lunes, 8 de abril de 2013

EL FERROCARRIL SONORA-BC, HISTORIA Y NOSTALGIA



Agencia OEM 
El día en que su esposa cumplía años, un 26 de agosto de finales de los setenta, Francisco Gómez trabajaba en la vía del ferrocarril a la altura del ejido Puebla. El sol caía como fuego sobre el valle de Mexicali cuando escuchó que el tren pitaba como desesperado... De pronto, un estruendo y una nube de polvo... ¡y la tragedia!

Gómez, cuya vista se ha extinguido a estas fechas en parte debido a las circunstancias propias de su trabajo, corrió al lugar del descomunal impacto, que se encontraba apenas a un kilómetro, y pudo observar muy bien lo que había ocurrido:

El "tren bala" había descarrilado, tras desviar levemente su trayectoria y chocar en la parte posterior de una maquinita cuyos ocupantes, conductor y ayudante, esperaban que pasase.

El panorama era más que aterrador: los ocupantes de la maquinita -que se habían dedicado al acomodo de balastro (piedritas) a lo largo de la vía-, habían quedado terriblemente heridos, pero sobrevivieron; el conductor de la locomotora tenía la cabeza destrozada y el cuerpo partido en dos y algunos pasajeros dejaron de existir entre "los hierros retorcidos" de los vagones que, tras salirse de la vía, quedaron volcados sobre el terraplén. (Siempre se especuló sobre la cantidad exacta de muertos, pero se estima rebasó la veintena). Cuando Gómez llegó, ya se encontraban muchos automóviles estacionados y mucha gente participando, pocos en el auxilio de las víctimas pero la mayoría cargando pertenencias en lo que constituía "un manoteadero", una bestial muestra de "carroñería" y de "rapiña humana".

UNA HISTORIA EXTRAORDINARIA

La historia del Ferrocarril Sonora-Baja California está plagada de hechos trágicos y de sacrificios extraordinarios, pero hay un hecho que resulta no sólo indudable, sino evidente: la existencia de ese medio de comunicación ha sido vital para el desarrollo económico, social y demográfico de la capital bajacaliforniana y en parte para el crecimiento mismo del país en varias facetas. En efecto, el FSBC contribuyó a que Mexicali sea hoy una capital bajacaliforniana de pujante desarrollo y con marcadas características de cosmopolitismo.

Hoy se cumple el 65 aniversario del acto en el que, el 8 de abril de 1948, el entonces presidente de la República, Miguel Alemán Valdés, inauguró el Ferrocarril Sonora-Baja California, integrando a Mexicali por la vía terrestre con el resto de la nación mexicana.

Tal ferrocarril no fue, sin embargo, más que un episodio -importante, vital, sí, pero relativamente fugaz- en la vida de Baja California y de México.

Ahora sólo quedan dos locomotoras como testimonio de ese pasaje y forman parte de un esfuerzo de autoridades y sociedad civil porque permanezcan para el conocimiento de las actuales y futuras generaciones.

Una se encuentra estacionada en el museo Sol del Niño, frente al monumento a Vicente Guerrero y otra en un parquecito situado frente a la estación de lo que ahora continúa siendo una estación ferrocarrilera, entre la colonia Héroe de Nacozari y el fraccionamiento Ferrocarrileros.

Ahora el ferrocarril es sólo de carga; atrás quedaron aquellas épocas de abundante inmigración de gente de todo el país y aún del extranjero, que viajaba al por mayor en los vagones de pasajeros de lo que eran "el tren burro" en un tiempo y del "tren bala" en otro. El primero era llamado así porque viajaba lento y haciendo paradas en prácticamente todos los asentamientos urbanos por los que pasaba; el segundo, más rápido, sólo hacía estación en Benjamín Hill, Caborca, Puerto Peñasco, Kilómetro 57 y Mexicali, terminal donde concluía su viaje.

El FSBC, pues, tiene dos épocas principales: la de pasaje y la de carga, ambas útiles y contribuyentes al desarrollo integral de Mexicali. La segunda subsiste y aún se acrecienta, causando cierta molestia para el desenvolvimiento del flujo vehicular, no obstante los esfuerzos urbanísticos porque esto no ocurra.

De ambas épocas tenemos vivenciales testimonios que aquí plasmamos.

LÁZARO CÁRDENAS: LA VISIONARIA DECISIÓN

Mientras tanto y para efectos informativos, refirámonos a importantes circunstancias que implican visión, sacrificio y heroísmo de los protagonistas.

En un principio los intentos de las autoridades por comunicar integralmente a Mexicali con el resto del país y aún del exterior, se hicieron a través del mar, porque construir un ferrocarril a través del agresivo desierto de Sonora era considerada una ilusión, una utopía inalcanzable.

Las características inhóspitas del inmenso territorio, entre éstas el famoso "viento negro" que enterraba humanos y animales por dentro y por fuera, sin faltar las extremosas temperaturas que de día queman y de noche congelan, o la indescriptible soledad de los parajes solariegos, hicieron que la idea quedase sólo como eso: un pensamiento.

