lunes, 21 de marzo de 2016

SONORA, NACIMIENTO Y CAÍDA DEL PRI


Álvaro Obregón 1928; Colosio 1994

Por circunstancias ajenas a la política, pero con repercusiones en las urnas, Sonora fue el único estado, de los 6 disputados, que perdió el PRI en ese 2009.  Por primera vez en su historia, el PAN gobernó en los dominios  de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles. 

Si algún estado de la República resultaba emblemático para que ganara el PRI en la elección del 5 de julio de 2009  era, precisamente, Sonora.  Hasta antes de la tragedia de la guardería ABC, nada se veía en el horizonte que pudiera impedir el triunfo de Alfonso Elías sobre un Guillermo Padrés Elías,  candidato del PAN, en desahucio un mes antes de los comicios y en una contienda entre primos hermanos.   Eduardo Bours Castelo, entonces gobernador priísta de Sonora, quería un gobierno a modo que permitiera prolongarle, en el tiempo, un precacicazgo empresarial y familiar al estilo Bachoco.

Por circunstancias ajenas a la política, pero con repercusiones en las urnas, Sonora fue el único estado, de los 6 disputados, que perdió el PRI en ese 2009.  Por primera vez en su historia, el PAN gobernó en los dominios  de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.  Lo grave fue que Padrés Elías resultó tan malo como cualquiera de sus antecesores priístas.  Y por esas complicidades del poder no irá a la cárcel, a pesar de todos sus pasivos, incluida una presa privada en su heredad que dejó sin agua a miles de sonorenses.

La referencia no es menor con relación a los dos caudillos.  Si de algo han padecido las designaciones y las elecciones presidenciales en el proceso posrevolucionario es, precisamente, la ilegalidad y la ilegitimidad, con el apoyo de un partido de Estado.  Calles y Obregón, los dos generales revolucionarios más connotados,  llegaron al poder con la ayuda de las armas.  El caudillismo y el personalismo de la época rebasaban a las instituciones de la República y, en cada sucesión presidencial, la violencia física y los asesinatos para perpetuarse en el poder aparecían como una constante.

Sólo que en la agenda política del momento no estaba contemplado el magnicidio del presidente electo, Álvaro Obregón, que resultó una severa llamada de alerta a la “familia revolucionaria” al poner en peligro su existencia.  Es así como el crimen político obligó a la creación del PRI, en sus orígenes llamado Partido Nacional Revolucionario (PNR).  Concebido como una confederación de caciques posrevolucionarios, el PNR estableció  las reglas para resolver, en definitiva, el dilema de la sucesión presidencial, de ahí que el hombre de Navojoa (Obregón) con su muerte y el de Guaymas (Calles) diera origen al partido de Estado que gobernó en México, ininterrumpidamente, durante 71 años, hasta el 2000.  El PRI, pues, tuvo su origen en el grupo Sonora de la Revolución.

Es así como después de 80 años, el PRI sufrió su primera derrota en Sonora y, de paso, se le expropió, en las urnas, el poder que como gobernadores ejercieron los generales Calles y Obregón.  Y por esas casualidades del destino le tocó asumir la primera alternancia  a otro Elías, Guillermo Padrés Elías, candidato que, postulado por el PAN, ganó la elección local del 5 de julio del año 2009.

Como actor principalísimo de la política nacional y sus triunfos militares, Álvaro Obregón es el general invicto de la Revolución, aunque  finalmente derrotado por la conspiración desde el poder.  El intento reeleccionista de Obregón dio origen a su asesinato, marcó el inicio del ciclo priísta y canceló, definitivamente, sus ambiciones de ocupar alternadamente la Presidencia, con cuatro años de ejercicio y cuatro de descanso,  como inicialmente lo concibió en complicidad con su sucesor, Plutarco Elías Calles.

