A Alfonso Lira Sotelo lo han señalado en
Baja California de ser el autor intelectual del 20 por ciento de las
ejecuciones, de traficar hacia Estados Unidos toneladas de droga, y distribuir
y controlar a los narcomenudistas en Tijuana y Rosarito. Corruptor contaba con
la colaboración de agentes de distintas corporaciones policíacas, hasta que el
16 de septiembre de 2014 fue detenido por militares y federales en Zapopan,
Jalisco.
En
este 2014 se les fue tres veces.
En
efecto, Alfonso Lira Sotelo “El Atlante” logró no ser capturado en tres
ocasiones. Evadió el cerco que para detenerlo instauraron agentes de la Policía
Estatal Preventiva. Salió airoso de un operativo de captura de la Policía
Federal y el Ejército Mexicano, y finalmente, se le escurrió al Grupo de
Inteligencia de la Policía Municipal de Tijuana.
Pero
pese a los extremos cambios físicos a los que se sometió vía cirujanos
plásticos, “El Atlante” fue identificado. Se le ubicó en Baja California,
después en Sinaloa y, el 16 de septiembre, se le detuvo en Jalisco.
La
imagen del criminal obeso y descuidado que en Baja California se tenía de
Alfonso Lira Sotelo, es harto distinta
de la personificación que encarna hoy en prisión. Es delgado, se sometió a
cirugías de extracción de grasa y a intervenciones para remover el excedente de
piel de su cuerpo.
También
modificó los rasgos de su cara. A partir de cirugías, tiene ahora un mentón
afilado y una nariz delgada y respingada; cambió su arreglo personal, pelo
engominado hacia atrás y barba de candado. La vestimenta es otra. Dejó las
camisetas y los jeans por trajes, camisas y corbatas.
Pero
su transformación física no hizo mella en su personalidad criminal. Al verse
exhibido con su nombre, cara y delitos, pues aun sin orden de aprehensión se le
señala como autor intelectual de cientos de asesinatos y haber encabezado el
trasiego de toneladas de droga de México a los Estados Unidos, “El Atlante”
solo modificó su conducta pública. Un bajo perfil, en todo momento acompañado
de abogados y una discreta escolta.
Descubierto
en las filas del narcotráfico y el crimen organizado en 2007, en el ala de la
célula de Teodoro García Simental, a la captura de éste y la consolidación del
Cártel de Sinaloa en Baja California, particularmente en Tijuana, Lira Sotelo
empezó a escalar posiciones a punta de balas y amenazas, hasta convertirse en
cuatro años, en el líder de una peligrosa banda de narcotraficantes que
autorizaba ejecuciones y secuestros, distribuía y trasegaba droga, y corrompía
policías.
Junto
con Lira Sotelo fueron detenidos Felipe Misael Angulo Rentería y Juan Carlos
Beltrán Ayala, presuntos sicarios, y se aseguró una ametralladora y una pistola
escuadra.
FIN DE LA IMPUNIDAD
Los
contactos al interior de corporaciones policíacas que en los primeros nueve
meses de este año le sirvieron a Alfonso Lira Sotelo para escapar a la
autoridad en tres ocasiones, no le fueron suficientes el martes16 de septiembre, cuando fue capturado
por elementos del Ejército Mexicano y policías federales en Jalisco.
Una
primera versión federal anotó que el operativo había sido de calidad
quirúrgica. De hecho las autoridades locales, estatales y federales con
presencia en Jalisco no se dieron cuenta de la detención hasta que fueron
informados por la Procuraduría General de la República (PGR).
La
detención la situaron en Zapopan, Jalisco, adonde el capo habría acudido para
festejar el “Grito” de Independencia, en compañía de dos escoltas o sicarios a
su servicio.
El
Grupo de Inteligencia militar lo seguía desde Tijuana, y cuando “El Atlante”
abandonó su refugio en Sinaloa para departir en Jalisco, vieron la oportunidad
de detenerle. Lo siguieron de cerca. Identificaron tres casas en las que el
narcotraficante podía estar hospedado. Otra versión indica que fue detenido en
una de esas viviendas cuando, en solitario, se encontraba con su reducido
equipo de seguridad.
