domingo, 30 de octubre de 2011

EL "GUERO" LAYO CANTO TODO EN SAN JOSE LOS CABOS,BCS

Lo protegía Lenin Giovanni Rodríguez Aguilar, director de Seguridad Pública de Los Cabos, y ex titulares de la PGJE

Después de haber sido capturado el 23 de octubre por el Ejército Mexicano, el escurridizo jefe de la plaza del narcomenudeo de La Paz, Adelaido Soto Aguilar, Heraclio Soto Portillo o Eduardo Salas Martínez, alias “El Güero Layo”, delató a sus principales protectores y reveló nexos con policías, comandantes y funcionarios corruptos que desde el 2005 lo protegieron.

De recibir el auto de formal prisión, el nuevo líder de la organización criminal de “Los Layos” será Domingo Ruelas del Val, Domingo Valdés Rosales o Domingo R. Valdés, alias “El Joseson”.

Investigaciones ZETA
Adelaido Soto Aguilar, Heraclio Soto Portillo o Eduardo Salas Martínez, alias “El Güero Layo”, no opuso resistencia. Ni al arresto ni a responder a las preguntas a las que fue sometido, cuando el pasado 23 de octubre fue capturado por elementos del Ejército Mexicano tras seis años de ser buscado por autoridades federales y militares.

Sin necesidad de presionarlo habló: lo mismo de su modus operandi como de la red de complicidad que había tejido con autoridades municipales y estatales, y por la cual, se había convertido durante estos últimos años prácticamente en intocable en el estado de Baja California Sur.

De entrada dijo que si no lograba recuperar su libertad en el vencimiento del término legal de 72 horas, Domingo Ruelas del Val, Domingo Valdés Rosales o Domingo R. Valdés, alias “El Joseson”, sería su sucesor en la plaza del narcomenudeo de La Paz.

El narcomenudista explicó que operaba para “El Cártel de Sinaloa” y la droga era traída en lanchas desde ese estado y cuyos cargamentos llegaban a diferentes playas del municipio, que después eran resguardados en casas de seguridad y bodegas de la capital sudcaliforniana.

“El Güero Layo” fue generoso con sus captores. Les contó santo y seña del trasiego de droga y  de los miles de pesos que pagaba cada semana desde el año 2005 por derecho de piso a policías, comandantes, directores y hasta ex titulares de la Procuraduría General de Justicia del Estado y de la Secretaría Estatal de Seguridad Pública, así como de la Agencia Federal de Investigaciones y de la Procuraduría General de la República.

Cuestionados respecto a los nombres de policías y mandos corruptos, recordó a Fernando González Rubio Cerecer, a Francisco Karim Martínez Lizárraga y a Lenin Giovanni Rodríguez Aguilar, a quienes dijo, les pagaba cien mil pesos semanales por dejarlo trabajar y no detener a los vehículos de renta que utilizaba para vender y distribuir droga.

De los policías no recordó nombres porque comentó que eran muchos y aseguró que “casi todos” colaboraban con él. Sin embargo los identificó con apodos y por los cargos que tenían y ocupan actualmente dentro de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de La Paz, de la Policía Ministerial, de la Policía Estatal Preventiva y de la PGR.

“Tenía a todo mundo comprado”, afirmó y agregó que algunos de los mencionados no hicieron trato directo con él, sino a través de terceras personas, quienes filtraban información y hasta lo cuidaban cuando sabían o se enteraban de algún operativo militar en curso.

Fue precisamente por la llamada de uno de esos policías que el Ejército Mexicano logró ubicar físicamente a “El Güero Layo”, cuando circulaba por el libramiento “Santiago Oseguera” de la ciudad de La Paz rumbo a Pichelingue y rápidamente inició un operativo que terminó con su captura.

Hoy se sabe, la detención de Adelaido Soto Aguilar, Heraclio Soto Portillo o Eduardo Salas Martínez, empezó a cobrar forma, cuando después de un arduo trabajo de investigación y localización, se pudo ubicar su guarida sobre las calles de Pelicanos y Tijeretas del exclusivo Fraccionamiento Residencias Las Garzas en la ciudad de La Paz.

La investigación
Para localizar físicamente a “El Güero Layo”, los militares tardaron más de dos meses en dar con su paradero. Sabían de su nombre, pero desconocían los alias e incluso algunos no lo conocían físicamente.

Fue justamente dos semanas antes de su captura cuando se supo todo de él. Sin embargo, no fue detenido de inmediato, porque primero estudiaron sus movimientos, y sobre todo, conocieron su red de contactos, entre los que se encuentran hasta notarios públicos.

Datos entregados a ZETA expusieron que el líder del narcomenudeo se movilizaba en tres unidades austeras para despistar a los militares: una camioneta color azul tipo Escape, un pick up color negro tipo Ranger y una camioneta color guinda. Todas con placas de Sinaloa.

El criminal vivía en compañía de su esposa y dos hijos en una casa que aparentaba un nivel social medio. De hecho, los lujos no saltaban a la vista.

Los vecinos del cabecilla de “Los Layos” relataron a Investigaciones ZETA que llevaba una vida normal y que en ocasiones hacía fiestas en su casa completamente bardeada y con puertas eléctricas.

“Siempre salía con un morral cruzado, a veces de gorra y lentes y no se metía con nadie”, puntualizó uno de sus vecinos, en tanto otro espontáneamente expresó:

 “Yo siempre sospeché que ahí vivía un narco, porque nunca hablaba con nadie de los vecinos, y en una ocasión en la madrugada, dispararon balazos que pegaron en las ventanas, paredes y carros de los vecinos, y aunque el hecho se reportó, nunca se investigó nada”.

