PARÍS
(apro).- Limpieza étnica a escala histórica: el Estado Islámico toma sistemáticamente
como blancos a las minorías en el norte de Irak, es el título del informe de 24
páginas que publicó Amnistía Internacional (AI) el martes 2.
La
investigación de AI, basada en testimonios de sobrevivientes que no se conocían
entre sí, es un auténtico grito de alarma.
Donatella
Rovera, asesora general de AI sobre respuesta a crisis y quien acaba de
regresar de Irak, precisa: “Las matanzas y los secuestros que lleva a cabo el
Estado Islámico (EI) ofrecen nuevos datos sobre una oleada de limpieza étnica
contra las minorías que está azotando el norte de Irak. EI ha transformado
zonas rurales de Sinjar en campos de muerte en su brutal campaña para borrar
todo rastro de la población no árabe y musulmana no sunita”.
Entre
estas minorías figuran, además de los cristianos asirios, los chiitas
turcomanos, los chiitas shabak (grupo etnolingüístico local), los yazidistas,
los kakai (otro culto preislámico) y los mandeos sabeos (el mandeísmo es una
secta gnóstica que nació el siglo I y el sabeísmo agrupa a los seguidores de
Juan Bautista) que convivieron en la región de Nínive durante siglos. Muchos
árabes y musulmanes sunitas opuestos a EI también han sido objeto de
persecución.
Amnistía
estima que más de 830 mil personas debieron huir de sus ciudades y aldeas por
los ataques de los yihadistas.
Precisa:
“Tenemos datos sobre varias ejecuciones masivas en Sinjar en agosto. Dos de los
incidentes con más víctimas mortales se llevaron a cabo cuando los combatientes
de EI asaltaron las localidades de Qiniyeh, el 3 de agosto, y de Kocho, el 15
de agosto. El número de personas que perdieron la vida sólo en estas
poblaciones asciende a varios centenares. Grupos de hombres y menores de edad
de las dos localidades, entre los cuales había niños de escasos 12 años, fueron
capturados, llevados a otros lugares y fusilados”.
SOBREVIVIENTES
Elías
Saleh, enfermero de 59 años, sobreviviente de la matanza de Kocho, confió a AI:
“A las 11, quizás a las 11:30 de la mañana, los combatientes de EI juntaron a
todos los habitantes del pueblo en la escuela, que habían convertido en cuartel
general. A los hombres nos pidieron nuestros celulares y dinero. Confiscaron
las joyas de las mujeres. Un cuarto de hora después, trajeron vehículos y
empezaron a llenarlos con hombres y muchachos. A una veintena de nosotros nos
subieron a empujones en una pick-up de marca Kia y nos llevaron a un kilómetro
del pueblo.
“Nos
bajaron cerca del estanque, nos ordenaron juntarnos unos con otros y ponernos
en cuclillas. Nos tomaron fotos. Pensé que luego nos iban a dejar libres, pero
abrieron fuego por atrás. Una bala me alcanzo en la rodilla pero sólo me
rasguñó. Me dejé caer como si me hubieran matado y me quedé quieto. Después de
que dejaron de disparar seguí sin moverme. Se fueron y escapé. Otros cinco hombres
también lograron salvarse. Los demás murieron.”
Salem
(otro sobreviviente cuyo apellido no se precisa) contó a Amnistía: “Algunos de
los heridos no podían moverse y no pudieron salvarse. Estaban tendidos allí,
desesperados de dolor, esperando la muerte. Tuvieron una muerte horrible. Yo
conseguí alejarme arrastrándome y me salvó un vecino musulmán que arriesgó su
vida para ayudarme. Es más que un hermano para mí. Durante 12 noches me llevó
comida y agua. Yo no podía caminar y no tenía esperanza de poder salir de allí.
Para él cada día se volvía más peligroso tenerme allí”.
Pudo
escapar a lomos de un asno y dirigirse hacia las zonas controladas por el
gobierno regional del Kurdistán.
AI
alerta también sobre la situación de las mujeres secuestradas en el norte de
Irak. Denuncia: “Centenares, quizás miles de mujeres están detenidas con niños
cerca de la ciudad de Tal’Afar y en otros pueblos. Algunas lograron establecer
contactos esporádicos con sus familias. Por lo que se sabe, las que son jóvenes
están separadas de las demás mujeres y de los niños. No se tiene noticias de
centenares de ellas”.
Entre
otros numerosos testigos, Ahmed Navef explicó a AI que 18 mujeres de su familia
fueron secuestradas por EI el 3 de agosto. Se enteró de que dos muchachas,
Jihan, de 16 años, y Ghalia, de 15, habían desparecido el 20 de agosto del
lugar donde estaban detenidas en la ciudad de Tal’Afar. Una tercera, Jilan, de
19 años, se suicidó.
Amnistía
subraya: “Hay acusaciones acerca de mujeres violadas por los combatientes de
EI. Se habla en particular de adolescentes y mujeres jóvenes. Se mencionan
casos de mujeres forzadas a contraer matrimonio o vendidas como esclavas
sexuales”.
AI
no tiene testimonios directos al respecto y asegura que está investigando con
atención especial este problema.
La
organización internacional denuncia también las violentas presiones ejercidas
sobre los presos para que se conviertan al Islam: “En Kocho, habitantes con los
que estuvimos en contacto recientemente cuentan que fueron amenazados de muerte
si rehusaban convertirse. Algunos se convirtieron para salvarse, pero no están
autorizados a salir de la ciudad”.
Uno
de ellos dijo a AI: “Nos encontramos en una situación muy difícil. Aceptamos
convertirnos para resolver el problema, pero la presión sobre nosotros es cada
vez más fuerte. Estamos bajo vigilancia y no podemos irnos. Estamos aterrados y
no sabemos lo que nos puede pasar. ¿Alguien puede venir para sacarnos de ahí?
Es demasiado peligroso para nosotros aquí. Necesitamos ayuda”.
Como
parte de su estrategia de limpieza étnica y también para acabar de convencer a
las minorías religiosas y étnicas de que no hay lugar para ellas, EI destruye
sistemáticamente sus lugares de culto y su herencia cultural.
Desde
que tomó el control de Mosul el pasado 10 de junio, EI derribó con explosivos
las mezquitas chiitas de esa ciudad y luego las de Tal’Afar. En Mosul sus
combatientes también provocaron daños en la iglesia caldea Tahira y destruyeron
la tumba del profeta Jonás, venerado por los asirios-caldeos. En agosto
arrasaron los templos yazidistas de las Tres Hermanas en la ciudad de Bashiqa y
el del Jeque Mand en Sinjar, así como los templos kakai de Mazar Yad Gad y
Sayed Hayyas en la ciudad de Al Hamdaniya.
Recalca
AI: “El desplazamiento forzado de las minorías étnicas y religiosas de Irak,
entre las cuales se encuentran las comunidades religiosas más antiguas de la
región, es una tragedia de proporciones históricas. Esa limpieza étnica no sólo
destruye vidas sino que altera de manera irremediable la composición de la
sociedad iraquí al tiempo que alimenta las tensiones sectarias, interreligiosas
e interétnicas en la región y mucho más allá”.
Rovera
enfatiza la grave responsabilidad del gobierno iraquí en esta situación, debido
a que “agudizó los combates haciéndose de la vista gorda respecto de las milicias
sectarias o armando a milicias chiitas contra el Estado Islámico”.
(PROCESO / PRISMA INTERNACIONAL/ ANNE
MARIE MERGIER/19 DE SEPTIEMBRE DE 2014)
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