México.-
Una de las leyendas urbanas más espeluznantes que circulan desde hace años es
la de una madre que accidentalmente acaba con la vida de sus tres hijos en el
mismo día. Una leyenda no apta para corazones sensibles…
Natalia
era una madre feliz, trataba a sus tres pequeños con gran ternura y comprensión
aunque más de una vez la pudieran sacar de sus casillas. Los dos primeros de
sus retoños vinieron casi seguidos 6 y 7 años y la tercera, una preciosa niñita
de siete meses, que aunque inesperada, fue recibida con el mayor cariño y amor
que una familia le puede entregar.
El
único “pero” que le podía poner Natalia a su abundante familia era que su
marido casi no pisaba su casa. Su aburrido trabajo como contable les daba una
cómoda posición social pero le mantenía ocupado todo el día, e incluso cuando
estaba en casa siempre estaba rodeado de papeles del trabajo. Por lo que
Natalia tenía que ocuparse de sus hijos sin ninguna ayuda y en algunos momentos
eso podía ser extenuante.
La
noche anterior al fatídico día la más pequeñita de la casa había decidido
celebrar un concierto nocturno y Natalia casi no pudo pegar ojo. Agotada y casi
arrastrándose llegó a la cama a las cuatro de la mañana tras dejar a la niña en
la cuna.
Cuando
se empezó a quedar dormida escuchó el grito de su segundo hijo en la habitación
contigua, de un salto se levantó y fue corriendo a la habitación que compartían
sus dos hijos mayores y se encontró a Mario (el mediano en edad) visiblemente
asustado y llorando sobre su cama. Parece que había tenido una pesadilla y del
susto se había hecho pis encima, algo que por desgracia se había vuelto muy
habitual desde que nació sus hermanita. El niño se había convertido en un
príncipe destronado y su comportamiento dejaba mucho que desear y era capaz de
cualquier cosa con tal de llamar la atención. Natalia agotada y sin pensarlo
mucho, comenzó a regañar a Mario delante de su hermano Julián.
-¡Como
te vuelvas a hacer pis en la cama te voy a cortar el pipi!, ¡Ni siquiera tu
hermanita me da tanto trabajo como tú!
El
niño lloraba desconsoladamente mientras su madre cambiaba las sábanas y le daba
la vuelta al colchón. Casi sin darse cuenta eran ya las cinco de la mañana y
Natalia aún no había podido pegar ojo. El biberón de las seis de la mañana y
preparar el desayuno a su marido e hijos hizo el resto. No pudo dormir en toda
la noche.
Lo
peor de todo es que los niños pasarían todo el día en casa, ya que estaban de
puente. Una festividad que parece que no respetaban en la empresa de su marido,
él cual fue a trabajar como cualquier otro día dejándola al cuidado de los
pequeños durante todo el dia.
A
media tarde y aprovechando que Mario, agotado por la noche anterior, se había
quedado dormido en su habitación. Comenzó a bañar a la pequeña Clara. Era el
momento ideal pues Mario estaba insufrible y si no le vigilaba a cada paso era
capaz de incendiar la casa con tal de llamar la atención. Esa pequeña siesta le
daría un respiro y la permitiría bañar al bebé un poco antes del horario
habitual. Con un poco de suerte hoy podría mandarlos a dormir un poco antes y
descansar.
Cuando
ya sólo le quedaba lavar la cabecita a la pequeña Clara un grito desgarrador se
escuchó en el pasillo. Era sin duda Mario que seguro que había vuelto a hacer
otra de las suyas. Gritando y sin soltar a Clara preguntó:
-¡¿Qué
pasa?! ¡¿Mario estás bien?! ¡Julián! ¡¿Qué le pasa a tu hermano?!
Estaba
a punto de envolver en una toalla a la bebé, que aún continuaba enjabonada en
la bañera cuando Julián entró por la puerta y lo que vio la dejó sin habla.
-Mamá,
Mario se ha vuelto a hacer pis en la cama así que le he cortado el pipi como
dijiste.