Sin embargo la proverbial característica visionaria e indómita del entonces presidente de la República, Lázaro Cárdenas del Río, le hizo a éste tomar la trascendental decisión bajo el riesgo de pérdidas de salud y vidas humanas y de que el proyecto finalmente no fuese redituable desde el punto de vista económico.

De acuerdo a informes del Archivo Histórico, que coinciden con otras fuentes, el 15 de julio de 1936 el ingeniero Carlos Franco encabezó una brigada topográfica para localizar una línea en el desierto de Altar, con los sacrificios que eso implicaba en esa candente temporada.

El 20 de marzo de 1937 empezó el tendido de la vía a partir de estación Médanos, realizándose una ceremonia oficial con el director general de Ferrocarriles en Construcción, Ulises Irigoyen, en representación del presidente Lázaro Cárdenas y con la asistencia del entonces gobernador del Territorio Norte de la Baja California, coronel Rodolfo Sánchez Taboada. A este ferrocarril se le llamó en ese tiempo Fuentes Brotantes-Punta Peñasco.

Al ir rectificando el trazo, perdidos en el desierto durante el verano de 1937 perdieron la vida, víctimas de la sed, el ingeniero Jorge López Collada, los cadeneros José Sánchez Islas y Jesús Torres Burciaga, así como el chofer Gustavo Sotelo. (Así se explican los nombres de algunas calles de la colonia Nacozari, nombrada así en honor a otro prohombre que sacrificó su vida para salvar la de todo un pueblo: Jesús García).

El servicio normal de trenes entre Mexicali y Puerto Peñasco se inició el 5 de mayo de 1940, con un tren mixto impulsado por una locomotora diesel eléctrica y un moto-vía con capacidad de 45 pasajeros, a la que le decían La Paloma quizá porque estaba pintada de color blanco.

Fue hasta junio de 1941 que Ferrocarriles Nacionales adquirió la ruta del Ferrocarril Inter-California del Sur.

Y fue hasta el 8 de abril de 1948 cuando se inauguró el FSBC, en Benjamín Hill, con la asistencia del presidente Miguel Alemán, el gobernador de Sonora, general Abelardo L. Rodríguez, y el secretario de Agricultura, Nazario Ortiz.

PIEDRAS, ESPINAS... Y RUEDAS

No cabe duda: desde sus raíces antropológicas, el camino del ser humano por mejorar está sembrado de piedras y espinas... ¡y de filosas ruedas metálicas!

Antonio Constantino Hernández Ramírez lo testifica. Agobiado por la escasez económica, falta de oportunidades de trabajo y urgencias familiares, un día decidió salir de Guadalajara, su ciudad natal. Sin dinero ni para el pasaje, como pudo llegó hasta Benjamín Hill y con la idea de cruzar eventualmente hacia Estados Unidos se montó al tren carguero.

"Íbamos llegando a Mexicali, según supe después. Debilitado por lo inadecuado de la alimentación y cansado por los muchos días de no dormir o dormir muy mal, cerré los ojos. Cuando tuve conocimiento de mí mismo me faltaba una pierna; había caído de un furgón y una rueda metálica me la cercenó", dijo, al ser entrevistado en su residencia de Villas de Rey.

A base de mucho esfuerzo y apoyado por el propietario de un taller de herrería del que se hizo amigo, hoy Hernández Ramírez vive más o menos cómodo con su familia. Es un artista experto en la elaboración de cercos y puertas metálicas que prefirió no contar más detalles de su situación. "Ya pasó".

Francisco Gómez carece del sentido de la vista. Alguna circunstancia personal, atizada quizá por los intensos destellos metálicos de las vías y la naturaleza deslumbrante del desierto (sonorense y bajacaliforniano) en el que trabajó 30 años de su vida al servicio del FSBC, terminaron por apagar sus ojos.

Pero no sus recuerdos.

Sus cotidianos recorridos como reparador de vías lo hacían ser testigo del constante movimiento humano del ferrocarril, en épocas de bonanza, en la que había pasajeros de distintos estratos y circunstancias sociales: Desde los migrantes que diariamente llegaban en el "tren burro" para participar con su humilde trabajo en el desarrollo de Mexicali, hasta los empresarios y políticos que utilizaban el servicio estrella del "tren bala", y que ya participaban de manera más importante en la evolución de lo que ahora es una gran ciudad: Mexicali.

Gómez no olvida su participación como "extra" en la película "Viento Negro", cuando llegó a convivir campechanamente con David Reynoso y José Elías Moreno, los protagonistas, y se llenaba de aceite rostro y manos para aparentar que sudaba, mientras en realidad hacía un frío congelante.

"UNA "AGUJA", LA CAUSA

Y, por supuesto, tiene en la memoria la descomunal tragedia cuya causa las autoridades siempre estuvieron investigando.

A más de 30 años de ocurrida, él nos la revela: El ayudante del operador de la maquinita balastrera movió la "aguja" para salir de la vía y librar el enorme convoy de pasajeros.

Nunca se imaginó que habérsele olvidado rectificar de nuevo la aguja sería causa de un descarrilamiento... y de tantas muertes.

(DOSSIER POLITICO/ Agencia / OEM/ 2013-04-08)

No hay comentarios:

Publicar un comentario