En
Sinaloa, particularmente en Culiacán, los soldados no vieron oportunidad para
detenerle. “El Atlante” estaba refugiado bajo el amparo de Dámaso López “El
Licenciado”, en un área complicada para el ingreso y salida de las autoridades.
Pero a esas alturas, los federales que apoyaban al Ejército ya tenían en su
poder una orden de presentación otorgada por un juez en agosto, en un
expediente abierto por delitos contra la salud.
Lira
había llegado a Sinaloa cuando salió huyendo de Tijuana -autoridades informaron
que usualmente lo hacen en vuelos comerciales con documentos oficiales, bajo un
nombre falso-, tras el operativo de milicia y policías federales el 12 de
agosto de 2014 en la zona residencial de Baja Malibú en Rosarito, fecha en que
catearon una residencia ubicada en la calle Mayapán con el objetivo de
detenerlo, pero ya no estaba ahí.
Los
datos que aquel martes a las nueve de la mañana, llevaron a los soldados a
Rosarito, fueron parte del trabajo coordinado del Consejo Estatal de Seguridad,
horas después que la Policía Municipal de Tijuana realizara un operativo
fallido para detener a “El Atlante”, tras recibir una denuncia anónima.
Pero
de la casa de Rosarito Lira no huyó porque le dieron el pitazo. Tuvo suerte que
uno de los abogados que trabaja para él, le hablara para citarlo en una
dirección en la delegación La Mesa de Tijuana, para tratar asuntos de uno de
los tantos negocios que el presunto capo tiene en la frontera.
Así,
cuando las fuerzas federales llegaron al exclusivo fraccionamiento de playa, el
narcotraficante ya estaba en Tijuana, donde su abogado le notificó del
operativo y realizaron todos los trámites para sacarlo de la ciudad rumbo a
Culiacán, desde donde continuó coordinando la actividad criminal de su grupo.
En
la casa de Baja Malibú tres hombres fueron detenidos, uno fue liberado y otros
dos llevados a la Ciudad de México,
donde declararon ante el Ministerio Público de la Subprocuraduría Especializada
en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO). Las manifestaciones de
estos hombres resultaron en la orden de presentación a nombre de Lira Sotelo.
Pese
a las advertencias de “no generar violencia interna para no calentar la plaza”,
Lira procuró extender sus zonas de influencia, con amenazas de muerte u
homicidios, hizo que los vendedores de droga de otros traficantes operaran para
él, además de imponer nuevos distribuidores.
DE “EL GÜICHO” Y LA FAMILIA
De
acuerdo a los archivos de inteligencia del Grupo Coordinación Baja California,
“El Atlante” lleva varios años como miembro del crimen organizado. Se remonta a
los años 2007-2008, cuando el Cártel Arellano dio permiso a Eduardo García
Simental “El Teo” y Armando “El Gordo” Villarreal, para capitalizarse robando,
vendiendo y trasegando la droga que le quitaban a los miembros de otros
cárteles criminales que intentaban pasar por el estado sin pagar plaza.
Apodos
de los miembros de la célula de “El Atlante” salieron a relucir
en 2010, tras la captura de Fermín Medina Morales “El Minfer” y Luis Enrique Medina Aguilar “El Chabelo”,
detenidos por una serie de homicidios cometidos entre 2008 y 2010.
Pero
este hombre se convirtió en cabecilla de célula hasta que la Policía Estatal
preventiva (PEP) capturó en Mexicali a su último jefe, Héctor Eduardo Hernández Guajardo “El Güicho”, en mayo de
2011.
Incluso,
con ayuda de Alfonso Lira Sotelo, “El Güicho” se fugó en julio del mismo año de
un hospital de la Ciudad de México, y fue recapturado en Zapopan, Jalisco, en
septiembre de 2011. Como su antecesor delictivo, Lira Sotelo se sostuvo como cabecilla
criminal solo dos años.
