viernes, 7 de octubre de 2011

GUAYMAS: DESPOJO E IMPUNIDAD DE LA MANO

La Viña del Señor

En la historia del puerto dos conceptos muy usados en el vocabulario delictivo y tomados del argot penalístico han ido de la mano: Despojo e impunidad.


Este fenómeno ha sido consustancial a la propia naturaleza de los grupos políticos que han venido detentando el poder en el municipio, unos más, otros menos pero nadie se salva de señalamientos que tienen que ver con escándalos, corruptelas y deshonestidad en el ejercicio de gobierno que con el desempeño de un servicio público probo y comprometido con las causas de la democracia, la rendición de cuentas, la transparencia, etc., etc, bla…bla…


Y de tales señalamientos no se libra ningún partido, pues si algo han experimentado los guaymenses, es que por el ayuntamiento han pasado las tres principales fuerzas políticas, PAN, PRI y PRD, y cada cual ha dejado huella por su paso por la comuna y ninguno tiene la voz completa, aunque se apueste a la flaca memoria del electorado o la puntada clásica del doctor Francisco Sánchez López, secretario del ayunta en tiempos de Bernardino Cruz Rivas: “En Guaymas, aunque pase, no pasa nada

CINISMO Y COMPLICIDAD PRIISTA

Y como en todas partes se cuecen habas, llamó la atención la falta de cinismo que parece hacer presa del Partido Revolucionario Institucional, cuando en el acto de nueva toma de protesta de Susana Corella Platt, como presidenta del Comité Directivo Municipal del tricolor, pasado 29 de agosto, se olvidaron agravios entre los grupos y se selló un impasse, con lo cual pretendió dotar de la anhelada legitimidad a la secta astiazaraínista, pasando por encima de la legalidad partidista. La reconcliliación no da para mucho…


Sin embargo, ni toda la presencia de la crema y nata de la nomenclatura priísta, los abrazos y los apapachos, podrá ocultar lo que callan incluso los medios afines, y que es el hecho que su figura tanto al interior del partido, como al exterior de la sociedad porteña, se encuentra cuestionada, por los pésimos números que entregó durante su gestión como alcaldesa sustituta de Antonio Astiazarán, traducida en el despojo de terrenos patrimonio de los guaymenses, los cuales transfirió en algunos casos a precio de ganga y en otro como las hectáreas de Las Tinajas y de Punta Miramar, se entregaron a personeros dele xalcalde como el exregidor de Convergencia José Ordaz Aguiar y el hotelero Eduardo Lemmen Meyer, al primero mediante una módica donación de 5 millones de pesos y al segundo vía una permuta por el estacionamiento del parque infantil de Las Colinas.


Con tal tremenda cola, los nuevos jerarcas tricolores, y a los cuales trataron de blindar y defender en abierta complicidad sus correligionarios diputados priístas, Otto Claussen Iberri, José Luis Marcos León Perea y demás fauna legislativa, con la venía de Claudia Plavlovich, hicieron brincar de sus asientos al mismísimo CEN, quien ni tardo, ni perezoso movieron los hilos para aplacar a los acelerados y imprudentes “representantes populares” por su manifestación facciosa, ajena al sentir de los porteños, de por sí agraviados por el cuestionado desempeño de la administración de César Lizárraga y la rebatinga en que terminó convertido el Cesar´s Palace, por obra y gracia de operadores como Dalia Laguna, Alonso Arriola y alguien que tras bambalinas mueve el agua y poco se ve su mano, pero que es cercanísimo al primer edil y a quien se debe mucho del desgarriate que presenciamos, el semiinvisible Sergio Alexanders, cuyas facciones andan agarradas de la greña, por sus ambiciones políticas.

GOBIERNOS FALLIDOS

En honor a la verdad fue en el gobierno de Sara Valle Dessens, cuando se iniciaron esfuerzos por enfrentar y solucionar el problema de la tenencia de la tierra en el municipio, amenazado por las pretensiones de la Comunidad de San Fernando de Guaymas, cuyos miembros reclamaban para sí numerosas hectáreas que el ayuntamiento sostenían eran parte de su fundo legal. La debacle del Gobierno de Ciudadanos inició con la detención del reportero Carlos Razón Valenzuela y del dueño de Los Delfines Carmelo Barrera, hermano del periodista Lupe del mismo apellido, continuó con los diferendos y salida de Santiago Luna y Oscar Ramos de la administración, la bronca del stratus “donado” por la Tecate al DIF, la entrada y salida de funcionarios, hasta concluir con al revocación del mandato de Sara.


