jueves, 15 de mayo de 2014

DOS PATRULLAS QUEMADAS Y LUPITA SIGUE SECUESTRADA

Los vehículos sobre la carretera Naucalpan-Ixtlahuaca.
 
“Poco hicieron para detener a los delincuentes”, cuentan pobladores.
Jilotzingo.- Dos patrullas quemadas después, Lupita sigue secuestrada. Este martes, unos 20 metros antes de la entrada al jardín de niños Celestin Freinet, la mujer de no más de 30 años y estatura pequeña fue secuestrada cuando iba a dejar a la más pequeña de sus hijas.

El resto de las madres empezó a gritar y dar aviso a los policías municipales, todos cuentan que poco hicieron para detener a los delincuentes, pues en lugar de perseguirlos en carro, decidieron hacerlo a pie.

La gente se puso frenética, gritos, rumores, el secuestro de dos niñas, de una, la madre. Pocos sabían bien lo que ocurría. Entre el caos, lo único cierto para la gente es que los policías no habían hecho nada para evitar un delito. Por ello, quemaron dos patrullas, bloquearon el paso y retuvieron a siete agentes  por más de seis horas, hasta que permitieron que los trasladaran al Ministerio Público para deslindar responsabilidades.

Veinticuatro horas después, al pie de la carretera Naucalpan-Ixtlahuaca, en el Estado de México, quedaron dos patrullas quemadas, estragos de la molestia de la gente en San Luis Ayucan por lo ocurrido un día antes. 

Con una cartulina fluorescente en las manos y parados a un costado de los autos quemados sobre la carretera estaba la familia de Lupita, piden una ayuda económica, la que sea, todo suma al momento de hacer cuentas para intentar juntar el medio millón de pesos que le piden por el rescate.

Ahora prefieren ser discretos, luego de lo ocurrido, los secuestradores se pusieron en contacto con ellos para exigirles que “le bajaran”, porque la vida de Lupita estaba en riesgo. Fue la última llamada.

Mientras esperan que se vuelvan a poner en contacto con ellos, la familia intenta juntar el dinero, pero saben que en cuanto reciban una llamada de los plagiarios tendrán que pedir una prueba de vida, pues ahora, aunque lo desean, no saben si Lupita vive.

Algunos se acercan a la familia para decirles que así poco van a conseguir, que mejor se toquen las campanas del pueblo para pedir la ayuda, pero ellos no hacen caso y siguen pidiendo, incluso, los dejan subirse al transporte público para que los pasajeros cooperen. 

La gente trata de hacer su vida normal, hay quienes pasan por entre los carros quemados y ni se inmutan, otros se quedan viéndolos y se ponen a cuchichear lo ocurrido, los autos también los intentan esquivar, porque están justo en la esquina de la calle principal, la que da a la iglesia.

Entre los cerros del municipio de Jilotzingo, Estado de México, San Luis Ayucan no tiene más de 3 mil 200 habitantes y aunque parece una localidad tranquila, los pobladores opinan lo contrario, aseguran que la inseguridad ha incrementado en el último año.

En entrevista casi nadie quiere decir nada, tienen miedo a alguna represalia, porque son un pueblo chico y todos se conocen. El miedo hizo que de los 250 menores que asisten al jardín de niños Celestin Freinet, solo llegaran 50.

A 15 minutos de San Luis Ayucan, sobre la carretera, está la cabecera de Jilotzingo y aunque se buscó al presidente municipal, no se logró hablar con él, según el personal de las oficinas, se encontraba en el MP viendo la situación de los policías detenidos.

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