miércoles, 3 de abril de 2013

CRÓNICAS TRAS LAS REJAS: INFIDELIDAD CON OLOR A MUERTE



Agencias
Tulancingo, Hidalgo.- Antonia Bautista Cruz está recluida en el Centro de Reinserción Social (CERESO) de Tulancingo, tiene una sentencia de más de 32 años de prisión por homicidio calificado. Carga una pesada cruz, el haber amado a otro hombre y no a su marido.

Con su esposo Margarito, con quien se juntó desde los 14 años, procreó tres hijos que son su vida, sin embargo, dijo, jamás lo quiso.

Fue obligada a estar con él, por los usos y costumbres de su comunidad, pues los padres siempre buscan la estabilidad económica del marido, o incluso hay trueque, a cambio de la novia, ganado, o tierras, menciona.

Originaria de la zona indígena de Chiatipan del municipio Huazalingo, en la región Huasteca Hidalguense, Antonia ha pasado casi 12 años tras las rejas. Recuerda bien que fue un 13 de junio cuando la detuvieron a ella y a Margarito.

Él mató a quien fue el amante de ella. Lo peor, frente a sus ojos. El dolor e impotencia la invadió cuando su pareja, agrega, sacó el machete y en medio del campo y ante la mirada atónita de Antonia, ultimó a Mario.

“Yo nunca quise a Margarito, me casaron a la fuerza. Estuvimos 11 años juntos, y la verdad no era feliz, fue cuando conocí a Mario, y él me hacía sentir muy bien, estuvimos como un año.”

“Mi esposo nunca me dio el trato de mujer y en Mario encontré sentirme bien; me enamoré.”

Antonia sabía muy bien el riesgo al que se enfrentaba; que su relación fuera descubierta. Pasaron los meses y ella se sentía una mujer completa.

“Pero mi hijo me echó de cabeza con mi esposo y no lo negué”, dijo. Ella rompió todo el esquema en su comunidad. Pues, cómo una mujer iba a ser infiel, y más en esa zona donde, incluso, pudo haber encontrado la muerte.

Ya imaginaba que la furia de Margarito no se quedaría así. El orgullo de él frente a los demás, tenía que hacerse de manifiesto. El esposo pensó en acabar con la vida de Mario.

“No me quejo ni me avergüenzo, yo me declaré culpable, ya no sólo porque estuve presente y vi las cosas, sino porque él me amenazó que si no pasaba eso, entonces acabaría igual con mi papá”.

Dice que ser indígena implica mucha discriminación. Pero, justamente en la cárcel fue donde aprendió muchas cosas, sobre todo a no dejarse.

“Hay dos caminos: estar mal o bien. La decisión es de uno, uno como interno si se quiere superar es por algo, no si quieres valorar lo que tenías allá afuera y llegas aquí y hay muchas cosas, por ejemplo trabajo”.

SU MATRIMONIO, SU PESADILLA

Al cuestionarle cómo empezó todo Antonia responde:

-¿Teniendo a alguien en casa no te trataba bien, te descuidaba?

“De hecho nunca hubo ese cariño por parte de mi”

-¿Y entonces por qué tuviste 3 hijos con él?

“Como te decía, allá afuera antes escogían al marido. No sé si siga eso”.

-¿Te casaste a la fuerza?

“Aja”

-¿Y tuviste hijos porque tenía que ser así en tu comunidad?

“Teníamos relaciones sexuales, se podría decir, porque no era hacer el amor, porque nunca me tomó así, yo estando de acuerdo, siempre me tomó a la fuerza, me embaracé por fuerza, obvio yo quiero a mis hijos porque vienen de mi, pero cuando yo encuentro al otro muchacho era diferente, porque era amor, era magia, y entonces eso surge y pues estaba consciente y decía yo, pues estoy mal porque tengo a mis 3 hijos y si se entera mi pareja, pues va a valer”

Pero el secreto de ese amor prohibido, no duraría. Su hijo comentó que su mamá tenía otro hombre.

