El incendio de la refinería de Salina
Cruz reduce significativamente la producción nacional de gasolina y otros
derivados petrolíferos, justo cuando llega al país el gigante estadunidense de
la refinación Valero. Personal especializado que trabajó décadas en esas
instalaciones de Pemex afirman que la causa principal del siniestro fueron los
temerarios “ahorros” del gobierno federal en los programas de seguridad de las
refinerías, orientados precisamente a crear condiciones para abrir el mercado
mexicano a las empresas extranjeras.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
José Antonio González Anaya llegó a la dirección de Petróleos Mexicanos (Pemex)
el 8 de febrero de 2016 con un recorte presupuestal de 100 mil millones de
pesos. La tercera parte de estos recursos se le retiraron a
Pemex-Transformación Industrial y figura entre las causas del costoso estallido
en la refinería Antonio Dovalí Jaime de Salina Cruz, Oaxaca.
Es decir que el pretendido
ahorro de 34 mil millones en los procesos de refinación, seguridad y mantenimiento
ya provocó pérdidas de 10 mil 128 millones 240 mil pesos.
A 18 días de la inundación y
posterior incendio de la refinería de Salina Cruz, Pemex ha dejado de producir
gasolinas y dísel, y no ha podido enviar el crudo que desde ahí se exporta a Japón
y Estados Unidos, por lo que a las pérdidas se suma el costo de dejar de
producir gas avión, azufre, chapopote, asfalto, LPG (gas licuado) y
combustóleo.
Según Pemex, las intensas
lluvias generadas por el huracán Calvin causaron la inundación de las instalaciones,
la que a su vez, la mañana del 14 de junio, originó el incendio que fue
sofocado hasta el siguiente día.
Proceso consultó a ingenieros
y coordinadores de mantenimiento que trabajaron más de 24 años en la refinería
afectada. Sus análisis difieren mucho de las evaluaciones del gobierno e
identifican como causas del siniestro los recortes presupuestales, la falta de
mantenimiento y la reducción del personal, que debe atender dos o tres plantas
a la vez; sin embargo, señalan que el factor principal es la falta de
tratamiento del sector de efluentes, el sistema para recolectar aceites y
gasolinas para que no se vayan al mar ni se estanquen en los cárcamos ni en el
drenaje.
Documentos elaborados por la
administración de González Anaya, cuya copia tiene este semanario, revelan que
de los 100 mil millones de pesos que se le recortaron a Pemex en 2016, 34 mil
millones correspondieron a Pemex Transformación Industrial, es decir, a todo el
proceso de refinación.
Se decidió “diferir o
replantear” inversiones, “comprometiendo lo menos posible la producción
futura”, con un costo de 33 mil 600 millones de pesos. Los 400 millones
restantes afectaron a honorarios, capacitación de personal, pago de estudios
técnicos, servicios técnicos y capacitación externa.
Las pérdidas de 10 mil 128
millones 240 mil pesos, es decir la tercera parte del recorte, resultan de que
la refinería produce 71 mil barriles diarios de gasolinas y 45 mil de dísel,
los cuales tienen un costo de 150 dólares por barril; si se multiplican por 18
días que lleva suspendida la actividad en la refinería, da 5 mil 637 millones
600 mil pesos.
Además, la refinería trabaja
el crudo, del cual generaba 330 mil barriles diarios, por 42 dólares, por 18
días (a 18 pesos por dólar) arroja 4 mil 490 millones 640 mil pesos. Sumados la
gasolina, dísel y crudo resulta un total de producción no percibida por la
refinería de 10 mil 128 millones 240 mil pesos.
EN DETRIMENTO DE LA SEGURIDAD
El país tiene seis
refinerías: Tula, Cadereyta, Minatitlán, Salamanca, Madero y Salina Cruz. La
capacidad instalada de proceso del Sistema Nacional de Refinación es de 1
millón 602 mil barriles por día, pero en 2015 bajó a 1 millón 64 mil 324 y 2016
cerró en poco más de 1 millón de barriles por día, es decir, se ha dejado de
producir el equivalente a la cuota de dos refinerías, sostiene la Unión
Nacional de Trabajadores y Profesionistas Petroleros (UNTyPP).
El ingeniero Sergio Póndigo,
quien fue coordinador de mantenimiento de la refinería de Salina Cruz, y Erasto
Ruiz de la Cruz, supervisor de mantenimiento de plantas en las misma,
consideran que el gobierno trata a las refinerías como chatarra para
incrementar la importación de gasolinas y dar entrada a las empresas
extranjeras.
