Con un órgano electoral
totalmente tibio y sesgado, como es el
que se tiene en el Estado de México, y
con un INE que vive en el limbo y, sí además de eso el grupo Atlacomulco al que
pertenece Enrique Peña Nieto gasta todo el dinero que quiere apoyando a su
candidato Alfredo del Mazo Maza, para
que sea gobernador del Estado; y si la izquierda sigue empeñada en seguir
contendiendo dividida, es muy probable
que el triunfo sea para PRI.
Pero hay una manera que puede
impedir el triunfo de los aristócratas
del PRI y que puede hacer que
gane la maestra Delfina Gómez Álvarez, y esa forma es que toda la izquierda se una. Hecho que no es fácil, por los agravios recíprocos que en
los últimos años, meses y días ha habido
entre MORENA y el PRD.
Además de lo anterior, se
necesitaría que el candidato del PRD, Juan Zepeda, sea un hombre con la estatura política suficiente, para poner
los intereses de los ciudadanos por encima de los intereses suyos y de su
partido, el PRD.
Todas las encuestas nos dicen
que la suma de los votos de MORENA y del PRD le daría el triunfo a la maestra
Delfina. Entonces, ¿por qué no se hace?
Si se piensa en la
declinación de una candidatura en las filas de la izquierda, rápidamente viene a la memoria la
figura del Ingeniero Heberto Castillo, en aquella elección de 1988, cuando su
declinación a la candidatura a la presidencia de la República la hizo a favor
del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, el día 7 de
junio, en la calle Uruapan casi
esquina con Monterrey, en el Distrito Federal.
Heberto Castillo leyó un
documento donde uno de sus párrafos decía:
“Si la Corriente Democrática
(CD) y su candidato a la Presidencia de
la República están de acuerdo con las propuestas que aquí formulo, procederé de
inmediato a retirar mi candidatura a la Presidencia de la República y en el
mismo acto propondré a mi partido y a las organizaciones aliadas en esta lucha,
que el Partido Mexicano Socialista (PMS) registre a Cuauhtémoc Cárdenas
Solórzano como su candidato a la Presidencia de la República. “Hago estas
propuestas en la convicción profunda de que responden al momento singular que
reclama el alto interés de la nación, a la vocación unitaria y de poder que
llevó a los luchadores por el socialismo a fundar el PMS, a cuya construcción
dedicaré, con el mayor entusiasmo, hasta el último momento de mi vida.
“Con la seguridad personal de
que este es el camino por donde hoy debemos conjugar esfuerzos, continuaré con
más bríos en esta contienda electoral. Así expreso mi profunda convicción del
valor de la causa de los trabajadores, más allá de personalismos, y mi
reconocimiento a la gran cantidad de mexicanos y mexicanas que me manifestaron
su adhesión en esta campaña. A ellos y a mi partido, pido nuevamente su apoyo
para llevar adelante esta importante decisión”.
En ese documento, Heberto
Castillo propuso, pasare lo que pasare, la creación de una fuerza política nacional,
con acuerdos programáticos de fondo y de mediano y largo plazos. Además, se buscaba, lo que en
general logró al evitar experiencias fallidas anteriores —como la de
Vasconcelos, Miguel Henríquez Guzmánque, habiendo fallado en su gran intento
por alcanzar la primera magistratura, abandonaron la lucha, dejando a gran
parte del pueblo mexicano frustrado- evitar que Cárdenas regresara al PRI o
aceptara prebendas.
El documento fue aceptado en
lo general por Cuauhtémoc Cárdenas y la Corriente Democrática (CD).
¿Tendrá el PRD y Juan Zepeda,
su candidato a gobernador, la estatura política que el momento demanda en el
Estado de México?
Nota: Con mucha amplitud el libro Cuando
Correteábamos utopías, de José Luis
Jiménez, comenta este momento de la declinación del ingeniero Heberto Castillo.
(RIODOCE/ IMPRESO/ José Antonio Ríos
Rojo/ 15 mayo, 2017)
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