Espero haber abonado a reconocer esa
realidad, nuestras enfermedades, incluyendo la soberbia, la deshumanización, la
impunidad, incluso nuestra pobreza, nuestros bajos salarios y las condiciones
de trabajo, dijo en entrevista con La Jornada
‘A los periodistas no les gusta
practicar la autocrítica. Porque no es fácil’: Javier ValdezFoto: Noroeste
"Quiero creer que al
trabajar una historia más pública, al abordar un tema que nos permita
entendernos como periodistas: con miedo, rodeados de corrupción, con la
contaminación del narco en las redacciones. Espero haber abonado a reconocer
esa realidad, nuestras enfermedades, incluyendo la soberbia, la
deshumanización, la impunidad, incluso nuestra pobreza, nuestros bajos salarios
y las condiciones de trabajo. Eso intenté hacer.", decía el periodista
Javier Valdez Cárdenas entrevistado por su colega Blanche Petrich del diario La
Jornada.
La conversación del
corresponsal del mismo rotativo, asesinada este lunes en Culiacán, versó sobre
su libro 'Narcoperiodismo, la prensa en medio del crimen y la denuncia', y en ella dejó una especie de epitafio para
el resto de sus compañeros: "A los periodistas no les gusta practicar la
autocrítica. Porque no es fácil."
Su obra, señaló el periodista
hoy asesinado en Culiacán, Sinaloa, trata precisamente de "esa
preocupación de mirarnos de frente, hacia adentro. No hablamos sólo de
narcotráfico, una de nuestras acechanzas más feroces. Hablamos también de cómo
nos acecha el gobierno. De cómo vivimos en una redacción infiltrada por el
narco, al lado de algún compañero en quien no puedes confiar porque quizá sea
el que pasa informes al gobierno o los delincuentes."
"Señalamos también a los
empresarios, a los dueños y ejecutivos de los medios, que priorizan el negocio,
que están más preocupados por la ganancia que por contar la historia de lo que
está pasando en nuestro país, o de lo que pueda pasarles a sus reporteros, a
sus empleados", abundó Javier Valdez.
El periodista sinaloense
narró al rotativo de circulación nacional que en su búsqueda encontró cosas
como "el panochón", que significa, en el habla del hampa, un
reportero a quien los delincuentes ubican, amenazan y utilizan: "Puede
convertirse en dedo de la maña (persona que delata). Puede recibir llamaditas
del jefe (regaños del líder de la plaza). Puede ser castigado con manitas
(cachetadas), tablazos en la espalda y nalgas, tijera (corte de extremidades),
fogones (quemaduras) o piso (asesinato)".
Valdez Cárdenas, dijo haber
crecido en el viejo barrio Rosales de Culiacán, donde "convivían, sin
mezclarse, con los otros, los gomeros, serranos hoscos, todavía muy pocos, que
bajaban de la montaña con la pasta de opio y se quedaban a vivir en la capital
sinaloense, pero sin integrarse jamás con sus vecinos. Eran los años 70."
"Luego aparecieron otros
vecinos, verdaderos villanos dignos de escalofrío, pistoleros, policías y
delincuentes encarnados en uno solo. Y años después otros más, los narcos. Ahí
fue cuando esa línea invisible que dividía a las familias comunes y corrientes
y a los delincuentes empezó a trastocarse. Empezaba ese coqueteo, ese guiño de
la sociedad culichi hacia los narcotraficantes y la convivencia ya no podía
deslindarse, ya estábamos con ellos. Ya eran parte de nuestra vida.",
abundó en la entrevista publicada en octubre del 2016.
"No es fácil decir si en
Sinaloa los periodistas están mejor o peor que en otros estados de la
región...", le preguntó Petrich, a lo que Valdez Cárdenas respondió:
"Nos favorece tener un
solo cártel dominante, que es el de Sinaloa. No hay tanta disputa. Es un solo
grupo el que somete al gobierno, que manda y además tiene el monopolio del
crimen. Eso le deja ciertos espacios al periodismo, lo que no tienen compañeros
de Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, porque están en medio
de una guerra esporádica o constante entre dos o tres organizaciones
criminales.", afirmó el hoy finado.
"A pesar de eso, sabemos
que sólo contamos una pizca del monstruo, una pequeña parcela del infierno.
Narramos historias de amor en medio de cadáveres colgando de los puentes;
historias que pueden ser hasta chuscas, como la del capo que convoca a una
competencia y le regala millones de pesos y cerveza al bato que dure más tiempo
bailando, mientras en ese mismo momento en una calle cercana aparece una
hielera con cinco cabezas. No, nunca alcanzaremos a contar esa violencia
abismal.", dijo Javier Valdez.
(NOROESTE.COM/ 15/05/2017 | 04:57
PM)
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