin, mejor disfrutemos de estos días
navideños al lado de la familia, de los amigos, y de todos nuestros seres
queridos.
Les deseo sean muy dichosos en esta época de navidad
y siempre. Y en lo profesional alcancen el éxito que se merecen.
Hasta enero del 2012.
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