El otro sonorense asesinado, Luís Donaldo Colosio, marcó el cierre del ciclo de 70 años en la primera época del PRI, con la diferencia de que Obregón fue quitado del escenario político nacional por querer perpetuarse, indefinidamente, en el poder,  El caso Colosio es distinto.  Quiso romper con  la tutela de Carlos Salinas y ganar la elección sin la intervención del aparato de Estado, algo no concebible en un PRI que representaba al mismo Estado mexicano, aunque, en el fondo, el móvil también obedeció a que se quería a un Colosio dócil dispuesto a reformar la Constitución para, posteriormente, permitir el regreso de Carlos Salinas a la Presidencia de la República como una primera opción, por lo que es de entenderse que en el centro de los dos crímenes políticos estuviera el virus del reeleccionismo, aunque por motivos diferentes.

Obregón, por su afán de perpetuidad en el poder, y Colosio por querer  dejar de ser funcional al proyecto de largo plazo del salinismo.

Las evidencias estaban a la vista.  En el mes de diciembre de 1993, cuando, ya, Luis Donaldo había sido nominado candidato presidencial, José Ángel Gurría, entonces subsecretario de Asuntos Internacionales de la Secretaría de Hacienda, manifestó a un grupo de inversionistas japoneses que la seguridad de sus inversiones estaba garantizada porque el grupo del presidente Salinas gobernaría hasta el 2018, o sea, 24 años consecutivos.  La profecía no se cumplió.  El PRI apenas gobernó seis años más con el gran simulador Ernesto Zedillo.

El mensaje era directo para el candidato del PRI.  A Colosio se le encargaba un rato la Presidencia, pero en la lista de sucesores estaban formados Jaime Serra Puche, Ernesto Zedillo y los que aparecieran en el camino después del 2006.  A ello obedeció la reforma constitucional del 1 de julio de 1994, para entrar en vigor el 31 de diciembre de 1999.  Ahí si no fueron acuerdos con el PAN, como las primeras gubernaturas concertacesionadas.  Vicente Fox,  beneficiario directo de la reforma, ni siquiera aparecía como prospecto; en cambio, a Serra Puche  se le veía como destinatario diferido, ya que por su ascendencia extranjera no podía aspirar a la Presidencia de México.

La presencia de tres sonorenses como figuras clave de la política nacional  -Plutarco Elías Calles, fundador del PNR,  Álvaro Obregón y Luis Donaldo Colosio-  cambió, para siempre, la historia y el destino de México, pero más allá de la fundación de un partido político y el crimen de un candidato destinado a ser Presidente, el sistema político y el Estado Mexicano no han podido dar respuesta satisfactoria a dos magnicidios perpetrados desde el poder, con escenarios alterados y asesinos inventados.

De Álvaro Obregón se dijo que el autor material fue José de León Toral.  Sólo que en su libro “México acribillado”, Francisco Martín Moreno reproduce la necropsia realizada por el médico legista Alberto Lozano Garza.  A León Toral se le atribuye haber hecho seis disparos, aun cuando el cuerpo de Obregón presentaba 19 perforaciones de bala de seis calibres diferentes.  Por eso, la pregunta no puede hacerse más que de manera irónica: ¿Fueron seis los asesinos del general Obregón o León Toral uso seis pistolas?

De Colosio se supo que hubo hasta tres Mario Aburto.  La doctora que en lo inmediato atendió a Luis Donaldo manifestó, ante los medios, que el candidato presidencial del PRI tenía un balazo en la cabeza y otro en el estómago, de calibres diferentes.

Del tema no se volvió a hablar y la versión oficial se redujo, siempre, a sólo el balazo en la cabeza.  Por eso, a 22 años de la muerte de Colosio, este 23 de marzo, y a 88 años del de Obregón, el próximo 18 de julio, no se sabe, ni se sabrá, con certeza desde dónde salió la orden para eliminarlos, con asesinos materiales que finalmente no lo fueron. 


(DOSSIER POLITICO/ Tomado de: Roberto Domínguez Cortés / Impacto/ 2016-03-20)

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