La lucha jurídica por sostener el patrimonio de los guaymenses fue llevada a los tribunales agrarios durante la gestión del doctor Vicente Pascual Rodríguez y el síndico Baltazar Terrazas y la misma fue continuada por Bernardino Cruz Rivas, gracias al empeño de la entonces síndica Guadalupe Morales.


Diluido el riesgo que representaban los comuneros, lo portenses pensaron que el problema había quedado resuelto el problema en definitiva, sin pensar que su patrimonio en un futuro estaría amenazado por quienes serían escogidos para gobernar el municipio, como la historia lo ha venido registrando.


El inicio de tal descarado despojo y al cual se buscó darle un barniz institucional, pues antaño se hacía a la brava, lo conformó la constitución de la Inmobiliaria Municipal, cuyo primer intento por echarla andar se dio con el Berna, pero que se concretó durante el mandato de Carlos Zataraín González, tocándole al Bebo la honrosa tarea de crear dicho ente, suponíase que para evitar dudosos y cuestionados manejos del patrimonio inmobiliario del municipio, pues con Cruz Rivas, el manoteo de terrenos estuvo macizo y hasta Jesús Monreal Espinoza, el Güero Donas, se ostentaba como prestanombres de Bernardino para tales menesteres.


Ya con el Toño, la merma de los activos municipales fue evidente a tal grado que enfrenta junto con la exsíndica Hortensia Díaz Frayde, su suscesora Susana Corella y el extesorero Everardo Millán, senda querella ante la Agencia del Ministerio Público del Fuero Común del Sector I, autoridad ministerial que deberá de hacer el deslinde de responsabilidades correspondiente. Por menos el Bebo inhabilitó al Berna, quien apenitas la libró, así el Toño, no sería el primer exalcalde en ser procesado.


Con Astiazarán, la Inmobiliaria jugó un papel nefasto al despojar de sus predios con la fuerza y las amenazas a muchos posesionarios y cuyos terrenos terminaron en manos de los consentidos del régimen, eso sin contar con los tropelías que significó el embargo y adjudicación de inmuebles bien colocados y los cuales fueron a parar con gente cercana al exalcalde, y cuyos procedimientos de ejecución fueron echados abajo por ilegales en los juzgados federales.


En el caso de César Lizárraga Hernández, la operación no es diferente, pues la Inmobiliaria Municipal, fue dejada bajo responsabilidad del inefable Sergio Alexanders, una especie de José Córdova Montoya en la época de Carlos Salinas, del alcalde, y a quien a pesar de su sigiloso desempeño se le achaca mucho del mal desempeño de la administración actual.


Alexanders, llegó a Guaymas, a principios de la gestión de Lizárraga, procedente de La Paz Baja California, lugar que dejó temblando por supuestos indebidos manejos en cosas de terrenos, lo cual sin embargo no fue óbstaculo –o quizá por eso— para que se le diera tal encomienda, tomando en cuenta que el alcalde ha mostrado una enorme debilidad por hacerse de buenos lotecitos.

VOLVER AL FUTURO

Por todo lo anterior y en virtud de que los gobernantes locales no han empujado un serio proyecto de desarrollo para el municipio, ni tampoco son una opción de futuro, empresarios como Octavio Llano Zaragoza y Rafael Caballero, quienes entre ambos concentran alrededor del 80% de la tierra en la Comisaría de San Carlos, buscan conjuntamente con otros desarrolladores e inversionistas nuevas vías de promoción y de creación de oportunidades de negocios con miras a mediano y largo plazo, aunque poderosos grupos de inversionistas procedentes del viejo continente, Canadá y otras firmas con experiencia global, están por arribar al centro turístico y traen entre manos cambiar radicalmente la imagen del lugar, incluido el puerto con megaproyectos que incluyen la compra del Cerro del Vigía para llenarlo de hoteles, residencias y otras sorpresitas.

Ya veremos, dijo el ciego

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