Señalan que a partir de los
años noventa, cuando se seccionó en cuatro filiales a Pemex, y con mayor ímpetu
a partir de la reforma energética de diciembre de 2013, se ha dejado de
proporcionar el mantenimiento adecuado a las refinerías y no se les entrega
materia prima suficiente para producir más gasolinas y otros derivados.
En las seis refinerías se
realizaron 42 paros –suspensiones de actividades– de enero de 2015 a marzo de
2016. Habría que sumar “el paro temporal” de seis plantas en la refinería de
Salamanca en octubre de 2016.
En ese tiempo Minatitlán
realizó 19 paros; Madero, nueve; Salamanca, cuatro; Tula, cinco; Cadereyta,
dos, y Salina Cruz, tres.
Las causas: fuga de dísel,
descontrol operacional en la torre de destilación, fuga de residuo de vacío,
falla en la integridad mecánica de la caldera CB-6, falta de aire en
instrumentos y de vapor, altos inventarios de gasóleos de vacío, altos
inventarios de gasolinas intermedias, fallas de energía eléctrica, falta de
cupo para almacenamiento de gasóleos de coquizadora, siniestro en planta de
alquilación, fuga de válvula de calentador, fallas recurrentes de compresor de
la hidrosulfuradora, fallas en tren de planta coquizadora, altas existencias de
combustóleo y falla de bombas.
De acuerdo con el Plan de
Negocios 2017-2021 de Pemex, las causas de los paros no programados en 2016
fueron: falta de suministro de hidrógeno, retraso en reparaciones, equipos y
procesos y suministro de vapor, agua o electricidad, o bien fallas en el
suministro de la Comisión Federal de Electricidad.
Según el documento, que
González Anaya entregó a la Cámara de Diputados durante su comparecencia para
explicar la reducción de 100 mil millones de pesos en 2016, de los 33 mil 600
millones de pesos que afectarían a las refinerías, 26 mil millones no se
aplicaron en “inversiones para la reconfiguración de refinería y producción de
combustibles limpios”.
A su vez, 348 millones se
difirieron en “inversiones relacionadas con confiablidad de las refinerías,
sistemas de control, mantenimiento integral de compresores y estudios de
preinversión en refinerías y adquisición de equipo pesado”.
En el Presupuesto de Egresos
para 2016, la refinería Antonio Dovalí sufrió un recorte de 384 millones 20 mil
152 pesos en su programa “mantenimiento de la capacidad de producción de la
refinería de Salina Cruz 2013-2017”, y otros montos se difirieron para 2017 y
2018. En total, no se aplicaron en tiempo y forma 2 mil 600 millones de pesos.
Además, el año pasado se
recortaron 103 millones 882 mil 940 millones
al programa de “uso eficiente de la energía en la refinería Antonio
Dovalí Jaime” y se difirieron 411 millones 180 mil 352 pesos para utilizar en
otros años.
Por si fuera poco, datos de
la Secretaría de Hacienda y Crédito Público señalan que, dentro de los
proyectos de inversión que se quedaron sin dinero está el de “seguridad física
de la refinería ingeniero Antonio Dovalí Jaime”, que tenía contemplado un gasto
de 124 millones 380 mil 332 pesos.
El objetivo de dicho programa
es “contar con un sistema de seguridad física cuyos componentes permitan
fortalecer la seguridad de la refinería con acciones orientadas a dar respuesta
rápida y oportuna ante actos terroristas, de sabotajes, robos, riesgos o daños
que afecten la integridad física de las instalaciones”.
El 14 de junio pasado la
refinería Antonio Dovalí Jaime quedó fuera de operación.
DE LA INUNDACIÓN AL INCENDIO
El ingeniero Erasto Ruiz de
la Cruz trabajó más de 24 años en el área de mantenimiento de la refinería de
Salina Cruz. Consultado sobre la versión oficial de las causas del estallido,
dice que lluvias como las que cayeron a principios de junio son frecuentes en
la zona, “pero nunca habían tenido un efecto tan negativo como hoy”.
El entrevistado, que vive a
800 metros de esas instalaciones de Pemex, afirma que el incendio se debió a la
falta de mantenimiento al sistema de efluentes, fugas de aceites y gasolinas.