El
mayor de sus hijos tenía el pene ensangrentado de su hermano en una mano y unas
tijeras manchadas de sangre en la otra.
Natalia
pálida por lo que acababa de suceder se levantó de un salto olvidándose que
estaba bañando a la pequeña y salió corriendo hacia Julián que, al ver la furia
de su madre en los ojos, escapó a toda velocidad buscando un sitio para
esconderse.
Aturdida,
conmocionada y agotada por la noche en vela Natalia no sabía como actuar cuando
llegó a la habitación de los niños y vio a Mario sobre la cama desangrándose.
Tras abrazar fuertemente a Mario le cargó en brazos y bajó las escaleras camino
al coche, su única opción era llevarle al hospital inmediatamente. Cada grito
de dolor del niño bajaba en intensidad, la pérdida de sangre le estaba
debilitando y sabía que tenía pocos minutos antes de que muriera desangrado.
Arrancó
el coche y pegó un acelerón saliendo el vehículo impulsado como si diera un
salto al pisar un fuerte bache y sonó una fuerte explosión. El salto pareció
sacar a Natalia de su estado de shock y de repente recordó que la pequeña Clara
seguía aún dentro de la bañera. En ese momento se dió cuenta de la mortal
imprudencia que acababa de cometer y bajó del coche sin mirar atrás para buscar
a su hija.
Por
desgracia cuando llegó era demasiado tarde, la bebita de apenas siete meses no
tenía la fuerza suficiente para aguantar tanto tiempo sentada sin perder el
equilibrio y yacía inerte boca abajo en el agua. Los intentos de reanimar a la
niña fueron inútiles y Natalia, gritando desesperada, bajó nuevamente las
escaleras de su casa con su bebé en brazos camino del vehículo que la llevaría
al hospital.
Pero
aún le quedaba una última y macabra sorpresa, al acercarse al vehículo todo
terreno que conducía, se dió cuenta de que había un brutal charco de sangre en
el suelo, al principio pensó que sería la sangre de Mario, pero al acercarse
pudo constatar que bajo el coche estaba el cuerpo inerte de Julián, que al
parecer se había escondido bajo el todoterreno para evitar que su madre le pegase.
Con tan mala fortuna que al arrancar ésta a toda velocidad una de las ruedas le
aplastó el cráneo, reventándolo y desparramando sus sesos por todo el suelo y
causando la terrible explosión que Natalia había escuchado un par de minutos
antes.
Natalia
cayó al sueño de rodillas, su cara no reflejaba ninguna expresión. Solamente se
mantuvo en esa posición durante unos minutos hasta que sin mediar palabra se
levantó, abrió la puerta de su coche y cargó nuevamente el cuerpo ya inerte de
Mario junto al de su hermanita. Entró nuevamente en su casa.
Un
minuto después bajó de nuevo, cargó el cadáver de Julián y volvió a entrar en
la casa cerrando la puerta tras de si.
Por
la noche, cuando el marido de Natalia llegó a su casa que estaba a quince
minutos de la ciudad, se encontró el todoterreno con la puerta abierta y a
medio camino del garaje, lo que le impedía aparcar su vehículo. Se acercó al
coche de su mujer y se manchó el zapato con lo que parecía una viscosa mancha
de aceite, cerró su puerta y se dirigió a casa en la que todas las luces
estaban apagadas.
Al
entrar gritó:
-¡Natalia!
¿Dónde estáis? ¿Por qué tienes el coche en mitad del garaje?
Al
dar la luz se dio cuenta de que había un reguero de sangre seca en el suelo que
subía las escaleras y dirigía a la planta superior. Asustado corrió tanto como
pudo para quedar totalmente impactado cuando al entrar en el baño.
Sus
tres hijos flotaban sobre el cadáver de su madre que los había reunido en la
bañera justo antes de cortarse las venas. Causar la muerte de sus tres hijos
fue mucho más de lo que pudo soportar.
(ZOCALO/
Agencias /09/2014 - 08:14 AM)
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