Todo estaba dispuesto para
asesinarlo. El destino de Dámaso López Serrano se había decretado en un cuarto
de guerra de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, herederos de su imperio. A
salto de mata desde que detuvieron a su padre en Ciudad de México, el 2 de mayo
pasado —allá se encontraba con él, porque fue público que, cuatro días después,
detuvieron a cinco escoltas y a su chofer en las delegaciones Tláhuac y
Xochimilco—, el Mini Lic se escondió en varios estados de la república y
decidió acercarse a la frontera con los Estados Unidos. Escogió Mexicali y ahí
fue ubicado por los servicios de inteligencia de Los Menores.
La organización del Dámaso
estaba visiblemente diezmada y en plena huida desde la aprehensión del
Licenciado, con golpes propiciados por el Ejército, la Marina y los propios
gatilleros de los Guzmán, además de deserciones de sus comandos, que dejaban
vehículos y armas abandonados en los caminos y calles, sobre todo de Culiacán.
Células completas se pasaron a las huestes de Ismael Zambada García, quien, con
la fuga de cinco reos del penal de Culiacán, entre ellos Jesús Peña, el 20 y
Rafael Félix Núñez, el Changuito, estaba reforzando sus anillos de seguridad.
Toda la familia de Dámaso fue
evacuada, unos por tierra y otros por mar. La orden se dio cuando fue levantado
y asesinado el ex regidor priista Luis Fernando Gaxiola Noriega, cuñado de
Dámaso. Había sido síndico de Eldorado. Su cadáver fue encontrado por la noche
del 21 de junio en un camino del sur de Culiacán y a su lado seis cascajos de
fusil AK-47.
Una vez ubicado en Mexicali,
los hijos del Chapo decidieron acabar con el Mini Lic y para ello trasladaron
al menos a cien gatilleros a esa ciudad. Muchos de ellos eran de Culiacán.
Sabían que el hijo de Dámaso tenía protección y no querían fallar.
Pero la orden fue
desactivada. El jueves 27 corrió la noticia de que Dámaso López Serrano se
había entregado a la DEA (Drug Enforcement Administration), en una garita de
Calexico. No se sabe aún si este narcojunior hizo algún trato previo con las
autoridades de los Estados Unidos, pero es evidente que tratará de negociar una
pena más liviana, pues tiene acusaciones de narcotráfico en una corte de San
Diego. Y lo lograría testificando contra algunos integrantes del Cártel de
Sinaloa, que abundan en las cortes gringas, incluso contra el Chapo Guzmán.
En la tercera semana de
agosto, un hermano de Dámaso López Núñez, Álvaro, de 38 años de edad, se
entregó en una garita de Nogales, Arizona. También fue una decisión motivada
por el cerco que les habían tendido los Chapitos para asesinarlos. Tiene cargos
en una corte del distrito sur de California y es muy probable que, lo mismo que
su sobrino, sea incorporado al programa de testigos protegidos.
No hay que esperar mucho
circo en estos juicios. Las cortes de Norteamérica tienen mucho tiempo llevando
estos casos bajo reservas, porque eso les permite negociar con los acusados no
solo información sino grandes cantidades de dinero. Y más han cerrado la concha
a partir del juicio contra Vicente Zambada Niebla, quien los obligó a negociar
una pena de alrededor de diez años, a cambio de no revelar información que
involucraba a la DEA con el tráfico de drogas. El Vicentillo se había declarado
inocente y alegó en la corte que tenía permiso de la DEA para introducir drogas
a los Estados Unidos y eso selló el caso, que duró más de cuatro años, hasta
que se declaró culpable, pero ya con mucha ventaja para negociar una pena menor
(que nunca se dio a conocer porque, además, no hubo juicio).
BOLA Y CADENA
¿SE IMAGINÓ EL MINI LIC UN
ESCENARIO de guerra como el que lo orilló a entregarse a los gringos solo para
salvar el pellejo? Él y los hijos del Chapo coincidieron en muchas fiestas y lo
han de haber hecho también en juntas de “trabajo”. Hay muchas fotografías de
los junior abrazados, compartiendo el Buchanan y los corridos, las fiestas,
intercambiando armas cachas de oro y sintiendo que el mundo existe porque ellos
quieren que sea así. Muy pocos llegan a viejos y con éxito en este negocio de
las drogas. Y buena parte de los herederos que pudieron ser, ahora se harán
viejos en la sombra.
SENTIDO CONTRARIO
SE LO DIJE AL RECTOR, Juan
Eulogio Guerra, nosotros no nos vamos a desdecir de lo que escribimos sobre la
reunión que los actores Kate del Castillo y Sean Pen tuvieron con Joaquín Guzmán
Loera, el Chapo, en la reserva ecológica de la Universidad Autónoma de Sinaloa,
ubicada en Cosalá. Lo que publicamos tenía sustento, confirmamos a ras de suelo
todos los datos que teníamos y por eso tomamos la decisión de hacerlo. Nos
pidió que nos retractáramos y le dijimos que no sabía de qué madera estaba
hecho Ríodoce. Y le dijimos que la verdad se iría desgranando poco a poco.
Nuestros testigos confirmaron plenamente la presencia del capo y los actores
ese viernes 2 de octubre en la reserva; nos dijeron a qué horas habían llegado,
lo que habían tragado y a qué horas se retiraron. Al hacerse pública el viernes
pasado la serie de Netflix, “Cuando conocí al Chapo; la historia de Kate del
Castillo”, queda demostrado fehacientemente que nosotros nunca mentimos. Y
entonces sucede que, o el rector fue engañado, o fue cómplice consciente de ese
encuentro. Y hay que recordar algo más: Ríodoce entrevistó al administrador de
la reserva, Alfredo Leal y dijo que no era cierto lo que afirmábamos, porque él
había estado ahí ese viernes y que podía afirmar que no tuvo lugar esa reunión.
¿Quién miente entonces en esta historia? ¿Ríodoce? ¿El rector? ¿El
administrador? ¿O miente la Universidad? ¿Es un asunto institucional, rector
Eulogio Guerra Liera, o es de personas?
HUMO NEGRO
LA SEMANA PASADA SE LLEVÓ EN
LA Escuela de Filosofía el Cuarto Coloquio Internacional sobre Violencia, con
la participación de reconocidos especialistas. Y de nuevo la pregunta ¿Algún
día creará la UAS una cátedra para estudiar a fondo el tema del narcotráfico?
(RIODOCE/ REDACCIÓN/ 22 OCTUBRE, 2017)
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