Posicionado
y surgido como parte de la escisión del Cártel Arellano Félix (CAF) en el ala
rebelde de “Los Teos”-en la pugna interna también fueron apoyados por
Sinaloa- cuando Alfonso Arzate García
“El Aquiles” quedó como principal representante del cártel sinaloense, Sotelo aceptó operar criminalmente,
coordinados y sin problemas, lo mismo que el resto de los ex “Teos”, los Uriarte, parientes de Raydel López “El
Muletas” y la gente de José Antonio Soto Gastélum “El Tigre”.
Tras
dos años de ruptura con el CAF, estos ex “Teos” habían establecido contacto con
distintos proveedores de droga en México y América del Sur, así que no
dependían de los nuevos “jefes”; de igual manera, consolidaron mecanismos para
el trasiego a Estados Unidos, los negocios para el lavado de dinero, sistemas
de reclutamiento criminal y sus vínculos con elementos corruptos en las distintas
corporaciones de seguridad, para tener información y tratos.
Como
sucede en el crimen organizado, con “El Atlante” se trata también de un negocio
familiar; desde el segundo semestre de 2013, el Consejo Estatal de Seguridad
conoció y dio a conocer, el modus operandi:
1.
Su hermano, Javier Lira Sotelo “El
Carnicero”, funcionó como operativo en los trasiegos. Lo detuvieron el 9 de
abril de 2012 con cuatro cómplices y, tras dos cateos, les decomisaron 857.7
kilos de marihuana, 29 kilos de cristal, 7.262 kilos de heroína, 15 armas
largas nuevas, un arma corta, 200 cartuchos y 24 cargadores. Fue presentado y
liberado casi inmediatamente, el 18 de abril de 2012, pese a que sus supuestos
compinches declararon que este hombre recibía droga del Cártel de Guadalajara,
de un tal “Meño”.
2.
“Concha” Lira es investigada -aún sin éxito- por su presunto involucramiento en
lavado de dinero. Los sujetos detenidos con “El Carnicero” aseguraron que la
mujer administraba las casas de cambio propiedad del grupo, por lo menos tres
en el fraccionamiento Florido y una en la delegación La Mesa.
3.
El tercer hermano es director y coordinador de tres centros de rehabilitación inscritos en el
padrón de organizaciones no gubernamentales apoyados económicamente por el
Gobierno del Estado de Baja California, llamados “Una Nueva Visión”, asociación
civil que ha apoyado con equipos deportivos
a escuelas de escasos recursos en las zonas donde se ubican los centros.
Para
las fuerzas de seguridad, éste es un punto de reclutamiento, sin embargo, los
centros llevan varios años operando, por lo menos dos bajo la supuesta
investigación del Consejo Estatal de Seguridad, con soporte monetario y en
especie del gobierno, sin que su funcionamiento haya sido afectado.
DOS AÑOS EN LA CÚPULA CRIMINAL
Alfonso
Lira Sotelo duró dos años como líder criminal.
Actualmente
las fiscalías y policías lo señalan como uno de los principales responsables de
los cientos de homicidios ocurridos entre narcomenudistas desde 2012, el
principal responsable de los secuestros y quien da permisos para las
extorsiones.
Sin
embargo, las primeras menciones de “El Atlante” como cabecilla criminal datan
precisamente de abril de 2012, cuando su hermano Javier Lira fue capturado y
liberado.
También
en abril de 2012, tras el cateo de una casa con droga, las autoridades localizaron una lista de este
cabecilla criminal: “La Rosy”, “El Tito”, “El Marqués”, “El Tribi”, “El
Chespi”, “El Bolonia”, “Nacho”, “Miguel de las Canchas”, “Alan”, “Roberto”,
“Ely”, “El Pony”, “El Guarachín”, “La Doña”, “Felipe”, “El Güero”, “Luisillo”,
“Robert”, “Mich” y “Ramón”.