La noche en que fue detenido estaba en posesión de 466 kilogramos de crystal y cinco paquetes de mariguana que contenían 9 kilos 793 gramos y venía a bordo de su camioneta de color azul, cuando los militares le marcaron el alto y no tuvo más remedio que orillar su vehículo y apagar el motor. Así fue capturado.

Los vecinos de “El Güero Layo” explicaron que comúnmente llegaban carros al lugar y a veces se bajaban muchos muchachos que entraban a la casa, la cual tenía una bodega en la parte trasera, aunque desde afuera no se notaba nada, salvo que estuviera levantado el portón de entrada de los autos.

Los cargos
Capturado por las fuerzas castrenses, hoy el criminal tendría que ser sujeto de tres procesos federales en la PGR y uno en la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE).

El primero es por la posesión de la droga que traía el día de su captura. El segundo es por un cargamento de su propiedad de mariguana, cocaína, crystal, armas cortas, largas, cargadores, cartuchos y dinero que dejó abandonado, cuando fue interceptado y detenido por la zona del libramiento de La Paz-Pichelingue.

El tercero es por ser propietario de 46 bolsas de crystal y 20 dosis de mariguana que fueron encontradas en un vehículo registrado a nombre de Adelaido Soto Aguilar, cuando fue abandonado el 3 de abril del 2010 tras haber huido de agentes de la Policía Estatal Preventiva, y posteriormente, el carro fue ubicado en el cruce de las calles Manuel Torre Iglesias y Félix Ortega de La Paz.

 La unidad color rojo, tipo sedán y modelo 2010 había sido reportada por algunos padres de familia de estar haciendo operaciones de venta de droga al menudeo, y cuando los policías llegaron al sitio, emprendió la huida hasta que fue abandonada y sus tripulantes se dieron a la fuga a pie, brincando algunas casas y negocios sin que lograran ser capturados.

 La unidad quedó a disposición del Agente del Ministerio Publico de la Federación, adscrito a la Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo (UMAN) y la averiguación quedó abierta en la PGR.

El cuarto es el caso de la triple ejecución en el Fraccionamiento Villas del Encanto de La Paz, donde fuera asesinado Miguel Enrique Atondo Gastélum, alias “El Sinaloense” y quien tuvo una pugna por la plaza de narcomenudistas de La Paz con “El Güero Layo”.

La investigación sobre la ejecución perpetrada el 9 de mayo del 2010, y donde también perdieron la vida el hijo de 14 años del narcomenudista de nombre Miguel Atondo Ramírez y Édgar o Ricardo Alán Ortega Álvarez, alias “El Gordo”, todavía está abierta.

En esa ocasión uno de los familiares de las víctimas responsabilizó del crimen a Adelaido Soto Aguilar, Heraclio Soto Portillo o Eduardo Salas Martínez.

La seguridad
Por sus nexos con policías y comandantes corruptos, la ubicación física de “El Güero Layo” era prácticamente imposible, sobre todo porque tenía un método de ocultarse y quienes lo conocían físicamente únicamente eran las cabezas más cercanas de su organización criminal, quienes –según explicó al momento de su captura— se movilizaban siempre en autos de renta y últimamente enviaba a gente en bicicletas y hasta a pie a entregar a sus zonas de influencias para no despertar sospechas.

Los arreglos que tenía era meter cinco vehículos por zona, por los cuales pagaba una cuota a los jefes de ese sector que iba desde los 2 mil 500 pesos hasta los 100 mil que entregaba a los ex titulares de la PGJE y de la SESP.

Por todo esto era difícil ubicar al narcotraficante. Todos tenían una referencia de él, pero físicamente muy pocos lo conocían, incluso utilizaba a sus colaboradores más cercanos para comunicarse con otros integrantes de su célula delictiva.

Hoy se sabe, y por sus propias revelaciones, que utilizaba canales de comunicación independientes a través de una cadena de personas que desconocían la ubicación unos de otros.

 Es decir, ni “El Güero Layo” estaba enterado de la ubicación de su células, y ni sus células sabían de él, quien en la mayoría del tiempo se ausentaba del estado y regresaba inesperadamente.

La casa donde estaba viviendo prácticamente había sido rentada escasos seis meses atrás. El delincuente se cuidaba de salir de su vivienda en horas de afluencia vehicular o cuando sus vecinos estaban afuera de sus casas.

Sin embargo, el criminal finalmente cometió el error de saltarse el protocolo de seguridad y comunicarse y viajar de manera “normal” en un horario inapropiado para él. Sólo así, pudieron capturarlo.

El día en que fue detenido sus captores obtuvieron en posteriores operativos en diferentes puntos de la ciudad, fotografías, documentos y algunas computadoras que les proveyeron indicios sobre la estructura criminal de “El Güero Layo” y su red de complicidades.

Datos entregados a ZETA expusieron que actualmente se revisa el movimiento de cuentas bancarias y llamadas telefónicas que el delincuente hizo desde teléfonos que estaban a nombre de terceras personas, como es el caso del notario público, Félix Enrique Ortega García, y quien puso a su nombre una línea telefónica en la vivienda del criminal. Ortega García recibió la patente en el año del 2010 de manos del ex gobernador del PRD, Narciso Agúndez Montaño.

Otros de los rastros que se siguen son los nexos del líder del narcomenudeo con empresarios como Gustavo Gutiérrez Gutiérrez, quien en su número telefónico aparecía como compadre.

Al cierre de esta edición, se esperaba que el Agente del Ministerio Público de la Federación de la PGR, Marco Antonio López Valdés, dictara el auto de formal prisión en contra de “El Güero Layo” dentro de la averiguación previa PGR/BCS/LP/COE-1/273/2011 para proceder a investigar los casos donde está implicado para entonces realizar el deslinde de responsabilidades.

 

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