El
domingo 24 de agosto, Ernesto Hernández Norzagaray escribió en las páginas de
Noroeste un artículo titulado “Charla en el presidio con Juan Millán”, donde
narra parte de una conversación que tuvieron el autor y Arturo Santamaría Gómez
con el ex gobernador de Sinaloa. El texto refleja el posicionamiento de Millán
frente a la adelantada sucesión gubernamental, donde se sitúa en contra de que
los poderes del centro, en particular el del presidente de la República,
impongan un candidato metropolizado frente a opciones más arraigadas en
Sinaloa.
Uno
o dos días después de ese domingo que fue publicado, David López, jefe de
comunicación de la Presidencia y amigo personal de Enrique Peña Nieto, le llevó
una ficha con el contenido y le dijo “Mire presidente lo que anda haciendo Juan
Millán. Cuando cayó el Chapo Guzmán todos se quedaron muy quitecitos, pero ya
están sacando la cabeza otra vez. “Habla con Miguel Ángel” (Osorio Chong) fue
la sugerencia de Peña Nieto. David López lo habría hecho y el secretario de
Gobernación le dijo que vería el asunto y que no se preocupara, que él estaba
de su lado.
Juan
Millán había empezado a hilvanar su propio juego de frente a las elecciones que
se llevarán a cabo en 2016, pero también, por la urgencia de perfilar a su hijo
Juan Ernesto, respecto a las elecciones federales de 2015. Sin pistas
importantes para maniobrar, manipula pasiones e intereses desde la mesa ocho
del Mar & Sea, su única tabla de flotación hoy día, y busca aliados entre
los que hace cuatro años habían sido sus enemigos políticos.
Por
esos días en que se reunió con los analistas avecindados en Mazatlán, también
lo hizo con el ex gobernador Jesús Aguilar Padilla, a quien le pidió que se
aliaran para recuperar el poder. Alejado del gobernador Mario López Valdez a
pesar de sus frecuentes encuentros, el solo hecho de buscar estos acercamientos
habla de un político que no tiene hoy día muchas opciones.
Ni
Juan Millán ni Juan Ernesto estuvieron en la reunión priista donde el dirigente
nacional del partido les tomó protesta a los consejeros en un evento realizado
en Culiacán. Pero tampoco estuvieron en Mazatlán, un día después, cuando el
presidente Peña Nieto le colgó una medalla al empresario Jesús Vizcarra, hecho
que tantas lecturas ha tenido. Juan Millán, sin embargo, comió al día siguiente
con algunos periodistas mazatlecos para socializar sus lecturas del momento.
Allí, según trascendió, el ex gobernador dejó ver por lo menos dos cosas: que
Juan Ernesto no tiene posibilidades de ser candidato a diputado federal como
pretende y, dos, que si el candidato a la gubernatura es Jesús Vizcarra, nadie
se opondría. Ni él.
Y
este es el escenario que analistas adelantados están previendo, sobre todo por
la actividad que el empresario de la carne ha tenido en las últimas semanas,
con la intención, al menos, de calentar el ambiente y las pasiones de la
política en la entidad. Su reciente aparición en los festejos de la
Independencia, en el Palacio Nacional, mediante un video que su esposa hizo
circular, es indudablemente con esa intención. Y también la comida que el
viernes ofreció a más de mil invitados, entre ellos a buena parte de la clase
política afín, incluidos prominentes funcionarios del Gobierno estatal.
Hasta
funcionarios malovistas de alto nivel piensan ya que Vizcarra está realmente
pensando regresar a Sinaloa por los fueros perdidos en 2010, pero la sola
especulación está despertando ya demasiadas inquietudes en la clase política,
unos pensando acomodarse desde ahora, otros deslindándose anticipadamente del
gobierno malovista y otros pensando dónde se van a meter para que no los
alcance la mano del “carnicero” si llega a la gubernatura.
En
este contexto, fue sintomática la presencia de Juan Millán en los festejos del
15 de septiembre en el tercer piso, a pesar de que ha estado alejado de los
eventos oficiales. A un lado de los representantes de los tres poderes y del
diputado federal Heriberto Galindo —que ahora no se pierde una reunión si van
más de tres—, se veía fuera de lugar. ¿Por qué ese cambio de actitud? En el
desierto, un brazo de pitahaya es sombra. Malova no se encuentra en el círculo
de querencias de los que decidirán la próxima sucesión. Pero puede ser un
aliado para sortear los vendavales que traerá consigo.
BOLA Y CADENA
NO
SE CERRABA LA EDICIÓN DE RÍODOCE cuando la comida ofrecida por Jesús Vizcarra
en el marco de la inauguración de las oficinas corporativas de Sukarne,
alborotó de nuevo la bitachera política de la entidad. No solo porque estuvo el
secretario de Agricultura en el evento, sino, porque, inusualmente en esta
clase de eventos, no fue invitado ningún funcionario ni representante del
Gobierno estatal. Y puede decirse que se trata de un evento privado,
relacionado con una empresa privada. Pero la condición de Enrique Martínez y
Martínez, en su calidad de funcionario federal, es pública y en ese sentido
debió, al menos, correr la cortesía al Gobernador.
SENTIDO CONTRARIO
FUENTES
DEL GOBIERNO ESTATAL confirmaron a Ríodoce que nadie de este poder fue invitado
a la nueva fiesta de Jesús Vizcarra. Muchos se enteraron de la llegada de
Martínez y Martínez porque Rolando Zubía, el delegado de SAGARPA, se enteró por
terceras personas. “Es que Vizcarra viene muy fuerte”, dijo un funcionario de
alto nivel.
HUMO NEGRO
MIENTRAS
ESTA BARBACOA SE COCINABA, cientos de maiceros se plantaron en la explanada del
palacio de Gobierno para exigir el pago de las cosechas y la intervención del
gobierno federal para garantizar precio para el ciclo que viene. Pero allí no
estuvo el secretario de Agricultura.
(RIODOCE/
COLUMNA ALTARES Y SÓTANOS DE ISMAEL BOJÓRQUEZ/ SEPTIEMBRE 21, 2014)
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