-¿Lo aceptaste?

“Le dije que sí, lo acepté, pero yo ya no andaba con él; pues Mario hizo su vida con otra persona; así lo decidió él; ya no había nada”.

“Margarito me dio 5 días para que buscara a quien había sido mi amante”.

-¿Para qué?

“Para matarlo”.

“Le dije, cómo se te ocurre, tienes la mente cerrada o qué. Si lo haces, vamos a ir a dar a la cárcel no nada más tú, sino yo también; o sea, estaba consciente. El respondió, tú vas a hacer lo que yo diga, no lo que tú”.

-¿Te golpeó al saber el engaño?

“Sí. Si me golpeó. Me marcó bien feo mi cuello”.

Aún recuerda las palabras que parecen taladrarle la mente: “Ándale, y para la otra te mato a ti o mato a tu familia, o a uno de tus papás”.

-¿Te presionaba?

“Me decía, si no a tus hijos te los voy a quitar y ya no los vas a ver y pues me presionó; fue un chantaje muy feo”.

-¿Buscaste a Mario?

“No, no lo busqué. Él regresó a la comunidad, andaba afuera”.

-¿Cómo lo mató?

“Con machete. Frente a mí, en el campo. Íbamos caminando y entonces llegó el muchacho… y fue cuando lo mató”.

-¿Y tú? ¿Qué sentiste?

“Muy feo, pero qué hacía”

“Mario ya tenía una pareja y un bebé de dos meses de nacido. Ya no andábamos, sin embargo sí sentí feo. Me dolió mucho verlo morir”

-¡Qué fuerte! ¿Te expusiste a que te matara ahí mismo Margarito?

“Pensé: O me mata a mi nada mas o nos mata a los dos”.

-¿Entonces llega Mario, coinciden en el campo, lo mata y luego?

“Pues, empezaron a salir muchas personas que decían que él (Mario) salía con muchas mujeres y pues un alboroto que se hizo, y más allá que era una comunidad que no había pasado ese tipo de cosas”.

-¿Y a ti por qué te involucran, si tú dices que fue Margarito?

“Es lo que yo no entiendo, supuestamente el de Derechos Humanos ayuda mucho al indígena, mas si es mujer sus derechos debe de ser respetada, a lo mejor como dijeron ellos yo no lo hice, pero como yo no acusé el delito entonces yo también estoy dentro”.

-¿Ocultó el cuerpo?

“Se ocultó, se podría decir, porque estuvo 3 días sin que supieran”.

-¿Y cómo supo la autoridad?

“Pues, la gente murmura, cuenta y de ahí sacaron conclusiones; mi sentencia no la he visto bien no sé bien que dice”.

EL DESAMOR…

Antonia, añade, no se arrepiente de haber amado a otra persona, y más cuando él la hacía sentir bien. Lo que la lastima, es que a tiempo no tomó la decisión de separarse de Margarito.

Pese a que ella era honesta con sus sentimientos y rompía los tabúes con “tener a otro” y más en una comunidad indígena donde eso no se acostumbra, al menos en las mujeres, añade.

“Yo le decía que no lo amaba; que no lo quería”.

“Yo quiero a mis hijos, pero a ti no te quiero, aunque hayas matado a quien hayas matado, eso no va a cambiar nada”.

“Antes de que lo matáramos, el me dijo que lo recibiera con amor, con besos. Pero, si no lo sentía no haría. Eso era tan sencillo, pero no lo hice, no podía fingir que no pasaba nada si no lo quiero”.

Antonia se casó a los 14 años y a los 15 tuvo a su nena, que ahora tiene 18; además de otro de 16 y 11; se encuentran viviendo con los papás de Margarito, quien, por cierto, aún purga condena.

“Estábamos en la misma cárcel, pero era malo conmigo, me golpeaba y decía si ya tuve una prisión afuera con él ahora aquí, entonces pedí mi cambio. Ya no lo soportaba”.