El también ingeniero Sergio
Póndigo coincide en eso. Detalla que la falta de mantenimiento de los drenajes,
el cárcamo y los diques creó las condiciones del incendio, ya que con el agua
afloraron los aceites contenidos en ellos.
“Lo impresionante fue la gran
cantidad de aceite que afloró encima del agua; quiere decir que por falta de
mantenimiento los drenajes tenían ya bastante aceite y residuos de
hidrocarburos. El responsable de esa falta de mantenimiento es el gobierno
federal, por no asignar presupuesto a las refinerías para su operación al
100%.”
Y describe la serie de
incidentes: “El incendio se generó en la casa de bombas, por un corto circuito.
A un lado de la casa estaba anexa una subestación eléctrica para el control de
todo el sistema. Son tres subestaciones: la 9, la 9A y la 91, en el área de los
500 mil. La 9A estaba pegada al cuarto de control y tiene un sótano; éste puede
inundarse a través de la tubería. Cuando se empezó a inundar, el agua llegó a
las barras del tablero y provocó el corto circuito. Así inició el incendio”.
También pudo haber fallas al
enfrentar la contingencia:
“En una inundación hay que
revisar todo el sistema si llegara a inundarse la subestación. Lo primero que
se tiene que hacer es interrumpir la energía eléctrica desde la subestación 7,
cercana a las plantas, pero tengo entendido que se interrumpió después del
corto circuito, cuando ya se había desatado el incendio.
“Se debió suspender la
energía, pero supongo que se confiaron porque ahí, en el área de los 500 mil,
hay unas bombas de achique que se usan para sacar el agua cuando hay una
inundación; nada más que no fue suficiente para desalojar toda el agua,
entonces se fue inundando y no se dieron cuenta.”
POLÍTICAS NOCIVAS
Ruiz de la Cruz recuerda que
en los años noventa se empezó a desatender a las refinerías, pero fue desde el
inicio de la administración de Vicente Fox cuando las plantas dejaron de operar
al 100%.
Incluso, cuenta el ingeniero,
había reuniones de los directivos para ver “qué plazas cancelaban, qué materia
ya no se iba a comprar y cuál mantenimiento se omitiría. Eran juntas de comités
de decisiones y nos decían: a ver tu
lista, qué puedes cancelar, qué tanto de personal, qué tanto de herramientas…
todo se fue rasurando, desde los contratos”.
Por eso los ingenieros les
advertían a los directivos: “Tengan cuidado, estamos arriesgando las
instalaciones, que de por sí son riesgosas”.
Ante los hechos consumados,
Ruiz de la Cruz comenta: “No es la primera vez que llueve así pero sí la
primera en que hay menos personal, con ingenieros que deben atender dos o tres
plantas. Fueron muchas malas decisiones y los ingenieros tenían que acatarlas
dentro de un clima de terrorismo, pues a quien las cuestionaba lo corrían”.
Este fue precisamente su caso y salió de Pemex en 2010.
Sostiene que la lluvia no fue
extraordinaria y que solían atender emergencias por inundaciones, pero no
resultaban en daños tan graves como el reciente.
Explica que, además de la
versión del corto circuito en la casa de bombas, hay indicios de que la persona
que murió iba desaguar, pero se le acabó la gasolina de la bomba de achique, y
al cargar combustible entró con un vehículo que no lleva “matachispa” –un
dispositivo que evita la liberación de electricidad– y eso pudo generar el
incendio.
En todo caso, indica que
debió checarse que el equipo tuviera el sistema contra incendio (matachispa) o
que las bombas de achique funcionaran con nueva tecnología para no precisar de
combustible.
Considera que la causa final
es la falta de mantenimiento, de personal operativo y especializado para
inspeccionar, así como de presupuesto, con que el gobierno castiga a las
refinerías para acabar con ellas a fin de importar más gasolinas y que entren a
venderla en México empresas extranjeras. Ambos ingenieros advierten que, en
estas condiciones, seguirán ocurriendo estos siniestros.
El 30 de junio se anunció que
la refinadora más grande del mundo, la estadunidense Valero, ya tiene
autorización de la comisión Reguladora de Energía para comercializar
petrolíferos en México. Su fuerte será la venta de gasolinas y dísel.
Este reportaje se publicó en la edición
2123 de la revista Proceso del 9 de julio de 2017.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ JESUSA CERVANTES/12
JULIO, 2017)
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