Informaron
que el texto también contenía nombres de funcionarios municipales presuntamente
ligados al criminal, pero no los dieron a conocer y nadie fue detenido.
El
6 de noviembre de 2012, policías
municipales participaron en un operativo en el fraccionamiento El Lago, donde
un supuesto laboratorio de droga explotó; hubo detenidos. Oficialmente, los
detenidos argumentan que los uniformados les sembraron pruebas y los capturaron
indebidamente. Extraoficialmente, abogados que trabajan para Lira aseguran que
en la casa había muchos dólares más que el millón y medio que reportaron
incautado, y los uniformados lo robaron.
El
22 de diciembre de 2012, fue detenido Rosendo Campos Zepeda “El Chendo”, gente
de “El Tigre”. Elementos de la PEP fueron señalados de haber recibido datos y
20 mil dólares de Lira para detenerlo.
Mientras
que el 9 de marzo de 2013, “Tony”, de 16 años, detenido por el homicidio del
hijo del dueño de un bar de la calle Sexta en Tijuana, confesó que lo
asesinaron porque “trabajaba para ‘El Atlante’”.
El
18 de abril de 2013, matan frente a una escuela a Víctor Manuel García “El
Sargento” y su hija de 9 años. Autoridades informan que el muerto es gente de
“El Atlante”. Y en mayo de 2013, asesinan en Mexicali a José Antonio Beltrán
Cabrera “El R4”, mano derecha de “El Tigre”. La hipótesis de los investigadores
fue que lo mandó asesinar Lira, en venganza por la muerte de “El Sargento”.
En
agosto de 2013, Juan Lorenzo Cervantes Martínez, cuñado del “El Atlante” y
miembro de su célula delictiva, fue detenido como presunto responsable de
varios homicidios ocurridos entre 2010 y 2011,
pero nada en contra de Lira; lo mismo que en el asesinato del policía
municipal Ricardo Salgado Hernández.
El
7 de agosto de 2013, Margarito Javier Ibarra García, capturado con seis armas cortas, tres rifles, 3.7 kilos de
ice y un kilo de marihuana, lo identificó físicamente como su jefe delictivo y
el propietario del cargamento ilícito.
El
17 de agosto del mismo año, Luis Ángel Torres Barba y Luis Jesús Ramírez
Partida, dijeron que Lira era el dueño de 11 kilos 300 gramos de cocaína
valuados en más 11 millones de pesos que les fueron incautados. Y para
noviembre, se dio a conocer la primera foto de Lira Sotelo. Meses antes el
hombre se había sometido a varias cirugías estéticas, el hombre de 120 kilos
bajó su peso a unos 75, y su imagen lucía más estética.
A
lo largo de 2014, diferentes funcionarios de la Procuraduría General de
Justicia del Estado han declarado constantemente que entre el 75 y 80 por
ciento de los homicidios violentos ocurridos en Baja California, principalmente
en Tijuana y la Zona Costa, son producto de las pugnas internas del
narcotráfico y dividen proporcionalmente cada célula, incluida la de Lira
Sotelo.
Son responsables del 20% de los más de 550 asesinatos
contabilizados hasta ahora.
En
febrero de 2014, la mayoría de los medios impresos y electrónicos de Tijuana
publicaron las declaraciones del coordinador estatal de la Subprocuraduría
contra la Delincuencia Organizada de la PGJE, tras una serie de homicidios.
Afirmó
que los asesinatos se debieron a la pugna entre dos células de narcomenudistas
que antes operaban juntas: la encabezada
por Lira Sotelo y la de Dalia Rodelo
“La Prima”. Esta versión se había obtenido por declaraciones de inculpados y familiares
de los asesinados.
ENEMIGO DE TODOS
Desde
2012, declaraciones de homicidas y
traficantes reportaron que Lira está enfrentado a José Soto y “Los Erres”; en
2013 sus pugnas se ampliaron y, según las áreas de inteligencia policiaca
bajacaliforniana, incluyeron a los Uriarte porque, aprovechando las pugnas
internas, intentó entrar en la Zona Este.