En su cambio de penal, dice Antonia, conoció a Arnulfo, su pareja en la actualidad. Él ya está afuera; y la visita en el Cereso de Tulancingo, cada ocho días. Es el amor de su vida. Se siente muy contenta con él.

-¿Y no piensas embarazarte?

“Cometí el error de operarme, o sea cuando te harta alguien no piensas en lo que va a pasar después, no crees que haya personas buenas. Tú crees que toda la gente es lo mismo a tu alrededor. Como viví 11 años de maltrato psicológico, y es que con el no era bonito, porque me tomaba donde quisiera…

Hace una pausa y las lágrimas le caen por las mejillas, pero nuevamente retoma la fuerza suficiente para seguir narrando.

“Hay veces que me siento triste por mis hijos, por no ser abierta en mi mente por muchas cosas, por no defenderme antes, pero ahora ya no, me duele pero he aprendido muchas cosas aquí, a lo mejor Dios me dio la oportunidad encerrada”.

“Tanto tiempo que ya pasó sin sus hijos; ya ellos me dijeron se cansaron de esperarme, pero pues no puedo decir nada”. No acuden a verla dice y continua “Me entristece que están creciendo y yo sin estar con ellos; por no darles el amor de madre”

-¿Tus hijos perdonaron la infidelidad?

No hemos tocado ese tema, bastante tienen con lo que les dice su abuelo: “la culpa es de tu mamá”

-¿Y tus papás?

“El que siempre me visitó fue mi papá; yo crecí con mis abuelos desde que tenía 5 años, cuando yo tenía 11 me regresé con mis padres y no estuve mucho con ellos porque a los 14 me juntaron”. Antonia es la cuarta de 9 hermanos, que pocas veces la visitan en la cárcel.

SU READAPTACIÓN TRAS LAS REJAS

Antonia no ha desaprovechado el tiempo en la prisión. Comenta que teje, borda, y hace muchas manualidades con migajón. En eso invierte su tiempo y durante los días de visita ofrece sus productos.

Ya sabía algunas cosas, pero en el Cereso ha aprendido a perfeccionar y siempre estar inventando curiosidades. Bolsas de rafia, peluches, cojines, pinturas, y tantas y tantas cosas que la mantienen ocupada.

-¿Crees en el destino. Te arrepientes de algo?

“Me arrepiento de que pude haber evitado eso. Me pude haber ido de mi casa con mis hijos, pero no tenía dinero, me dedicaba al hogar”.

-¿Cuando cumplas tu condena, qué vas a hacer allá afuera?

“Quiero hacer esto que he aprendido aquí y enseñarles a otras mujeres que están allá afuera, porque sé que existe gente que pasa lo mismo que yo”.

Ella dice que cuando una relación ya no funciona “hay que cortar de tajo”.

“Aunque nos chantajeen con nuestros hijos, porque no tenemos valor de dejarnos por el chantaje, pero también que vayan con alguna autoridad para que, pues, me respalde, antes de que pase otra cosa”.

“Quieran o no, los niños se dañan igual”. No hay que disimular. Mejor hablar, refiere.

“Como mujer hay que querernos, pensar en uno misma. Los hijos crecen, se van, pero a lo mejor yo aquí, digo, quisiera decirles a mis hijos, pues no hagan esto no hagan otro, pero, pues, mejor me trago mis palabras”.

Antonia no pierde la esperanza de salir de la prisión y seguir su vida, espera sin tropiezos.

“Ya no permitir situaciones que yo sé que están mal; ya no seguir con errores. Aquí se aprenden muchas cosas y sobre todo a valorarse”.

“Creo que hay que ser transparentes y si caemos no rodar; sino, si caemos, levantarnos”.

(Concepción Ocádiz)
Fuente: La Policiaca
(ZOCALO/ Agencias/ 15/03/2013 - 09:20 PM)

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