Después
se desafiaron en la franja fronteriza con algunas células que restan del CAF,
que tienen acuerdo con “Los Aquiles”.
Y
aunque existían sospechas de que se había rebelado contra los hermanos Arzate, éstas fueron corroboradas por las
autoridades hasta el domingo 10 de agosto de 2014, tras el intento de asesinato
de Joaquín Francisco Mendoza Montero en el restaurante Negro Durazo, en la
delegación de Otay.
Según
manifestó Armenta Mendoza, uno de los
hombres contratados para matarlo, que fue detenido, Francisco Mendoza era el
principal distribuidor de droga de “Los Aquiles” en Otay, y él recibió órdenes
de “El Güero”, quien a su vez obedece a
“El Oso”; por encima de ellos está “El Atlante”.
Lira
Sotelo también se declaró enemigo de los policías que no sucumbieron ante las
amenazas o el dinero. De acuerdo a declaraciones de traficantes al menudeo que
en fechas recientes se enfrentaron a la Policía antes de ser detenidos,
recibieron instrucciones de sus jefes criminales dependientes de “El Atlante”.
“No se dejen agarrar, y si se dejan decomisar la droga, o la pagan o se
mueren”, fue la consigna.
Clasificado
por sus cómplices como “obsesivo y desconfiado”, Alfonso Lira Sotelo iba y
venía, pasaba mucho tiempo en Baja California porque acostumbraba supervisar personalmente los
intercambios o trasiegos de droga, cuyos importes eran económicamente cuantiosos.
En
muchos casos de decomisos, donde se reportaba una cantidad menor de “mercancía”
a la que estaba implicada, “El Atlante” se daba a la tarea de investigar para
saber quién le robaba, sus traficantes o los policías. Así inició su
animadversión con algunos grupos de las fuerzas operativas estatales y municipales,
básicamente de Tijuana.
Conforme
a los datos de Lira Sotelo, los policías le robaban y además estaban deteniendo
a sus cómplices sin tener pruebas, según su posición, estaban inventando
cargos, sembrando armas y droga en contra de sus operadores para desarticularlo.
Y no eran parejos, porque sus competidores criminales no eran afectados igual.
IMPUNIDAD EN FISCALÍA BAJACALIFORNIANA
En
boletines de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, de la Policía
Municipal de Tijuana, así como presentaciones y anuncios de detenciones,
decomisos y homicidios, los presuntos delincuentes o criminales confesos
aseveraron que los delitos habían sido cometidos por órdenes de “El Atlante”.
En
el transcurso de dos años, más de un operativo organizado para su captura, pero
nada.
Durante
2014, mientras las autoridades negaban públicamente que el traficante estuviera
en esta entidad fronteriza, aseguraban que por el temor de ser detenido, estaba
huyendo en Sinaloa, Sonora o Jalisco. Testigos reportaban cómo este sujeto se
reunía con sus abogados en restaurantes de la ciudad, hoteles, incluso en
negocios ubicados en las inmediaciones de la Procuraduría General de la
República y los Juzgados federales, en la popular Zona del Río en Tijuana.
Cuando
la prensa cuestionó por qué no era detenido a pesar de los señalamientos, la
respuesta llegó de la PGJE, principal centro de operación criminal de Lira
Sotelo Aunque desde 2012, diversos subprocuradores de delincuencia organizada
lo señalaron públicamente en varias ocasiones como presunto responsable de un
alto porcentaje de los asesinatos relacionados con narcomenudeo, en la
Procuraduría del Estado no existe ninguna orden de aprehensión en su contra.
El
Gobierno Federal tampoco ha solicitado ni obtenido, orden de captura alguna contra
“El Atlante”.
(SEMANARIO
ZETA/ Investigaciones ZETA/ 22 de Septiembre del 2014 a las 12:00:01)
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